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General: Los Santos de hoy viernes 24 de mayo de 2013
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: campitos0  (Mensaje original) Enviado: 26/05/2013 21:44
Los Santos de hoy viernes 24 de mayo de 2013
 Vicente de Lérins, Santo
Sacerdote y Monje, 24 de mayo
 María Auxiliadora
Advocación Mariana, Mayo 24
 Donaciano y Rogaciano, Santos
Mártires, Mayo 24
 David de Escocia, Santo
Rey, Mayo 24
 Luis Zeferino Moreau, Beato
Obispo y Fundador, Mayo 24
 Juan de Prado, Beato
Sacerdote y Mártir, Mayo 24
 Simeón el Estilita el Joven, Santo
Estilita, 24 de mayo 



María Auxiliadora
Advocación Mariana, Mayo 24
 
María Auxiliadora
María Auxiliadora

Advocación de la Santísima Virgen

Historia de la devoción a María Auxiliadora en la Iglesia Antigua.

Los cristianos de la Iglesia de la antigüedad en Grecia, Egipto, Antioquía, Efeso, Alejandría y Atenas acostumbraban llamar a la Santísima Virgen con el nombre de Auxiliadora, que en su idioma, el griego, se dice con la palabra "Boetéia", que significa"La que trae auxilios venidos del cielo". Ya San Juan Crisóstomo, arzobispo de Constantinopla nacido en 345, la llama "Auxilio potentísimo" de los seguidores de Cristo. Los dos títulos que más se leen en los antiguos monumentos de Oriente (Grecia, Turquía, Egipto) son: Madre de Dios y Auxiliadora. (Teotocos y Boetéia). En el año 476 el gran orador Proclo decía: "La Madre de Dios es nuestra Auxiliadora porque nos trae auxilios de lo alto". San Sabas de Cesarea en el año 532 llama a la Virgen "Auxiliadora de los que sufren" y narra el hecho de un enfermo gravísimo que llevado junto a una imagen de Nuestra Señora recuperó la salud y que aquella imagen de la "Auxiliadora de los enfermos" se volvió sumamente popular entre la gente de su siglo. 

El gran poeta griego Romano Melone, año 518, llama a María "Auxiliadora de los que rezan, exterminio de los malos espíritus y ayuda de los que somos débiles" e insiste en que recemos para que Ella sea también"Auxiliadora de los que gobiernan" y así cumplamos lo que dijo Cristo: "Dad al gobernante lo que es del gobernante" y lo que dijo Jeremías: "Orad por la nación donde estáis viviendo, porque su bien será vuestro bien". En las iglesias de las naciones de Asia Menor la fiesta de María Auxiliadora se celebra el 1º de octubre, desde antes del año mil (En Europa y América se celebre el 24 de mayo). San Sofronio, Arzobispo de Jerusalén dijo en el año 560: "María es Auxiliadora de los que están en la tierra y la alegría de los que ya están en el cielo". San Juan Damasceno, famoso predicador, año 749, es el primero en propagar esta jaculatoria: "María Auxiliadora rogad por nosotros". Y repite: "La Virgen es auxiliadora para conseguir la salvación. Auxiliadora para evitar los peligros, Auxiliadora en la hora de la muerte". 

San Germán, Arzobispo de Constantinopla, año 733, dijo en un sermón: "Oh María Tú eres Poderosa Auxiliadora de los pobres, valiente Auxiliadora contra los enemigos de la fe. Auxiliadora de los ejércitos para que defiendan la patria. Auxiliadora de los gobernantes para que nos consigan el bienestar, Auxiliadora del pueblo humilde que necesita de tu ayuda".

La batalla de Lepanto.

En el siglo XVI, los mahometanos estaban invadiendo a Europa. En ese tiempo no había la tolerancia de unas religiones para con las otras. Y ellos a donde llegaban imponían a la fuerza su religión y destruían todo lo que fuera cristiano. Cada año invadían nuevos territorios de los católicos, llenando de muerte y de destrucción todo lo que ocupaban y ya estaban amenazando con invadir a la misma Roma. Fue entonces cuando el Sumo Pontífice Pío V, gran devoto de la Virgen María convocó a los Príncipes Católicos para que salieran a defender a sus colegas de religión. Pronto se formó un buen ejército y se fueron en busca del enemigo. El 7 de octubre de 1572, se encontraron los dos ejércitos en un sitio llamado el Golfo de Lepanto. Los mahometanos tenían 282 barcos y 88,000 soldados. Los cristianos eran inferiores en número. Antes de empezar la batalla, los soldados cristianos se confesaron, oyeron la Santa Misa, comulgaron, rezaron el Rosario y entonaron un canto a la Madre de Dios. Terminados estos actos se lanzaron como un huracán en busca del ejército contrario. Al principio la batalla era desfavorable para los cristianos, pues el viento corría en dirección opuesta a la que ellos llevaban, y detenían sus barcos que eran todos barcos de vela o sea movidos por el viento. Pero luego - de manera admirable - el viento cambió de rumbo, batió fuertemente las velas de los barcos del ejército cristiano, y los empujó con fuerza contra las naves enemigas. Entonces nuestros soldados dieron una carga tremenda y en poco rato derrotaron por completo a sus adversarios. Es de notar, que mientras la batalla se llevaba a cabo, el Papa Pío V, con una gran multitud de fieles recorría las calles de Roma rezando el Santo Rosario. 

En agradecimiento de tan espléndida victoria San Pío V mandó que en adelante cada año se celebrara el siete de octubre, la fiesta del Santo Rosario, y que en las letanías se rezara siempre esta oración: MARÍA AUXILIO DE LOS CRISTIANOS, RUEGA POR NOSOTROS.

El Papa y Napoleón.

El siglo pasado sucedió un hecho bien lastimoso: El emperador Napoleón llevado por la ambición y el orgullo se atrevió a poner prisionero al Sumo Pontífice, el Papa Pío VII. Varios años llevaba en prisión el Vicario de Cristo y no se veían esperanzas de obtener la libertad, pues el emperador era el más poderoso gobernante de ese entonces. Hasta los reyes temblaban en su presencia, y su ejército era siempre el vencedor en las batallas. El Sumo Pontífice hizo entonces una promesa: "Oh Madre de Dios, si me libras de esta indigna prisión, te honraré decretándote una nueva fiesta en la Iglesia Católica". Y muy pronto vino lo inesperado. Napoleón que había dicho: "Las excomuniones del Papa no son capaces de quitar el fusil de la mano de mis soldados", vio con desilusión que, en los friísimos campos de Rusia, a donde había ido a batallar, el frío helaba las manos de sus soldados, y el fusil se les iba cayendo, y él que había ido deslumbrante, con su famoso ejército, volvió humillado con unos pocos y maltrechos hombres. Y al volver se encontró con que sus adversarios le habían preparado un fuerte ejército, el cual lo atacó y le proporcionó total derrota. Fue luego expulsado de su país y el que antes se atrevió a aprisionar al Papa, se vio obligado a pagar en triste prisión el resto de su vida. El Papa pudo entonces volver a su sede pontificia y el 24 de mayo de 1814 regresó triunfante a la ciudad de Roma. En memoria de este noble favor de la Virgen María, Pío VII decretó que en adelante cada 24 de mayo se celebrara en Roma la fiesta de María Auxiliadora en acción de gracias a la madre de Dios.

San Juan Bosco y María Auxiliadora.

El 9 de junio de 1868, se consagró en Turín, Italia, la Basílica de María Auxiliadora. La historia de esta Basílica es una cadena de favores de la Madre de Dios. su constructor fue San Juan Bosco, humilde campesino nacido el 16 de agosto de 1815, de padres muy pobres. A los tres años quedó huérfano de padre. Para poder ir al colegio tuvo que andar de casa en casa pidiendo limosna. La Sma. Virgen se le había aparecido en sueños mandándole que adquiriera "ciencia y paciencia", porque Dios lo destinaba para educar a muchos niños pobres. Nuevamente se le apareció la Virgen y le pidió que le construyera un templo y que la invocara con el título de Auxiliadora.
Empezó la obra del templo con tres monedas de veinte centavos. Pero fueron tantos los milagros que María Auxiliadora empezó a hacer en favor de sus devotos, que en sólo cuatro años estuvo terminada la gran Basílica. El santo solía repetir: "Cada ladrillo de este templo corresponde a un milagro de la Santísima Virgen". Desde aquel santuario empezó a extenderse por el mundo la devoción a la Madre de Dios bajo el título de Auxiliadora, y son tantos los favores que Nuestra Señora concede a quienes la invocan con ese título, que ésta devoción ha llegado a ser una de las más populares.
San Juan Bosco decía: "Propagad la devoción a María Auxiliadora y veréis lo que son milagros" y recomendaba repetir muchas veces esta pequeña oración: "María Auxiliadora, rogad por nosotros". El decía que los que dicen muchas veces esta jaculatoria consiguen grandes favores del cielo.




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De: campitos0 Enviado: 26/05/2013 21:45
Vicente de Lérins, SantoSacerdote y Monje, 24 de mayo
Vicente de Lérins, Santo
Vicente de Lérins, Santo

Sacerdote y Monje

Martirologio Romano: En el monasterio de Lérins, en la Provenza, Francia, san Vicente, presbítero y monje, que fue muy célebre por su doctrina cristiana y santidad de vida, y empeñado con denuedo en el progreso de los creyentes en la fe. ( c.450)

En sus dos obras, «Instructiones» y «De laude Eremi», san Euquerio dice que san Vicente de Lérins «se distinguía por la elocuencia y el saber». Se cree que el santo era hermano de san Lupo de Troyes. Probablemente había sido soldado antes de tomar el hábito religioso en la abadía de Lérins, situada en una de las islas de la costa de Cannes, llamada actualmente Saint-Honoré, en honor de su fundador. En el año 434, casi tres años después de terminado el Concilio de Éfeso, san Vicente compuso en Lérins, donde había sido ordenado sacerdote y era monje, el «Commonitorium» contra las herejías, que le ha hecho famoso. En dicha obra se refiere a sí mismo como a un peregrino extranjero que, para huir del mundo y de sus placeres vanos y pasajeros, se entregó al servicio de Cristo en el retiro del monasterio como el último de los monjes. El santo hace notar que la lectura de los Santos Padres le permitió reunir una serie de principios o criterios para distinguir la verdad cristiana del error y que se tomó el trabajo de redactarlos, en primer iugar para su propio uso, y como una ayuda para la memoria. San Vicente desarrolló sus primeras notas en un tratado que constaba de dos partes, la segunda de las cuales se refería principalmente al Concilio de Éfeso. Pero esa parte se extravió tal vez a consecuencia de un robo y tuvo que contentarse con añadir a la primera parte una especie de resumen o recapitulación. 

En la obra de san Vicente, que consta de cuarenta y dos breves capítulos y que san Roberto Belarmino calificaba de «pequeña por su contenido y grande por su valor», se encuentra por primera vez enunciado el principio de que para afirmar que una verdad pertenece a la doctrina católica, tiene que haber sido sostenida siempre y en todas partes por todos los fieles: «quod ubique, quod semper, quod ab ómnibus creditum est». Por consiguiente, hay que resolver los puntos dudosos al aplicar este criterio de universalidad, antigüedad y unanimidad, lo cual equivale, en la práctica, a probar que la mayoría de los obispos y doctores han sostenido, unánimemente, dicha verdad. La Biblia no puede ser el único criterio de verdad, porque está sujeta a diferentes interpretaciones y la citan tanto los ortodoxos como los heterodoxos; así pues, la única interpretación autorizada de la Biblia es la que da la tradición de la Iglesia, puesto que sólo ésta tiene derecho de interpretarla. Cuando aparece una nueva doctrina, hay que confrontarla con la universal de la Iglesia; si en algún caso no se puede aplicar este criterio de universalidad a causa de la divulgación de la herejía en un período determinado de la historia, hay que referirse a la doctrina de la Iglesia primitiva. Y si ya en la primitiva Iglesia había empezado a difundirse ese error, hay que resolver el problema basándose en la fe de la mayoría. San Vicente admite la existencia del progreso dogmático, pero afirma que sólo es legítimo cuando conserva la identidad y todas las características esenciales, como el árbol respecto de la semilla y el ser humano respecto de la célula germinal. La tarea principal de los Concilios consiste en dilucidar, definir y subrayar las doctrinas que la Iglesia universal ha enseñado, creído y practicado desde que existe. La autoridad de la Sede Apostólica es la que sostiene el testimonio de los Padres, de los Doctores y de los Concilios. 

Existe una literatura inmensa sobre el Commonitorium de san Vicente, y los juicios de los autores son muy diversos. El tratado fue escrito en una época en que la controversia sobre la gracia y la libertad estaba en todo su furor, sobre todo en el sur de Francia y muchos autores de nota consideran la obra de san Vicente como un ataque velado contra el predestinacionismo exagerado de la doctrina de san Agustín. Para probarlo, arguyen que, cuando apareció el Commonitorium, el abad de Lérins y muchos de los monjes eran semipelagianos; que san Vicente emplea en muchos pasajes la terminología semipelagiana; y que la célebre defensa del agustinismo que publicó san Próspero de Aquitania, refutaba las objecciones de un tal Vicente, a quien dichos autores identifican con San Vicente de Lérins. Pero el nombre de Vicente era entonces muy común; por otra parte, aunque el santo emplea en algunos pasajes la terminología semipelagiana, otros pasajes de su obra recuerdan tanto los términos del Credo de san Atanasio, que no han faltado quienes atribuyeran este último documento a san Vicente de Lérins. Como quiera que sea, el problema del semipelagianismo de san Vicente no está todavía resuelto del todo; pero, si el santo erró en ese punto, erró en compañía de muchos otros hombres de Dios. Ignoramos la fecha exacta de la muerte de su muerte, pero debió acontecer hacia el año 445.


 
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