LA CAJITA DE LAS PREOCUPACIONES
Escuché hablar de una señora que mantenía una caja
en su cocina que llamaba su "caja de preocupaciones".
Cada vez que algo la atormentaba, ella lo escribía en un
pedazo de papel y lo ponía en la caja. Decidió no pensar
en sus problemas siempre y cuando estuvieran en la caja.
Esto le permitió sacar esos problemas completamente de su mente.
Ella sabía que se podía lidiar con esos problemas después.
De vez en cuando sacaba un trozo de papel y revisaba
la preocupación que había escrito en él.
Puesto que la ansiedad no la había consumido,
se encontraba relajada y mejor capacitada
para encontrar la solución a su problema.
Muchas veces descubría que una preocupación
específica había dejado de existir.
Puede ser útil escribir tus preocupaciones sobre un papel
y ponerlas en una caja, pero
¡cuánto mejor es colocarlas en las manos de Dios!
La preocupación nos roba el gozo,
nos agota la energía, impide nuestro
crecimiento espiritual y deshonra a Dios.
Jesús dijo: "Por lo tanto, nunca se inquieten
acerca del día siguiente, porque el día siguiente
tendrá sus propias inquietudes.
Suficiente para cada día es su propia maldad".
(Mateo 6:34).