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General: EVANGELIO DE HOY JUEVES 13 DE JUNIO DE 2013
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: campitos0  (Mensaje original) Enviado: 13/06/2013 17:39

 




 

 

Jueves de la décima semana del tiempo ordinario

Carta II de San Pablo a los Corintios 3,15-18.4,1.3-6. 
Por más que lean a Moisés, el velo cubre su entendimiento hasta hoy,
pero al que se vuelva al Señor se le quita el velo.
El Señor es espíritu, y donde está el Espíritu del Señor hay libertad.
Todos llevamos los reflejos de la gloria del Señor sobre nuestro rostro descubierto, cada día con mayor resplandor, y nos vamos transformando en imagen suya, por ser ésta la obra del Señor-espíritu.
Ese es nuestro ministerio, y como lo tenemos por gracia de Dios, no nos desanimamos.
Si a pesar de eso permanece oscuro el Evangelio que proclamamos, la oscuridad es para los que se pierden.
Se niegan a creer, porque el dios de este mundo los ha vuelto ciegos de entendimiento y no ven el resplandor del Evangelio glorioso de Cristo, que es imagen de Dios.
No nos pregonamos a nosotros mismos, sino que proclamamos a Cristo Jesús como Señor; y nosotros somos servidores de ustedes por Jesús.
El mismo Dios que dijo: Brille la luz en medio de las tinieblas, es el que se hizo luz en nuestros corazones, para que se irradie la gloria de Dios tal como brilla en el rostro de Cristo.


Salmo 85(84),9ab-10.11-12.13-14. 
Pues Dios habla de paz a su pueblo y a sus servidores. 
«Cerca está su salvación de los que le temen 
y habitará su Gloria en nuestra tierra.
La Gracia y la Verdad se han encontrado, 
la Justicia y la Paz se han abrazado;

de la tierra está brotando la verdad, 
y del cielo se asoma la justicia.
El Señor mismo dará la felicidad, 
y dará sus frutos nuestra tierra.

La rectitud andará delante de él, 
la paz irá siguiendo sus pisadas.» 


Evangelio según San Mateo 5,20-26. 
Yo se lo digo: si no se proponen algo más perfecto que lo de los fariseos, o de los maestros de la Ley, ustedes no pueden entrar en el Reino de los Cielos.
Ustedes han escuchado lo que se dijo a sus antepasados: «No matarás; el homicida tendrá que enfrentarse a un juicio.»
Pero yo les digo: Si uno se enoja con su hermano, es cosa que merece juicio. El que ha insultado a su hermano, merece ser llevado ante el Tribunal Supremo; si lo ha tratado de renegado de la fe, merece ser arrojado al fuego del infierno.
Por eso, si tú estás para presentar tu ofrenda en el altar, y te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti,
deja allí mismo tu ofrenda ante el altar, y vete antes a hacer las paces con tu hermano; después vuelve y presenta tu ofrenda.
Trata de llegar a un acuerdo con tu adversario mientras van todavía de camino al juicio. ¿O prefieres que te entregue al juez, y el juez a los guardias, que te encerrarán en la cárcel?
En verdad te digo: no saldrás de allí hasta que hayas pagado hasta el último centavo.



 

 










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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: campitos0 Enviado: 13/06/2013 22:08

Comentario: P. Julio César RAMOS González SDB (Mendoza, Argentina)

Si vuestra justicia no es mayor (...) no entraréis en el Reino de los Cielos

Hoy, Jesús nos invita a ir más allá de lo que puede vivir cualquier mero cumplidor de la ley. Aún, sin caer en la concreción de malas acciones, muchas veces la costumbre endurece el deseo de la búsqueda de la santidad, amoldándonos acomodaticiamente a la rutina del comportarse bien, y nada más. San Juan Bosco solía repetir: «Lo bueno, es enemigo de lo óptimo». Allí es donde nos llega la Palabra del Maestro, que nos invita a hacer cosas “mayores” (cf. Mt 5,20), que parten de una actitud distinta. Cosas mayores que, paradójicamente, pasan por las menores, por las más pequeñas. Encolerizarse, menospreciar y renegar del hermano no son adecuadas para el discípulo del Reino, que ha sido llamado a ser —nada más y nada menos— que sal de la tierra y luz del mundo (cf. Mt 5,13-16), desde la vigencia de las bienaventuranzas (cf. Mt 5,3-12).

Jesús, con autoridad, cambia la interpretación del precepto negativo “No matar” (cf. Ex 20,13) por la interpretación positiva de la profunda y radical exigencia de la reconciliación, puesta —para mayor énfasis— en relación con el culto. Así, no hay ofrenda que sirva cuando «te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti» (Mt 5,23). Por eso, importa arreglar cualquier pleito, porque de lo contrario la invalidez de la ofrenda se volverá contra ti (cf. Mt 5,26).


Todo esto, sólo lo puede movilizar un gran amor. Nos dirá san Pablo: «En efecto lo de: No adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás y todos los demás preceptos, se resumen en esta fórmula: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. La caridad no hace mal al prójimo. La caridad es, por tanto, la ley en su plenitud» (Rom 13,9-10). Pidamos ser renovados en el don de la caridad —hasta el mínimo detalle— para con el prójimo, y nuestra vida será la mejor y más auténtica ofrenda a Dios.





 
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