Fresa estupenda
El pobre pesimista todo lo ve al revés. Para él el día está emparedado entre dos noches.
Y un vaso que contiene agua hasta la mitad, para él está medio vacío.
Como aquel fariseo recalcitrante que, en vez de asombrarse al ver a Jesús
caminando sobre las aguas del lago de Genesaret, exclamó:
«Dice que es Hijo de Dios, y ni siquiera sabe nadar».
Un optimista, en cambio, perseguido por un tigre, llegó corriendo a un precipicio
y se colgó agarrado a una raíz. El tigre le olfateaba desde arriba.
El hombre miró hacia abajo, y en el fondo le esperaba otro tigre.
Dos ratones empezaron a roer la raíz.
Entonces encontró a su lado una fresa estupenda.
Se agarró a la raíz con una mano, y con la otra cogió la fresa.
¡Qué rica estaba!
Autor: Padre Justo López Melús
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