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General: EVANGELIO DE HOY MARTES 9 DE JULIO DE 2013
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Resposta  Mensagem 1 de 2 no assunto 
De: campitos0  (Mensagem original) Enviado: 09/07/2013 12:33

 

 

Martes de la decimocuarta semana del tiempo ordinario

Libro de Génesis 32,23-33. 
Aquella noche, Jacob se levantó, tomó a sus dos mujeres, a sus dos sirvientas y a sus once hijos, y cruzó el vado de Iaboc. 
Después que los hizo cruzar el torrente, pasó también todas sus posesiones. 
Entonces se quedó solo, y un hombre luchó con él hasta rayar el alba. 
Al ver que no podía dominar a Jacob, lo golpeó en la articulación del fémur, y el fémur de Jacob se dislocó mientras luchaban. 
Luego dijo: "Déjame partir, porque ya está amaneciendo: .Pero Jacob replicó: "No te soltaré si antes no me bendices". 
El otro le preguntó: "¿Cómo te llamas?", "Jacob", respondió. 
El añadió: "En adelante no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido". 
Jacob le rogó: "Por favor, dime tu nombre". Pero él respondió: "¿Cómo te atreves a preguntar mi nombre?". Y allí mismo lo bendijo. 
Jacob llamó a aquel lugar con el nombre de Peniel, porque dijo: "He visto a Dios cara a cara, y he salido con vida". 
Mientras atravesaba Peniel, el sol comenzó a brillar, y Jacob iba rengueando del muslo. 
Por eso los israelitas no comen hasta el presente el nervio ciático que está en la articulación del fémur, porque Jacob fue tocado en la articulación del fémur, en el nervio ciático. 


Salmo 17(16),1.2-3.6-7.8b.15. 
Escuha mi grito, Señor, atiende a mis clamores, presta atención a mi plegaria, pues no hay engaño en mis labios.
Dicta tú mi sentencia, pues tus ojos ven lo que es recto.
Puedes escudriñar mi corazón o visitarme de noche, o probarme en el crisol, no hallarás crimen en mí:
A ti te llamo, oh Dios, esperando tu respuesta; inclina a mí tu oído y escucha mi ruego.

Renueva tus bondades, tú que salvas del agresor a los que se refugian bajo tu diestra.
Guárdame como a la niña de tus ojos, escóndeme a la sombra de tus alas,
Y yo, como justo, contemplaré tu rostro, y al despertar, me saciaré de tu semblante. 


Evangelio según San Mateo 9,32-38. 
En cuanto se fueron los ciegos, le presentaron a un mudo que estaba endemoniado. 
El demonio fue expulsado y el mudo comenzó a hablar. La multitud, admirada, comentaba: "Jamás se vio nada igual en Israel". 
Pero los fariseos decían: "El expulsa a los demonios por obra del Príncipe de los demonios". 
Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias. 
Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. 
Entonces dijo a sus discípulos: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. 
Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha."

 

 

 



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De: campitos0 Enviado: 09/07/2013 12:34

Comentario: Rev. D. Joan SOLà i Triadú (Girona, España)

Rogad (...) al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies

Hoy, el Evangelio nos habla de la curación de un endemoniado mudo que provoca diferentes reacciones en los fariseos y en la multitud. Mientras que los fariseos, ante la evidencia de un prodigio innegable, lo atribuyen a poderes diabólicos —«Por el Príncipe de los demonios expulsa a los demonios» (Mt 9,34)—, la multitud se maravilla: «Jamás se vio cosa igual en Israel» (Mt 9,33). San Juan Crisóstomo, comentando este pasaje, dice: «Lo que en verdad molestaba a los fariseos era que consideraran a Jesús como superior a todos, no sólo a los que entonces existían, sino a todos los que habían existido anteriormente».

A Jesús no le preocupaba la animadversión de los fariseos, Él continuaba fiel a su misión. Es más, Jesús, ante la evidencia de que los guías de Israel, en vez de cuidar y apacentar el rebaño, lo que hacían era descarriarlo, se apiadó de aquellas multitudes cansadas y abatidas, como ovejas sin pastor. Que las multitudes desean y agradecen una buena guía quedó comprobado en las visitas pastorales del Papa Juan Pablo II a tantos países del mundo. ¡Cuántas multitudes reunidas a su alrededor! ¡Cómo escuchaban su palabra, sobre todo los jóvenes! Y eso que el Papa no rebajaba el Evangelio, sino que lo predicaba con todas sus exigencias.

Todos nosotros, «si fuéramos consecuentes con nuestra fe, —dice san Josemaría Escrivá— al mirar a nuestro alrededor y contemplar el espectáculo de la historia y del mundo, no podríamos menos de sentir que se elevan en nuestro corazón los mismos sentimientos que animaron al de Jesucristo», lo cual nos conduciría a una generosa tarea apostólica. Pero es evidente la desproporción que existe entre las multitudes que esperan la predicación de la Buena Nueva del Reino y la escasez de obreros. La solución nos la da Jesús al final del Evangelio: rogad al Dueño de la mies que envíe obreros a sus campos (cf. Mt 9,38).




 
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