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General: EVANGELIO DE HOY VIERNES 1 DE JULIO DE 2013
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: campitos0  (Mensaje original) Enviado: 04/08/2013 22:56

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Viernes de la decimoséptima semana del tiempo ordinario

Libro del Levítico 23,1.4-11.15-16.27.34b-37. 
El Señor dijo a Moisés: 
Las fiestas del Señor, las asambleas litúrgicas que ustedes convocarán a su debido tiempo, son las siguientes: 
En el primer mes, el día catorce, al ponerse el sol, se celebrará la Pascua del Señor, 
y el quince de ese mismo mes tendrá lugar la fiesta de los Acimos en honor del Señor. Durante siete días comerán panes sin levadura. 
El primer día tendrán una asamblea litúrgica y no harán ningún trabajo servil. 
Durante siete días ofrecerán una ofrenda que se quema para el Señor. El séptimo día habrá una asamblea litúrgica y ustedes no harán ningún trabajo servil. 
El Señor dijo a Moisés: 
Habla en estos términos a los israelitas: Cuando entren en la tierra que yo les doy y cuando recojan la cosecha, entregarán al sacerdote la primera gavilla. 
El día siguiente al sábado, él la ofrecerá al Señor con el gesto de presentación, para que les sea aceptada; 
También contarán siete semanas, a partir del día en que entreguen la gavilla ofrecida con el gesto de presentación, o sea a partir del día siguiente al sábado. Las semanas deberán ser completas. 
Por eso tendrán que contar hasta el día siguiente al séptimo sábado: cincuenta días en total. Entonces ofrecerán al Señor una ofrenda de grano nuevo. 
Además, el décimo día de ese séptimo mes, será el día de la Expiación. Habrá una asamblea litúrgica, observarán el ayuno y presentarán una ofrenda que se quema para el Señor. 
Habla en estos términos a los israelitas: Además, el día quince de este séptimo mes se celebrará la fiesta de las Chozas en honor del Señor, durante siete días. 
El primer día habrá una asamblea litúrgica, y ustedes no harán ningún trabajo servil. 
Durante siete días presentarán una ofrenda que se quema para el Señor. Al octavo día, celebrarán una asamblea litúrgica y presentarán una ofrenda que se quema para el Señor: es una asamblea solemne y ustedes no harán ningún trabajo. 
Estas son las fiestas del Señor, en las que ustedes convocarán las asambleas litúrgicas y presentarán ofrendas que se queman para el Señor - holocaustos, oblaciones, sacrificios y libaciones, según corresponda a cada día - 


Salmo 81(80),3-4.5-6b.10-11b. 
Entonen los salmos y toquen los tambores, 
la melodiosa cítara y la lira!
Que suene el cuerno para el primero del mes, 
para la luna llena, el día de nuestra fiesta.

Pues es una ley en Israel, 
una ordenanza del Dios de Jacob;
un decreto que impuso a José, 
cuando salió de la tierra de Egipto. 
Oyó, entonces, una voz desconocida:

No tengas en tu casa un dios extraño, 
ni te prosternes ante un dios de afuera:
Yo soy Yavé, tu Dios, 
que te hice subir de la tierra de Egipto. 
Abre tu boca y te la llenaré».



Evangelio según San Mateo 13,54-58. 
Y, al llegar a su pueblo, se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal manera que todos estaban maravillados. "¿De dónde le viene, decían, esta sabiduría y ese poder de hacer milagros? 
¿No es este el hijo del carpintero? ¿Su madre no es la que llaman María? ¿Y no son hermanos suyos Santiago, José, Simón y Judas? 
¿Y acaso no viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde le vendrá todo esto?". 
Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo. Entonces les dijo: "Un profeta es despreciado solamente en su pueblo y en su familia". 
Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la falta de fe de esa gente.

 

 

 

 

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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: campitos0 Enviado: 04/08/2013 22:57
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Comentario: Rev. D. Jordi POU i Sabater (Sant Jordi Desvalls, Girona, España)

Un profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio

Hoy, como ayer, hablar de Dios a quienes nos conocen desde siempre resulta difícil. En el caso de Jesús, san Juan Crisóstomo comenta: «Los de Nazaret se admiran de Él, pero esta admiración no les lleva a creer, sino a sentir envidia, es como si dijeran: ‘¿Por qué Él y no yo?’». Jesús conocía bien a aquellos que en vez de escucharle se escandalizaban de Él. Eran parientes, amigos, vecinos a quienes apreciaba, pero justamente a ellos no les podrá hacer llegar su mensaje de salvación.

Nosotros —que no podemos hacer milagros ni tenemos la santidad de Cristo— no provocaremos envidias (aun cuando en ocasiones pueda suceder si realmente nos esforzamos por vivir cristianamente). Sea como sea, nos encontraremos a menudo, como Jesús, con que aquellos a quienes más amamos o apreciamos son quienes menos nos escuchan. En este sentido, debemos tener presente, también, que se ven más los defectos que las virtudes y que aquellos a quienes hemos tenido a nuestro lado durante años pueden decir interiormente: —Tú que hacías (o haces) esto o aquello, ¿qué me vas a enseñar a mí?

Predicar o hablar de Dios entre la gente de nuestro pueblo o familia es difícil pero necesario. Hace falta decir que Jesús cuando va a su casa está precedido por la fama de sus milagros y de su palabra. Quizás nosotros también necesitaremos, un poco, establecer una cierta fama de santidad fuera (y dentro) de casa antes de “predicar” a los de casa.

San Juan Crisóstomo añade en su comentario: «Fíjate, te lo ruego, en la amabilidad del Maestro: no les castiga por no escucharle, sino que dice con dulzura: ‘Un profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio’ (Mt 13,57)». Es evidente que Jesús se iría triste de allí, pero continuaría rogando para que su palabra salvadora fuera bien recibida en su pueblo. Y nosotros (que nada habremos de perdonar o pasar por alto), lo mismo tendremos que orar para que la palabra de Jesús llegue a aquellos a quienes amamos, pero que no quieren escucharnos.



 
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