NUESTRA SEÑORA DEL PILAR.
Según una piadosa y venerable tradición, la Virgen María, que aún vivía en carne mortal, se apareció, rodeada de ángeles y asentada sobre un pilar de mármol, al apóstol Santiago el Mayor que se hallaba predicando la fe cristiana a orillas del río Ebro en Zaragoza. Desde antiguo los cristianos levantaron allí una ermita en honor de la Madre de Dios, que con el correr de los siglos se ha convertido en una grandiosa basílica que acoge a innumerables fieles de todo el mundo. La advocación de la Virgen del Pilar ha sido y es objeto de un especial culto por parte de los aragoneses y de todos los españoles, y tiene una gran repercusión en América, descubierta por Colón el 12 de octubre de 1492. En la celebración de esta fiesta de la Virgen predomina la idea de su presencia materna en la Iglesia y de la firmeza que su intercesión y devoción procura al pueblo de Dios.
- Oración:
Dios todopoderoso y eterno, que en la gloriosa Madre de tu Hijo has concedido un amparo celestial a cuantos la invocan con la secular advocación del Pilar, concédenos, por su intercesión, fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.