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Y, de pronto, el timbre sonó.
-¿Estás ahí?- escuché-. ¡Es la hora!
-Ya voy- contesté automáticamente.
-Ya es tarde. Abre la puerta.
Estaba harto.
Pensé en agarrar el martillo y hacerlo...
Con un poco de suerte podría, de un sólo golpe,
terminar con el incesante martirio.
Sería maravilloso.
No más controles...
No más urgencias...
¡No más cárcel!
Tarde o temprano todos se enterarían de lo que hice...
Tarde o temprano alguien se animaría a imitarme...
Y después, quizá otro...
Y otro...
Y muchos otros ganarían coraje.
Una reacción en cadena que permitiría terminar para siempre con la opresión.
Deshacernos definitivamente de ellos.
Deshacernos de ellos en todas sus formas...
Pronto me di cuenta de que mi sueño era imposible. nuestra esclavitud parece ser, a la vez, nuestra única posibilidad...
Nosotros hemos creado a nuestros carceleros, y, ahora, sin ellos, la sociedad no existiría.
Es necesario que lo admita...
¡Ya no sabríamos vivir sin relojes!
JORGE BUCAY
de "Cuentos para pensar"
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