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General: EVANGELIO DE HOY LUNES 21 DE OCTUBRE DE 2013
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: campitos0  (Mensaje original) Enviado: 22/10/2013 09:43
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 Lunes de la vigésima novena semana del tiempo ordinario

Carta de San Pablo a los Romanos 4,20-25. 
El no dudó de la promesa de Dios, por falta de fe, sino al contrario, fortalecido por esa fe, glorificó a Dios, 
plenamente convencido de que Dios tiene poder para cumplir lo que promete. 
Por eso, la fe le fue tenida en cuenta para su justificación. 
Pero cuando dice la Escritura: Dios tuvo en cuenta su fe, no se refiere únicamente a Abraham, sino también a nosotros, 
que tenemos fe en aquel que resucitó a nuestro Señor Jesús, 
el cual fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación. 


Evangelio según San Lucas 1,69-70.71-72.73-75. 
Y nos ha dado un poderoso Salvador en la casa de David, su servidor,
como lo había anunciado mucho tiempo antes por boca de sus santos profetas, 
para salvarnos de nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos odian. 
Así tuvo misericordia de nuestros padres y se acordó de su santa Alianza,

del juramento que hizo a nuestro padre Abraham 
de concedernos que, libres de temor, arrancados de las manos de nuestros enemigos, 
lo sirvamos en santidad y justicia bajo su mirada, durante toda nuestra vida. 


Evangelio según San Lucas 12,13-21. 
Uno de la multitud le dijo: "Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia". 
Jesús le respondió: "Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?". 
Después les dijo: "Cuídense de toda avaricia, porque aún en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas". 
Les dijo entonces una parábola: "Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho, 
y se preguntaba a sí mismo: '¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha'. 
Después pensó: 'Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, 
y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida'. 
Pero Dios le dijo: 'Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?'. 
Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios".
 


 

 

 

 

silvia6.png picture by silvygilbert

 



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: campitos0 Enviado: 22/10/2013 09:43

Comentario: Fray Lluc TORCAL Monje del Monasterio de Sta. Mª de Poblet (Santa Maria de Poblet, Tarragona, España)

La vida de uno no está asegurada por sus bienes

Hoy, el Evangelio, si no nos tapamos los oídos y no cerramos los ojos, causará en nosotros una gran conmoción por su claridad: «Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes» (Lc 12,15). ¿Qué es lo que asegura la vida del hombre?

Sabemos muy bien en qué está asegurada la vida de Jesús, porque Él mismo nos lo ha dicho: «El Padre tiene el poder de dar la vida, y ha dado al Hijo ese mismo poder» (Jn 5,26). Sabemos que la vida de Jesús no solamente procede del Padre, sino que consiste en hacer su voluntad, ya que éste es su alimento, y la voluntad del Padre equivale a realizar su gran obra de salvación entre los hombres, dando la vida por sus amigos, signo del más excelso amor. La vida de Jesús es, pues, una vida recibida totalmente del Padre y entregada totalmente al mismo Padre y, por amor al Padre, a los hombres. La vida humana, ¿podrá ser entonces suficiente en sí misma? ¿Podrá negarse que nuestra vida es un don, que la hemos recibido y que, solamente por eso, ya debemos dar gracias? «Que nadie crea que es dueño de su propia vida» (San Jerónimo).

Siguiendo esta lógica, sólo falta preguntarnos: ¿Qué sentido puede tener nuestra vida si se encierra en sí misma, si halla su agrado al decirse: «Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea» (Lc 12,19)? Si la vida de Jesús es un don recibido y entregado siempre en el amor, nuestra vida —que no podemos negar haber recibido— debe convertirse, siguiendo a la de Jesús, en una donación total a Dios y a los hermanos, porque «quien vive preocupado por su vida, la perderá» (Jn 12,25).



 
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