DADORES DE AMOR
Aunque me lo combatan, yo regalo todo cuanto tengo.
Y le doy a todo el que quiera recibir... ¡no quiero dejar esa encomienda
a mis herederos!
La vida se hace dando y dándose... y cada uno es responsable de su
propio reparto.
No ser presencia de la vida, sino instrumentos de distribución...
¡dadores de amor!
Hay que dar espontáneamente, sin poner la cadena de la gratitud al cuello
del que recibe... porque se agrandaría el espacio entre los dos.
El que da, se va entretejiendo con hilos dorados en la tela de la vida,
para irla rebordando y cubrirse con ella al final de los años.
Hay quien tiene necesidad de dar como la rosa que sola te sale al camino,
y hay quien tiene necesidad de recibir como la semilla surgida de savia para
nutrirse; y en ese trasiego de los unos con los otros está la mano abierta de
Dios.
Dar lo que tenemos es una batalla ganada por la generosidad a favor de otra
persona... un despojo deseado y alegre. Un traspaso sin firma, sin contrato, ni remuneración... pero bien pagado por esa anchura luminosa que quedó en
tu corazón.
Da lo que tienes y quédate con lo único verdaderamente tuyo:
El inmenso placer de poner en manos de otros el alivio, el consuelo, la solución... algo que les facilite la vida y les ayude a ser felices... porque
se puede dar sin amor.... ¡pero no se puede dar sin amar!
Zenaida Bacardí de Argamasilla
|