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General: EVANGELIO DE HOY VIERNES 8 DE NOVIEMBRE DEL 2013
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: campitos0  (Mensaje original) Enviado: 08/11/2013 14:19

 

Pedro.jpg picture by judaporsiempre

 

 

 

 

 

 

Jueves de la trigésima primera semana del tiempo ordinario

Carta de San Pablo a los Romanos 14,7-12. 
Ninguno de nosotros vive para sí, ni tampoco muere para sí. 
Si vivimos, vivimos para el Señor, y si morimos, morimos para el Señor: tanto en la vida como en la muerte, pertenecemos al Señor. 
Porque Cristo murió y volvió a la vida para ser Señor de los vivos y de los muertos. 
Entonces, ¿Con qué derecho juzgas a tu hermano? ¿Por qué lo desprecias? Todos, en efecto, tendremos que comparecer ante el tribunal de Dios, 
porque está escrito: Juro que toda rodilla se doblará ante mí y toda lengua dará gloria a Dios, dice el Señor. 
Por lo tanto, cada uno de nosotros tendrá que rendir cuenta de sí mismo a Dios. 


Salmo 27(26),1.4.13-14. 
El Señor es mi luz y mi salvación, 
¿a quién he de temer? 
Amparo de mi vida es el Señor, 
¿ante quién temblaré?

Una cosa al Señor sólo le pido, 
la cosa que yo busco 
es habitar en la casa del Señor 
mientras dure mi vida, 
para gozar de la dulzura del Señor 
y cuidar de su santuario.

La bondad del Señor espero ver 
en la tierra de los vivientes.
Confía en el Señor, ¡ánimo, arriba!, 
espera en el Señor. 



Evangelio según San Lucas15,1-10. 
Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. 
Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: "Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos". 
Jesús les dijo entonces esta parábola: 
"Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla? 
Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, 
y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: "Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido". 
Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse". 
Y les dijo también: "Si una mujer tiene diez dracmas y pierde una, ¿no enciende acaso la lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? 
Y cuando la encuentra, llama a sus amigas y vecinas, y les dice: "Alégrense conmigo, porque encontré la dracma que se me había perdido". 
Les aseguro que, de la misma manera, se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte". 

 

 

 

 

 

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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: campitos0 Enviado: 08/11/2013 14:19

Comentario: Rev. D. Francesc NICOLAU i Pous (Barcelona, España)

Habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta

Hoy, el evangelista de la misericordia de Dios nos expone dos parábolas de Jesús que iluminan la conducta divina hacia los pecadores que regresan al buen camino. Con la imagen tan humana de la alegría, nos revela la bondad de Dios que se complace en el retorno de quien se había alejado del pecado. Es como un volver a la casa del Padre (como dirá más explícitamente en Lc 15,11-32). El Señor no vino a condenar el mundo, sino a salvarlo (cf. Jn 3,17), y lo hizo acogiendo a los pecadores que con plena confianza «se acercaban a Jesús para oírle» (Lc 15,1), ya que Él les curaba el alma como un médico cura el cuerpo de los enfermos (cf. Mt 9,12). Los fariseos se tenían por buenos y no sentían necesidad del médico, y es por ellos —dice el evangelista— que Jesús propuso las parábolas que hoy leemos.

Si nosotros nos sentimos espiritualmente enfermos, Jesús nos atenderá y se alegrará de que acudamos a Él. Si, en cambio, como los orgullosos fariseos pensásemos que no nos es necesario pedir perdón, el Médico divino no podría obrar en nosotros. Sentirnos pecadores lo hemos de hacer cada vez que recitamos el Padrenuestro, ya que en él decimos «perdona nuestras ofensas...». ¡Y cuánto hemos de agradecerle que lo haga! ¡Cuánto agradecimiento también hemos de sentir por el sacramento de la reconciliación que ha puesto a nuestro alcance tan compasivamente! Que la soberbia no nos lo haga menospreciar. San Agustín nos dice que Jesucristo, Dios Hombre, nos dio ejemplo de humildad para curarnos del “tumor” de la soberbia, «ya que gran miseria es el hombre soberbio, pero más grande misericordia es Dios humilde».

Digamos todavía que la lección que Jesús da a los fariseos es ejemplar también para nosotros; no podemos alejar de nosotros a los pecadores. El Señor quiere que nos amemos como Él nos ha amado (cf. Jn 13,34) y hemos de sentir gran gozo cuando podamos llevar una oveja errante al redil o recobrar una moneda perdida.



 
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