Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

NUESTRO MUNDO
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 ☼General☼ 
 ☼Normas d Nuestro Mundo☼ 
 ☼Oremos☼ 
 ☼Nuestra Capilla☼ 
 ☼Cumpleaños☼ 
 ☼Reflexiones☼ 
 ☼Poesías y Poemas☼ 
 ☼A cocinar!!☼ 
 ☼Ofrecimientos de firmas☼ 
 ☼Retirar firmas☼ 
 ☼Grupos Amigos☼ 
 Rincón de Juanito (Sus Rutas Antiguas) 
 
 
  Herramientas
 
General: EVANGELIO DE HOY DOMINGO 10 DE NOVIEMBRE DEL 2013
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: campitos0  (Mensaje original) Enviado: 10/11/2013 23:14

 

 

 Trigésimo segundo Domingo del tiempo ordinario

Segundo Libro de Macabeos 7,1-2.9-14. 
También fueron detenidos siete hermanos, junto con su madre. El rey, flagelándolos con azotes y tendones de buey, trató de obligarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la Ley. 
Pero uno de ellos, hablando en nombre de todos, le dijo: "¿Qué quieres preguntar y saber de nosotros? Estamos dispuestos a morir, antes que violar las leyes de nuestros padres". 
Y cuando estaba por dar el último suspiro, dijo: "Tú, malvado, nos privas de la vida presente, pero el Rey del universo nos resucitará a una vida eterna, ya que nosotros morimos por sus leyes". 
Después de este, fue castigado el tercero. Apenas se lo pidieron, presentó su lengua, extendió decididamente sus manos 
y dijo con valentía: "Yo he recibido estos miembros como un don del Cielo, pero ahora los desprecio por amor a sus leyes y espero recibirlos nuevamente de él". 
El rey y sus acompañantes estaban sorprendidos del valor de aquel joven, que no hacía ningún caso de sus sufrimientos. 
Una vez que murió este, sometieron al cuarto a la misma tortura y a los mismos suplicios. 
Y cuando ya estaba próximo a su fin, habló así: "Es preferible morir a manos de los hombres, con la esperanza puesta en Dios de ser resucitados por él. Tú, en cambio, no resucitarás para la vida". 


Salmo 17(16),1.5-6.8.15. 
Escuha mi grito, Señor, 
atiende a mis clamores, 
presta atención a mi plegaria, 
pues no hay engaño en mis labios.

Afirma mis pasos en tus caminos 
para que no tropiecen mis pies.
A ti te llamo, oh Dios, 
esperando tu respuesta; 
inclina a mí tu oído 
y escucha mi ruego.

Guárdame como a la niña de tus ojos, 
escóndeme a la sombra de tus alas,
Y yo, como justo, 
contemplaré tu rostro, 
y al despertar, 
me saciaré de tu semblante. 



Segunda Carta de San Pablo a los Tesalonicenses 2,16-17.3,1-5. 
Que nuestro Señor Jesucristo y Dios, nuestro Padre, que nos amó y nos dio gratuitamente un consuelo eterno y una feliz esperanza, 
los reconforte y fortalezca en toda obra y en toda palabra buena. 
Finalmente, hermanos, rueguen por nosotros, para que la Palabra del Señor se propague rápidamente y sea glorificada como lo es entre ustedes. 
Rueguen también para que nos veamos libres de los hombres malvados y perversos, ya que no todos tienen fe. 
Pero el Señor es fiel: él los fortalecerá y los preservará del Maligno. 
Nosotros tenemos plena confianza en el Señor de que ustedes cumplen y seguirán cumpliendo nuestras disposiciones. 
Que el Señor los encamine hacia el amor de Dios y les dé la perseverancia de Cristo. 


Evangelio según San Lucas 20,27-38. 
Se le acercaron algunos saduceos, que niegan la resurrección, 
y le dijeron: "Maestro, Moisés nos ha ordenado: Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda. 
Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos. 
El segundo 
se casó con la viuda, y luego el tercero. Y así murieron los siete sin dejar descendencia. 
Finalmente, también murió la mujer. 
Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?". 
Jesús les respondió: "En este mundo los hombres y las mujeres se casan, 
pero los que sean juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casarán. 
Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección. 
Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. 
Porque él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para él". 

 

 



Primer  Anterior  2 a 2 de 2  Siguiente   Último  
Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: campitos0 Enviado: 10/11/2013 23:15

Comentario: Mn. Ramon SàRRIAS i Ribalta (Andorra la Vella, Andorra)

No es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para Él todos viven

Hoy, Jesús hace una clara afirmación de la resurrección y de la vida eterna. Los saduceos ponían en duda, o peor todavía, ridiculizaban la creencia en la vida eterna después de la muerte, que —en cambio— era defendida por los fariseos y lo es también por nosotros.

La pregunta que hacen los saduceos a Jesús «¿de cuál de ellos será mujer en la resurrección? Porque los siete la tuvieron por mujer» (Lc 20,33) deja entrever una mentalidad jurídica de posesión, una reivindicación del derecho de propiedad sobre una persona. Además, la trampa que ponen a Jesús muestra un equívoco que todavía existe hoy; imaginar la vida eterna como una prolongación, después de la muerte, de la existencia terrenal. El cielo consistiría en la transposición de las cosas bonitas que ahora gozamos. 

Una cosa es creer en la vida eterna y otra es imaginarse cómo será. El misterio que no está rodeado de respeto y discreción, peligra ser banalizado por la curiosidad y, finalmente, ridiculizado.

La respuesta de Jesús tiene dos partes. En la primera quiere hacer entender que la institución del matrimonio ya no tiene razón de ser en la otra vida: «Los que alcancen a ser dignos de tener parte en aquel mundo y en la resurrección de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido» (Lc 20,35). Lo que sí perdura y llega a su máxima plenitud es todo lo que hayamos sembrado de amor auténtico, de amistad, de fraternidad, de justicia y verdad...

El segundo momento de la respuesta nos deja dos certezas: «No es un Dios de muertos, sino de vivos» (Lc 20,38). Confiar en este Dios quiere decir darnos cuenta de que estamos hechos para la vida. Y la vida consiste en estar con Él de manera ininterrumpida, para siempre. Además, «para Él todos viven» (Lc 20,38): Dios es la fuente de la vida. El creyente, sumergido en Dios por el bautismo, ha sido arrancado para siempre del dominio de la muerte. «El amor se convierte en una realidad cumplida si se incluye en un amor que proporcione realmente eternidad» (Benedicto XVI).



 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados