Montando el árbol de Navidad
El tiempo había venido y era otra vez hora de conseguir nuestro árbol. En el coche nos colocamos los muchachos y mi hermana en las rodillas de mamá.
Hacia fuera de la ciudad, el papá condujo millas y millas. Cuando por último él encontró el lugar, no podíamos contener nuestras sonrisas. El papá se dirigió a los árboles altos de pino con su hacha más aguda a disposición. Él los observó y por fin encontró el que buscaba, un abeto recto y alto. “Esto satisfará a tu mamá” dijo y él nos satisfizo de hecho a todos.
Con movimientos limpios y rápidos él tenía en una hora cortado el abeto. Colocamos el árbol encima del coche y nos dirigimos de nuevo a la ciudad. El adorno del árbol este año sería supervisado por Mum, nuestra mascota. El remate final, “el ángel” sería puesto por el más joven.
Este año sería nuestro hermoso bebé . Pero cuando levantamos al bebé para arriba, tropezamos y caímos sobre el árbol. Enredados en los ajustes montados en el árbol, éste se vino abajo. Entre rasgones y gritos enderezamos el árbol en medio del salón.
Continué la tradición con mis niños, como cada cada año. Pero cuando vino el momento de poner el “ángel” arriba tuvimos miedo de romper las alas de cristal y colocamos el abeto en un gran pote
de cemento reforzado!
¡Qué gran momento era, cada año, el montaje del árbol de Navidad!
A/D
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