Una mujer desaparece de su hogar. Su familia y amigos la buscan y, al tercer día, encuentran su cadáver desmembrado. El asesinato, según un medio noticioso, se debió a que ella “rechazó avances amorosos” del asesino confeso. ¿Es ésta una razón válida para que una fémina sea ultimada? ¿Se le puede llamar amor al comportamiento del agresor?
Esta pregunta se la hicieron los lectores del periódico El Nuevo Día el pasado martes 19 de noviembre. El medio publicó por la mañana en su página web una noticia sobre el asesinato de Ivonne Negrón Cintrón a manos de su vecino Juan Ramos Álamo. La mujer desapareció el viernes 15 de noviembre y tras varias búsquedas, se encontraron sus restos dentro de la casa del hombre y sus alrededores. Con el titular “Crimen en Gurabo podría ser por rechazo amoroso”, el diario publicó una nota con la que pretendía dar cuenta de los acontecimientos. Sin embargo, el resultado fue otro.
Tras la publicación, los usuarios de las redes sociales reaccionaron con indignación ante el planteamiento de que el hombre le quitó la vida porque ella rechazó su acercamiento romántico. El titular, alegaron en sus comentarios, justificaba al asesino y culpaba a la víctima. Además, la frase afirmaba que Ramos Álamo sentía amor por su vecina, lo que resulta contradictorio porque si en verdad la hubiera amado, no la hubiese matado.
En realidad, la teoría del asesinato partió de una idea del atacante y el medio se limitó a repetirla. Esto se puede comprobar al leer uno de los párrafos de la nota que incluía las siguientes declaraciones del hombre: “Detalló, sin embargo, que él estaba enamorado de Negrón Cintrón y ésta no le correspondía. Se cree que ese rechazo es la motivación del crimen”. La impresión que deja esta oración en el lector es que si un hombre fuerza a una mujer a tener intimidad con él y ésta lo rechaza, él puede disponer de ella como le plazca porque no le “cumplió”, como si se le asignara a la mujer esa obligación.
El mismo día por la tarde, tras las denuncias de la gente, se actualizó la noticia con otro titular: “Vecino confiesa asesinato de mujer en Gurabo”. Se reescribió la frase sin especular en las razones del crimen, en un claro intento por enmendar la cobertura errada que se realizó.
Asimismo, el día siguiente, en la versión impresa del periódico, se publicó una historia en la que se intentó eliminar la justificación al comportamiento del agresor. En el cuerpo de la noticia se incluyó el subtítulo “Lo que dijo el detenido” y se reprodujeron las declaraciones de Ramos Álamo: le hizo un acercamiento sexual a su vecina y, como ella lo rechazó, la apuñaló en el baño. En esta ocasión, se quiso poner de manifiesto que la excusa la ofreció él, no el periódico.
¿Por qué los medios de comunicación cubren noticias sobre este tema con juicios de valoración contra las afectadas? Pueden existir varias razones. La primera, que los reporteros se limitan a citar a los victimarios sin realizar análisis más profundos. Si bien es cierto que como parte de la redacción noticiosa el periodista adjudica las citas a las fuentes que ofrecen la información, también es cierto que en casos como éstos no se puede dar absoluta credibilidad al agresor.
La otra razón es que los periodistas son gente común y corriente que también pueden verse afectados por la cultura del machismo que impera en la sociedad. Al ocurrir estos crímenes, se intenta buscar alguna explicación para el hecho, aunque la conclusión que resulte de ese análisis sea equivocada. Según los estudiosos del tema, algunas de las causas reales de la violencia contra las mujeres son el sistema patriarcal que impera en gran parte del mundo, que las pone en desventaja socioeconómica frente al hombre, y los estereotipos que se les asignan a ambos géneros.
La cobertura en la prensa puede cambiar si se dan ciertas circunstancias. Las universidades tienen que preparar a los estudiantes de periodismo para cubrir estos incidentes sin prejuicios. Asimismo, los reporteros activos deben recibir talleres de educación continua ofrecidos por expertos en el tema. También, las organizaciones que trabajan con las sobrevivientes de violencia pueden monitorear la cobertura mediática con frecuencia, hacer análisis y presentarle los hallazgos al País para crear conciencia. Y a los lectores les corresponde una tarea igual de importante: educarse sobre el tema para que fiscalicen el contenido de las noticias.
*La autora es graduada de la Maestría en Redacción para los Medios de la Universidad del Sagrado Corazón. Su proyecto de tesis, Martirizadas dos veces: el trato a las víctimas de violencia doméstica en las noticias de El Nuevo Día, consistió de 31 artículos periodísticos en los que se analizaron 56 noticias sobre violencia doméstica publicadas en ese diario en el periodo entre junio de 2006 a septiembre de 2008.