ANTE DIOS, YO BAILARÉ
Niko Kazantzakis, en su novela "El pobre de Asís", ha profundizado como nadie en la dimensión lúdica
de Francisco; y en la escena del encuentro del santo con el Papa describe con gran belleza este hecho:
"Desde el rincón donde me encontraba yo escuchaba a Francisco temblando y mirando sus pies que se
movían con impaciencia. Esbozaba un paso a la derecha, después otro a la izquierda, como los buenos
bailarines, que empiezan muy suavemente, casi en secreto, antes de lanzarse al torbellino del baile. El
espíritu de Dios le trastornaba la mente, sin duda. Pronto batiría palmas y se pondría a bailar...
Como esperaba, Francisco levantó los brazos y exclamó:
-Santo Padre, me han dado ganas, aunque te disguste, de lanzar un gran grito y de ponerme a bailar.
¡El viento de Dios sopla a mi alrededor y me arrastra como una hoja muerta!
Me acerqué a él y le dije:
-Francisco, hermano mío, estás delante del Papa... ¡Debes mostrar más respeto!
-Me encuentro ante Dios, respondió en voz alta. ¿Cómo quieres que llegue hasta Él, sino bailando
y cantando?
Inclinó la cabeza, separó los brazos, adelantó un pie, después otro, dobló las rodillas, tomó impulso
y saltó. Así, con los brazos abiertos, parecía un Cristo danzante.
Me arrojé a los pies del Papa:
-Santo Padre, perdónalo. Está ebrio de Dios y ya no sabe donde está. Siempre baila cuando reza."
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