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De: campitos0 (Mensaje original) |
Enviado: 28/01/2014 13:58 |
Fiesta de la Conversión de san Pablo, apóstol
Libro de los Hechos de los Apóstoles 22,3-16. "Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero me he criado en esta ciudad y he sido iniciado a los pies de Gamaliel en la estricta observancia de la Ley de nuestros padres. Estaba lleno de celo por Dios, como ustedes lo están ahora. Perseguí a muerte a los que seguían este Camino, llevando encadenados a la prisión a hombres y mujeres; el Sumo Sacerdote y el Consejo de los ancianos son testigos de esto. Ellos mismos me dieron cartas para los hermanos de Damasco, y yo me dirigí allá con el propósito de traer encadenados a Jerusalén a los que encontrara en esa ciudad, para que fueran castigados. En el camino y al acercarme a Damasco, hacia el mediodía, una intensa luz que venía del cielo brilló de pronto a mi alrededor. Caí en tierra y oí una voz que me decía: 'Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?'. Le respondí: '¿Quién eres, Señor?', y la voz me dijo: 'Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues'. Los que me acompañaban vieron la luz, pero no oyeron la voz del que me hablaba. Yo le pregunté: '¿Qué debo hacer, Señor?'. El Señor me dijo: 'Levántate y ve a Damasco donde se te dirá lo que debes hacer'. Pero como yo no podía ver, a causa del resplandor de esa luz, los que me acompañaban me llevaron de la mano hasta Damasco. Un hombre llamado Ananías, fiel cumplidor de la Ley, que gozaba de gran prestigio entre los judíos del lugar, vino a verme y, acercándose a mí, me dijo: 'Hermano Saulo, recobra la vista'. Y en ese mismo instante, pude verlo. El siguió diciendo: 'El Dios de nuestros padres te ha destinado para conocer su voluntad, para ver al Justo y escuchar su Palabra, porque tú darás testimonio ante todos los hombres de lo que has visto y oído. Y ahora, ¿qué esperas? Levántate, recibe el bautismo y purifícate de tus pecados, invocando su Nombre'.
Salmo 117(116),1.2. ¡Alaben al Señor en todas las naciones, y festéjenlo todos los pueblos! Pues su amor hacia nosotros es muy grande, y la lealtad del Señor es para siempre.
Evangelio según San Marcos 16,15-18. Entonces les dijo: "Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán".
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Comentario: Rev. D. Josep GASSÓ i Lécera (Corró d'Avall, Barcelona, España)
Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva
Hoy, la Iglesia celebra la fiesta de la Conversión de san Pablo, apóstol. El breve fragmento del Evangelio según san Marcos recoge una parte del discurso acerca de la misión que confiere el Señor resucitado. Con la exhortación a predicar por todo el mundo va unida la tesis de que la fe y el bautismo son requisitos necesarios para la salvación: «El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará» (Mc 16,16). Además, Cristo garantiza que a los predicadores se les dará la facultad de hacer prodigios o milagros que habrán de apoyar y confirmar su predicación misionera (cf. Mc 16,17-18). La misión es grande —«Id por todo el mundo»—, pero no faltará el acompañamiento del Señor: «Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).
La oración colecta de hoy, propia de la fiesta, nos dice: «Oh Dios, que con la predicación del Apóstol san Pablo llevaste a todos lo pueblos al conocimiento de la verdad, concédenos, al celebrar hoy su conversión, que, siguiendo su ejemplo, caminemos hacia Ti como testigos de tu verdad». Una verdad que Dios nos ha concedido conocer y que tantas y tantas almas desearían poseer: tenemos la responsabilidad de transmitir hasta donde podamos este maravilloso patrimonio.
La Conversión de san Pablo es un gran acontecimiento: él pasa de perseguidor a convertido, es decir, a servidor y defensor de la causa de Cristo. Muchas veces, quizá, también nosotros mismos hacemos de “perseguidores”: como san Pablo, tenemos que convertirnos de “perseguidores” a servidores y defensores de Jesucristo.
Con Santa María, reconozcamos que el Altísimo también se ha fijado en nosotros y nos ha escogido para participar de la misión sacerdotal y redentora de su Hijo divino: Regina apostolorum, Reina de los apóstoles, ¡ruega por nosotros!; haznos valientes para dar testimonio de nuestra fe cristiana en el mundo que nos toca vivir.
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