VESTIDOS NUEVOS
Creo, a veces, que las plantas son como las mujeres: les gusta
cambiar de traje. Por eso, en Otoño arrojan todas sus amarillentas
hojas al suelo y en Primavera se visten de brotes brillantes.
¡Es que, de veras, es tan lindo ponerse un vestido nuevo!
Y las acacias se adornan de moños blancos, los aromas de lunares
de oro, los plátanos de borlitas verdes y los miositis, como
"Piel de Asno", le piden al hada de las flores un vestido hecho de cielo.
¡Hasta los cardos, tan ásperos, sienten despertar su coquetería y se
prenden entre las duras greñas un penacho azul!
¡Me río yo de los botánicos que quieren explicar gravemente los
fenómenos de la florescencia y de la vegetación! ¡Si al brotar y al
florecer las plantas no obedecen a otro impulso más que al deseo
de ponerse un bonito vestido nuevo!
Por eso, también, crecen con preferencia en torno de las acequias,
de los estanques, de los arroyuelos: para tener un espejo en que
mirarse !
Juana de Ibarbourou
de su libro: "El cántaro fresco"
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