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General: Los Santos de hoy viernes 14 de marzo de 2014
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Resposta  Missatge 1 de 3 del tema 
De: campitos0  (Missatge original) Enviat: 14/03/2014 14:22
Los Santos de hoy viernes 14 de marzo de 2014
 Matilde, Santa
Reina, 14 de marzo
 Eva de San Martín de Lieja, Beata
Monja de claustro, 14 de marzo
 Arnaldo, Beato
Abad, 14 de marzo
 Giacomo Cusmano, Beato
Sacerdote y Fundador, 14 de marzo
 María Josefina de Jesús Crucificado, Beata
Carmelita, 14 de marzo
 Paulina de Turingia, Santa
Religiosa, 14 de marzo




Matilde, Santa
Reina, 14 de marzo
 
Matilde, Santa
Matilde, Santa

Reina

Martirologio Romano: En Quedlinburg, Sajonia, en Alemania, santa Matilde, esposa fidelísima del rey Enrique I, la cual, conspicua por la humildad y la paciencia, se dedicó a aliviar a los pobres y a fundar hospitales y monasterios.(† 968)
Matilde era descendiente del célebre Widukind, capitán de los sajones en su larga lucha contra Carlomagno, como hija de Dietrich, conde de Westfalia y de Reinhild, vástago de la real casa de Dinamarca. Cuando la niña nació en el año 895, fue confiada al cuidado de su abuela paterna, la abadesa del convento de Erfut. Allí, sin apartarse mucho de su hogar, Matilde se educó y creció hasta convertirse en una jovencita que sobrepasaba a sus compañeras en belleza, piedad y ciencia, según se dice. A su debido tiempo se casó con Enrique, hijo del duque Otto de Sajonia, a quien llamaban "el cazador". El matrimonio fue excepcionalmente feliz y Matilde ejerció sobre su esposo una moderada, pero edificante influencia. Precisamente después del nacimiento de su primogénito, Otto, a los tres años de casados, Enrique sucedió a su padre en el ducado. Más o menos a principios del año 919, el rey Conrado murió sin dejar descendencia y el duque fue elevado al trono de Alemania. No cabe duda de que su experiencia de soldado valiente y hábil le resultó muy útil, puesto que su vida fue una lucha constante en la que triunfó muchas veces de manera notable. 

El mismo Enrique y sus súbditos atribuyeron sus éxitos, tanto a las oraciones de la reina, como a sus propios esfuerzos. Esta seguía viviendo en la humildad que la había distinguido de niña. A sus cortesanos y a sus servidores, más les parecía una madre amorosa que su reina y señora; ninguno de los que acudieron a ella en demanda de ayuda quedó defraudado. Su esposo rara vez le pedía cuentas de sus limosnas o se mostraba irritado por sus prácticas piadosas, con la absoluta certeza de su bondad y confiando en ella plenamente. Después de veintitrés años de matrimonio, el rey Enrique murió de apoplejía, en 936. Cuando le avisaron que su esposo había muerto, la reina estaba en la iglesia y ahí se quedó, volcando su alma al pie del altar en una ferviente oración por él. En seguida pidió a un sacerdote que ofreciera el santo sacrificio de la misa por el eterno descanso del rey y, quitándose las joyas que llevaba, las dejó sobre el altar como prenda de que renunciaba, desde ese momento, a las pompas del mundo. 

Habían tenido cinco hijos: Otto, más tarde emperador; Enrique el Pendenciero; San Bruno, posteriormente arzobispo de Colonia; Gerberga que se casó con Luis IV, rey de Francia y Hedwig, la madre de Hugo Capeto. A pesar de que el rey había manifestado su deseo de que su hijo mayor, Otto, le sucediera en el trono, Matilde favoreció a su hijo Enrique y persuadió a algunos nobles para que votaran por él; no obstante, Otto, resultó electo y coronado. Enrique no aceptó de buena gana renunciar a sus pretensiones y promovió una rebelión contra su hermano, pero fue derrotado y solicitó la paz. Otto lo perdonó y, por la intercesión de Matilde, le nombró duque de Baviera. La reina llevó desde entonces una vida de completo auto-sacrificio; sus joyas habían sido vendidas para ayudar a los pobres y era tan pródiga en sus dádivas, que dio motivo a críticas y censuras. Su hijo Otto la acusó de haber ocultado un tesoro y de mal gastar los ingresos de su corona; le exigió que rindiera cuentas de todo cuanto había gastado y envió espías a vigilar sus movimientos y registrar sus donativos. 

Su sufrimiento más amargo fue descubrir que Enrique instigaba y ayudaba a su hermano en contra de ella. Lo sobrellevó todo con paciencia inquebrantable, haciendo notar, con un toque de patético humor, que por lo menos la consolaba ver que sus hijos estaban unidos, aunque sólo fuera para perseguirla. "Gustosamente soportaré todo lo que puedan hacerme, siempre que lo hagan sin pecar, si es que con ello se conservan unidos", solía decir, según se afirma. 

Para darles gusto, Matilde renunció a su herencia en favor de sus hijos y se retiró a la residencia campestre donde había nacido. Pero poco tiempo después de su partida, el duque Enrique cayó enfermo y comenzaron a llover los desastres sobre el Estado. El sentimiento general era que tales desgracias se debían al trato que los príncipes habían dado a su madre; Edith, la esposa de Otto, lo convenció para que fuera a solicitar su perdón y le devolviera todo lo que le habían quitado. Sin que se lo pidieran, Matilde los perdonó y volvió a la corte, donde reanudó sus obras de misericordia. Pero no obstante que Enrique había cesado de importunarla, su conducta continuó causándole gran aflicción. El nuevamente se volvió contra Otto y, posteriormente castigó una insurrección de sus propios súbditos en Baviera con increíble crueldad; ni aun los obispos escaparon a su cólera. 

En 955, cuando Matilde lo vio por última vez, le profetizó su próxima muerte y lo instó a arrepentirse, antes de que fuera demasiado tarde. En efecto, al poco tiempo, murió Enrique y la noticia causó un dolor muy profundo en la reina. 

Emprendió la construcción de un convento en Nordhausen; hizo otras fundaciones en Quedlinburg, en Engern y también en Poehlen, donde estableció un monasterio para hombres. Es evidente que Otto jamás volvió a resentirse porque su madre gastara los ingresos en obras religiosas, pues cuando él fue a Roma para ser coronado emperador, dejó el reino a cargo de Matilde.

La última vez que Matilde tomó parte en una reunión familiar fue en Colonia, en la Pascua de 965, cuando estuvieron con ella el emperador Otto "el Magno", sus otros hijos y nietos. Después de esta reaparición, prácticamente se retiró del mundo, pasando su tiempo en una y otra de sus fundaciones, especialmente en Nodhausen. Cuando se disponía a tratar ciertos asuntos urgentes que la reclamaban en Quedlinburg, se agravó una fiebre que había venido sufriendo por algún tiempo y comprendió que pronto iba a llegar su último momento. Envió a buscar a Richburg, la doncella que la había ayudado en sus caridades y que era abadesa en Nordhausen. Según la tradición, la reina procedió a hacer una escritura de donación para todo lo que hubiera en su habitación, hasta que no quedó nada más que el lienzo de su sudario. "Den eso al obispo Guillermo de Mainz (que era su nieto). El lo necesitará primero que yo". En efecto, el obispo murió repentinamente, doce días antes de que ocurriera el deceso de su abuela, acaecido el 14 de marzo de 968. El cuerpo de Matilde fue sepultado junto con el de su esposo, en Quedlinburg, donde se la venera como santa desde el momento de su muerte.



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Resposta  Missatge 2 de 3 del tema 
De: campitos0 Enviat: 14/03/2014 14:23
Eva de San Martín de Lieja, Beata
Monja de claustro, 14 de marzo
 
Eva de San Martín de Lieja, Beata
Eva de San Martín de Lieja, Beata

Monja de Claustro

Martirologio Romano: En Lieja, en la actual Bélgica, beata Eva del Monte Cornelio, recluida junto al cenobio de San Martín, que con santa Juliana, priora del mismo cenobio, trabajó mucho para que el papa Urbano IV instituyese la fiesta del Cuerpo de Cristo.(† 1265)

Fecha de beatificación: El Papa León XIII confirmo su culto el 22 de abril de 1902
Etimológicamente significa “la que da vida”. Viene de la lengua hebrea.

Este nombre, que llevan tantas chicas de cualquier cultura, aparece, de una forma más clara, en el libro titulado “Vida de la beata Juliana”, su amiga íntima.

Eran tan amigas que todo se lo confiaban. De ellas surgió la celebración de la fiesta del Corpus.

Vino al mundo en 1205. El ambiente en el que se educó no era el más propicio para alimentar una profunda vida cristiana. Era un mar de dudas. 

Poco a poco, sin embargo, Juliana le fue aclarando todo su rico manantial -aunque inexplorado– de su alma estupenda.

La amistad sincera ayuda en momentos cruciales de la existencia. Guiada, pues, por su amiga entró en el convento de san Martín de Lieja (Bélgica).

Tuvo la fortuna de que la visitara a menudo su amiga. Le confiaba el gozo que sentía de haber fundado un instituto dedicado a la glorificación del Sacramento de la Eucaristía.

Por diversas circunstancias, Juliana tuvo que salir para estar junto a su amiga Eva en el mismo convento. Aquí fue donde Eva constató personalmente los arrebatos místicos de su amiga.

Al principio dudaba de que los tuviera. Se convenció más tarde del alto grado de santidad de su amiga y de los éxtasis con que Dios le regalaba.

Gracias a las dos, el Papa Urbano IV publicó la Bula en la que anunciaba la fiesta de la institución de la fiesta del Corpus para toda la Iglesia.

Esta Bula es un documento importante de la fecha de la institución, en agosto- septiembre del año 1264.

Justamente, al año siguiente moría en olor de santidad. Se le da de forma indistinta el título de santa o beata.

Sus restos mortales por una u otras razones han ido de aquí para allá hasta el 18 de diciembre de 1746, fecha en la que se colocaron en el altar de san Martín. Su popularidad va siempre unida a Juliana.

Resposta  Missatge 3 de 3 del tema 
De: DULCEPOEMA Enviat: 14/03/2014 23:37
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