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General: Los Santos de hoy viernes 20 de junio de 2014
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De: campitos0 (Mensaje original) |
Enviado: 20/06/2014 13:35 |
Los Santos de hoy viernes 20 de junio de 2014 |
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![](http://es.catholic.net/catholic_db/imagenes_db/santoral/martires_inglaterra_thu.jpg) Mártires Ingleses Fiesta, junio 20
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![](http://es.catholic.net/catholic_db/imagenes_db/santoral/abadesa-generico_thu.jpg) Elia o Eliada de Ohren, Santa Abadesa, Junio 20
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![](http://es.catholic.net/catholic_db/imagenes_db/santoral/margarita_ebner_thu.jpg) Margarita Ebner, Beata Dominica, Junio 20
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![](http://es.catholic.net/catholic_db/imagenes_db/santoral/santisima_virgen_consolacion_turin_thu.jpg) Nuestra Señora de la Consolación Advocación Mariana, 20 de junio
Mártires Ingleses |
Fiesta, junio 20 |
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![Mártires Ingleses](http://es.catholic.net/catholic_db/imagenes_db/santoral/martires_inglaterra.jpg) |
Mártires Ingleses |
MártiresFueron hombres y mujeres, clérigos y laicos que dieron su vida por la fe entre los años 1535 y 1679 en Inglaterra.
Ya habían surgido dificultades entre el trono inglés y la Santa Sede que ponían los fundamentos de una previsible ruptura; el motivo fue doble: el trono se reservó unilateralmente el nombramiento de obispos para las diferentes sedes -lo que suponía una merma de libertad de Roma para el desempeño de su misión espiritual-, al tiempo que ponía impuestos y gravámenes tanto a clérigos como a bienes eclesiásticos -lo que suponía una injusticia y merma en los presupuestos económicos de la Santa Sede-. Luego vinieron los problemas de ruptura con Roma en tiempos de Enrique VIII, con motivo del intento de disolución del matrimonio con Catalina de Aragón y su posterior unión con Ana Bolena, a pesar de que el rey inglés había recibido el título de Defensor de la Fe por sus escritos contra la herejía luterana en el comienzo de la Reforma. Pero fue sobre todo en la sucesión al trono, después de la muerte de María, hija legítima de Enrique VIII y Catalina de Aragón, cuando comienza a reinar en Inglaterra Isabel, cuando se desencadenan los hechos persecutorios a cuyo término hay que contar 316 martirios entre laicos hombres y mujeres y clérigos altos y bajos.
Primero fueron dos leyes -bien pudo ser la gestión del primer ministro de Isabel, Guillermo Cecil- principalmente las que dieron el presupuesto político necesario que justificase tal persecución: El Decreto de Supremacía, y el Acta de Uniformidad (1559). Por ellas el Trono se arrogaba la primacía en lo político y en lo religioso. Así la Iglesia dejaba de ser «católica» -universal- pasando a ser nacional -inglesa- cuya cabeza, como en lo político era Isabel. Y el juramento de fidelidad necesario supuso para muchos la inteligencia de que con él renunciaban a su condición de católicos sometidos a la autoridad del papa y por tanto era interpretado como una desvinculación de Roma, una herejía, una cuestión de renuncia a la fe que no podía aceptarse en conciencia. De este modo, quienes se negaban al mencionado juramento -necesario por otra parte para el desempeño de cualquier cargo público- o quienes lo rompían quedaban ipso facto considerados como traidores al rey y eran tratados como tales por los que administraban la justicia.
Vino la excomunión a la reina por el papa Pío V (1570). Se endurecían las presiones hasta el punto de quedar prohibido a los sacerdotes transmitir al pueblo la excomunión de la Reina Isabel I.
En Inglaterra se emanó un Decreto (1585) por el que se prohibía la misa y se expulsaba a los sacerdotes. Dispusieron de cuarenta días los sacerdotes para salir del reino. La culpa por ser sacerdote era traición y la pena capital. En esos años, quienes dieran o cobijo, o comida, o dinero, o cualquier clase de ayuda a sacerdotes ingleses rebeldes escondidos por fidelidad y preocupación por mantener la fe de los fieles o a los sacerdotes que llegaran desde fuera por mar camuflados como comerciantes, obreros o intelectuales eran tratados como traidores y se les juzgaba para llevarlos a la horca. Bastaba con sorprender una reunión clandestina para decir misa, unas ropas para los oficios sagrados descubiertas en cualquier escondite, libros litúrgicos para los oficios, un hábito religioso o la denuncia de los espías y de malintencionados aprovechados de haber dado hospedaje en su casa a un misionero para acabar en la cuerda o con la cabeza separada del cuerpo por traición.
No se relatan aquí las hagiografías de Juan Fisher, obispo de Rochester y gran defensor de la reina Catalina de Aragón, o del Sir Tomás Moro, Canciller del Reino e íntimo amigo y colaborador de Enrique VIII, -por mencionar un ejemplo de eclesiástico y otro de seglar- que tienen su día y lugar propio en nuestro santoral. Sí quiero hacer mención bajo un título general de todos aquellos que -hombres o mujeres, eclesiásticos tanto religiosos como sacerdotes seculares- dieron su vida con total generosidad por su fidelidad a la fe católica, resistiéndose hasta la muerte a doblegarse a la arbitraria y despótica imposición que suponía claudicar a lo más profundo de su conciencia. Ana Line fue condenada por albergar sacerdotes en su casa; antes de ser ahorcada pudo dirigirse a la muchedumbre reunida para la ejecución diciendo: «Me han condenado por recibir en mi casa a sacerdotes. Ojalá donde recibí uno hubiera podido recibir a miles, y no me arrepiento por lo que he hecho». Las palabras que pronunció en el cadalso Margarita Clitheroe fueron: «Este camino al cielo es tan corto como cualquier otro». Margarita Ward entregó también la vida por haber llevado en una cesta la cuerda con la que pudo escapar de la cárcel el padre Watson. Y así, tantos y tantas... murieron mártires de la misa y del sacerdocio.
En la Inglaterra de hoy tan modélica y proclive a la defensa de los derechos del hombre hubo una época en la que no se respetó la libertad de conciencia de los ciudadanos y, aunque las medidas adoptadas para la represión del culto católico eran las frecuente y lastimosamente usadas en las demás naciones cuando habían de sofocar asuntos políticos, militares o religiosos que supusieran traición, pueden verse aún hoy en los archivos del Estado que las causas de aquellas muertes fue siempre religiosa bajo el disimulo de traición. Y, después de la sentencia condenatoria, los llevaban a la horca, siempre acompañados por un pastor protestante en continua perorata para impedirles hablar con los amigos o rezar en paz. Así son las cosas.
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Elia o Eliada de Ohren, Santa |
Abadesa, Junio 20 |
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![Elia o Eliada de Ohren, Santa](http://es.catholic.net/catholic_db/imagenes_db/santoral/abadesa-generico.jpg) |
Elia o Eliada de Ohren, Santa |
AbadesaEtimológicamente significa “ resplandeciente como el sol”. Viene de la lengua griega.
Fue una magnífica mujer religiosa que, en toda su vida, se enamoró de la Regla de san Benito.
Con ella escaló la cima de la santidad. El cumplimiento de la Regla constituyó para la Orden Benedictina el factor principal para extenderse por todo el mundo.
Elia se preocupó durante todo el tiempo que fue abadesa de una abadía, la de Ohren, en la que había doce hermanas. Supo con santidad, elegancia y finura tratar a todas y a cada una en particular con el detalle que emana de su gran corazón.
Ella fue consciente de que era como una madre para sus hijas en la comunidad. El título de abadesa se usa en los Benedictinos, Claras y en ciertos colegios de las canonizas. Ella tenía el derecho de llevar el anillo y la cruz como símbolo de su rango.
Fue la quinta abadesa del monasterio de Ohren (Treviri) y murió en el año 750.
Hay libros de rezos que hacen mención específica de ella. Podemos enumerar entre otros el breviario del arzobispo Balduino, los calendarios de san Irmino, de san Máximo en el esplendoroso siglo XIV.
También la rememoran el Greven en las Actas del Martirologio de Usuardo.
En los martirologios benedictinos, desde el fin de Wion, su fiesta pasó a fijarse definitivamente el 20 de junio. En realidad se hizo porque era costumbre poner el día en el cual subía al cielo tras su muerte.
Desde ese lejano tiempo, esta santa abadesa no pierde actualidad porque la reliquia de su brazo está hoy en el gran monasterio franciscano de Ohren.
¡Felicidades a quien lleve este nombre! | |
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