HUELLAS
Todo lo que hacemos en el transcurso de una jornada deja huella en los
lugares que ocupamos. Son sellos, clichés, una memoria que queda ahí,
fijada en el plano etérico, sobre las paredes, los muebles, los objetos.
No es necesario tocar los objetos para dejar huellas sobre ellos; aunque
no los toques, las emanaciones de nuestro cuerpo mental se imprimen
en ellos. Y en los lugares por los que pases, en las personas con las que
te relacionas, dejas también huellas buenas o malas, luminosas o sombrías.
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Por eso es tan importante trabajar con nuestros pensamientos y nuestros
sentimientos, para mejorarlos, purificarlos, sabiendo que podemos hacer
el bien o el mal, no sólo con los actos, sino con los pensamientos.
En todas partes, en todos los lugares por los que pases, esfuérzate por
no dejar más que huellas de luz y de amor. Cuando pases por un camino,
por una calle: bendice ese camino o esa calle pidiendo que todos los que
pasen por él reciban la paz y la luz, que sean llevados por el buen camino,
que vibren al unísono con el mundo divino.
Omraam M. Aivanhov
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