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General: EVANGELIO DE HOY 1 DE JULIO DEL 2014
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: campitos0  (Mensaje original) Enviado: 01/07/2014 20:32


 Martes de la decimotercera semana del tiempo ordinario

Libro de Amós 3,1-8.4,11-12. 
Escuchen esta palabra que el Señor pronuncia contra ustedes, israelitas, contra toda la familia que yo hice subir del país de Egipto: 
Sólo a ustedes los elegí entre todas las familias de la tierra; por eso les haré rendir cuenta de todas sus iniquidades. 
¿Van juntos dos hombres sin haberse puesto de acuerdo? 
¿Ruge el león en la selva sin tener una presa? ¿Alza la voz el cachorro desde su guarida sin haber cazado nada? 
¿Cae el pájaro a tierra sobre una trampa si no hay un cebo? ¿Salta la trampa del suelo sin haber atrapado nada? 
¿Suena la trompeta en una ciudad sin que el pueblo se alarme? ¿Sucede una desgracia en la ciudad sin que el Señor la provoque? 
Porque el Señor no hace nada sin revelar su secreto a sus servidores los profetas. 
El león ha rugido: ¿quién no temerá? El Señor ha hablado: ¿quién no profetizará? 
Yo les envié una catástrofe como la de Sodoma y Gomorra, y ustedes fueron como un tizón salvado del incendio, ¡pero ustedes no han vuelto a mí! -oráculo del Señor-. 
Por eso, mira cómo voy a tratarte, Israel; y ya que te voy a tratar así, prepárate a enfrentarte con tu Dios, Israel. 



Salmo 5,5-6.7.8. 
Tú no eres un Dios que ama la maldad; 
ningún impío será tu huésped,
ni los orgullosos podrán resistir 
delante de tu mirada. 

Tu detestas a los que hacen el mal 
y destruyes a los mentirosos. 
¡Al hombre sanguinario y traicionero 
lo abomina el Señor!

Pero yo, por tu inmensa bondad, 
llego hasta tu Casa, 
y me postro ante tu santo Templo 
con profundo temor.





Evangelio según San Mateo 8,23-27. 
Jesús subió a la barca y sus discípulos lo siguieron. 
De pronto se desató en el mar una tormenta tan grande, que las olas cubrían la barca. Mientras tanto, Jesús dormía. 
Acercándose a él, sus discípulos lo despertaron, diciéndole: "¡Sálvanos, Señor, nos hundimos!". 
El les respondió: "¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?". Y levantándose, increpó al viento y al mar, y sobrevino una gran calma. 
Los hombres se decían entonces, llenos de admiración: "¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?". 


 

 



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: campitos0 Enviado: 01/07/2014 20:32

Comentario: Fray Lluc TORCAL Monje del Monasterio de Sta. Mª de Poblet (Santa Maria de Poblet, Tarragona, España)

Entonces se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran bonanza

Hoy, Martes XIII del tiempo ordinario, la liturgia nos ofrece uno de los fragmentos más impresionantes de la vida pública del Señor. La escena presenta una gran vivacidad, contrastando radicalmente la actitud de los discípulos y la de Jesús. Podemos imaginarnos la agitación que reinó sobre la barca cuando «de pronto se levantó en el mar una tempestad tan grande que la barca quedaba tapada por las olas» (Mt 8,24), pero una agitación que no fue suficiente para despertar a Jesús, que dormía. ¡Tuvieron que ser los discípulos quienes en su desesperación despertaran al Maestro!: «¡Señor, sálvanos, que perecemos!» (Mt 8,25).

El evangelista se sirve de todo este dramatismo para revelarnos el auténtico ser de Jesús. La tormenta no había perdido su furia y los discípulos continuaban llenos de agitación cuando el Señor, simplemente y tranquilamente, «se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran bonanza» (Mt 8,26). De la Palabra increpatoria de Jesús siguió la calma, calma que no iba destinada sólo a realizarse en el agua agitada del cielo y del mar: la Palabra de Jesús se dirigía sobre todo a calmar los corazones temerosos de sus discípulos. «¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?» (Mt 8,26).

Los discípulos pasaron de la turbación y del miedo a la admiración propia de aquel que acaba de asistir a algo impensable hasta entonces. La sorpresa, la admiración, la maravilla de un cambio tan drástico en la situación que vivían despertó en ellos una pregunta central: «¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?» (Mt 8,27). ¿Quién es el que puede calmar las tormentas del cielo y de la tierra y, a la vez, las de los corazones de los hombres? Sólo quien «durmiendo como hombre en la barca, puede dar órdenes a los vientos y al mar como Dios» (Nicetas de Remesiana).

Cuando pensamos que la tierra se nos hunde, no olvidemos que nuestro Salvador es Dios mismo hecho hombre, el cual se nos acerca por la fe.



 
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