Si yo tuviera mi vida para vivirla de nuevo.
Me habría ido a la cama cuando estaba enferma, en vez de pretender que el
mundo se pararía si yo no estaba en él.
Hubiera encendido la vela rosada, con forma de rosa, antes de que se derritiera,
guardada en el armario.
Habría invitado a mis amigos a cenar, sin importarme que la alfombra estuviese
manchada y el sofá descolorido.
Habría comido las "palomitas de maíz" en la salita de las visitas.
Nunca llevaría la ventanilla del coche cerrada, en un día de verano, para
no despeinarme.
Me habría sentado sobre la hierba del prado, sin importarme las manchas.
Habría llorado y reído menos ante el televisor y más mientras vivía la vida.
Nunca habría comprado algo porque era práctico, no se ensuciaba y estaba
garantizado por toda la vida.
En lugar de evitar los nueve meses de embarazo, habría atesorado cada
momento y comprendido que lo que estaba creciendo dentro de mí,
era mi única oportunidad en la vida de asistir a Dios en un milagro.
Cuando mis hijos me besasen impetuosamente, nunca habría dicho:
-"Más tarde, ahora ve y lávate para la cena".
Habría dicho más: "Te quiero" y "Lo siento".
Pero, sobre todo, quiero darle otra oportunidad a la vida, quiero
aprovechar cada minuto, mirar las cosas y realmente verlas... vivirlas
y nunca volver atrás.
¡Y dejar de preocuparme por las cosas sin importancia!
Autora: Erma Bombeck
(al descubrir que se estaba muriendo de cáncer)
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