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General: EVANGELIO DE HOY JUEVES 17 DE JULIO DEL 2014
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Réponse  Message 1 de 2 de ce thème 
De: campitos0  (message original) Envoyé: 17/07/2014 10:47

mandamientos-1.gif picture by silvygilbert

  

  

  

 

 

 

 Jueves de la decimoquinta semana del tiempo ordinario

Libro de Isaías 26,7-9.12.16-19. 
La senda del justo es recta, tu allanas el sendero del justo. 
Sí, en la senda trazada por tus juicios, esperamos en ti, Señor: tu Nombre y tu recuerdo son el deseo de nuestra alma. 
Mi alma te desea por la noche, y mi espíritu te busca de madrugada, porque cuando tus juicios se ejercen sobre la tierra, los habitantes del mundo aprenden la justicia. 
Señor, tú nos aseguras la paz, porque eres tú el que realiza por nosotros todo lo que nosotros hacemos. 
En medio de la angustia, Señor. acudimos a ti, clamamos en la opresión, cuando nos golpeaba tu castigo. 
Como la mujer embarazada, que está por dar a luz, se refuerce y da gritos de dolor, así éramos nosotros delante de ti, Señor. 
Hemos concebido, nos hemos retorcido, y no dimos a luz más que viento. ¡No hemos traído la salvación a la tierra, no le nacieron habitantes al mundo! 
Pero tus muertos revivirán, se levantarán sus cadáveres. ¡Despierten y griten de alegría los que yacen en el polvo! Porque tu rocío es un rocío de luz, y la tierra dará vida a las Sombras. 



Salmo 102(101),13-14ab.15.16-18.19-21. 
Tú, Señor, reinas para siempre, 
y tu Nombre permanece eternamente.
Tú te levantarás, te compadecerás de Sión,
porque ya es hora de tenerle piedad,
tus servidores sienten amor por esas piedras 
y se compadecen de esas ruinas.

Las naciones temerán tu Nombre, Señor, 
y los reyes de la tierra se rendirán ante tu gloria:
cuando el Señor reedifique a Sión 
y aparezca glorioso en medio de ella;
cuando acepte la oración del desvalido 
y no desprecie su plegaria.

Quede esto escrito para el tiempo futuro 
y un pueblo renovado alabe al Señor:
porque él se inclinó desde su alto Santuario 
y miró a la tierra desde el cielo,
para escuchar el lamento de los cautivos 
y librar a los condenados a muerte.




Evangelio según San Mateo 11,28-30. 
Jesús tomó la palabra y dijo: 
Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. 
Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. 
Porque mi yugo es suave y mi carga liviana. 




 

 

 

 

silvia6.png picture by silvygilbert

 



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De: campitos0 Envoyé: 17/07/2014 10:48
 
 

Comentario: P. Julio César RAMOS González SDB (Mendoza, Argentina)

«Venid a mí todos los que estáis fatigados (…), yo os daré descanso»

Hoy, ante un mundo que ha decidido darle la espalda a Dios, ante un mundo hostil a lo cristiano y a los cristianos, escuchar de Jesús (que es quien nos habla en la liturgia o en la lectura personal de la Palabra), provoca consuelo, alegría y esperanzas en medio de las luchas cotidianas: «Venid a mí todos los que estáis fatigados (…), yo os daré descanso» (Mt 11,28-29). 

Consuelo, porque estas palabras contienen la promesa del alivio que proviene del amor de Dios. Alegría, porque hacen que el corazón manifieste en la vida, la seguridad en la fe de esa promesa. Esperanzas, porque caminando, en un mundo así de resuelto contra Dios y nosotros, los que creemos en Cristo sabemos que no todo acaba con un fin, sino que muchos “fines” fueron “principios” de cosas mucho mejores, como lo mostró su propia resurrección.

Nuestro fin, para principio de novedades en el amor de Dios, es estarse siempre con Cristo. Nuestra meta es ir indefectiblemente al amor de Cristo, “yugo” de una ley que no se basa en la limitada capacidad de los voluntarismos humanos, sino en la eterna voluntad salvadora de Dios. 

En ese sentido nos dirá Benedicto XVI en una de sus Catequesis: «Dios tiene una voluntad con y para nosotros, y ésta debe convertirse en lo que queremos y somos. La esencia del cielo estriba en que se cumpla sin reservas la voluntad de Dios, o para ponerlo en otros términos, donde se cumple la voluntad de Dios hay cielo. Jesús mismo es “cielo” en el sentido más profundo y verdadero de la palabra, es Él en quien y a través de quien se cumple totalmente la voluntad de Dios. Nuestra voluntad nos aleja de la voluntad de Dios y nos vuelve mera “tierra”. Pero Él nos acepta, nos atrae hacia Sí y, en comunión con Él, aprendemos la voluntad de Dios». Que así sea, entonces.

 



 
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