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Un seis de Mayo murió,
en mis brazos vi como se apagaba,
era la luz divina,
de su hermosura inmaculada.
Mi hija querida,
mi amor de por vida,
se fué apagando, poco a poco,
en mis brazos se extinguía.
¡Y no recuerdo si fué ayer!,
¡ o ya pasaron tres días!
si mi alma dolorida,
sufre y sufre más, cada día.
Quisiera poder besarte,
y decirte hija mía,
que aún estás aquí cerca,
que aún estás con vida.
Solo tengo tu recuerdo,
mientras beso tu fotografía,
esa carita de ángel,
que poco a poco se extinguía.
Y te fuiste allá lejana,
mientras yo... me consumía,
eres fragua de mi alma,
eres toda alma mía.
Más nunca podré con este dolor,
pues me quema el sentido,
se me rompe el corazón.
No puedo sobreponerme,
aunque sé que esté mal,
pues tú me viste valiente,
pero ya no pude más.
Fragua de mis sentimientos,
perdona mi dolor de madre,
que nadie me vea llorar,
que mi rostro no vea nadie,
fui valiente y natural,
y Dios me guardó la flor,
la flor que yo más quería.
Dedicado a mi hija que Dios la guarda a su lado
Autora solitaria
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