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General: EVANGELIO DE HOY DOMINGO 28 DE SEPTIEMBRE DEL 2014
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: campitos0  (Mensaje original) Enviado: 29/09/2014 10:55


Vigésimo sexto Domingo del tiempo ordinario

Libro de Ezequiel 18,24-28. 
Esto dice el Señor: 
Si el justo se aparta de su justicia y comete el mal, imitando todas las abominaciones que comete el malvado, ¿acaso vivirá? Ninguna de las obras justas que haya hecho será recordada: a causa de la infidelidad y del pecado que ha cometido, morirá. 
Ustedes dirán: "El proceder del Señor no es correcto". Escucha, casa de Israel: ¿Acaso no es el proceder de ustedes, y no el mío, el que no es correcto? 
Cuando el justo se aparta de su justicia, comete el mal y muere, muere por el mal que ha cometido. 
Y cuando el malvado se aparta del mal que ha cometido, para practicar el derecho y la justicia, él mismo preserva su vida. 
El ha abierto los ojos y se ha convertido de todas las ofensas que había cometido: por eso, seguramente vivirá, y no morirá. 



Salmo 25(24),4-5.6-7.8-9. 
Haz, Señor, que conozca tus caminos, muéstrame tus senderos.
Guíame por el camino de tu fidelidad; 
enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvador, 
Vauy yo espero en ti todo el día.

Acuérdate, Señor, de tu compasión y de tu amor, 
porque son eternos.
No recuerdes los pecados ni las rebeldías de mi juventud: 
por tu bondad, Señor, acuérdate de mi según tu fidelidad.

El Señor es bondadoso y recto: 
por eso muestra el camino a los extraviados;
él guía a los humildes para que obren rectamente 
y enseña su camino a los pobres.




Carta de San Pablo a los Filipenses 2,1-11. 
Hermanos: 
Si la exhortación en nombre de Cristo tiene algún valor, si algo vale el consuelo que brota del amor o la comunión en el Espíritu, o la ternura y la compasión, 
les ruego que hagan perfecta mi alegría, permaneciendo bien unidos. Tengan un mismo amor, un mismo corazón, un mismo pensamiento. 
No hagan nada por espíritu de discordia o de vanidad, y que la humildad los lleve a estimar a los otros como superiores a ustedes mismos. 
Que cada uno busque no solamente su propio interés, sino también el de los demás. 
Tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús. 
El, que era de condición divina, 
no consideró esta igualdad con Dios 
como algo que debía guardar celosamente: 
al contrario, se anonadó a sí mismo, 
tomando la condición de servidor 
y haciéndose semejante a los hombres. 
Y presentándose con aspecto humano, 
se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz. 
Por eso, Dios lo exaltó 
y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, 
para que al nombre de Jesús, 
se doble toda rodilla 
en el cielo, en la tierra y en los abismos, 
y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: 
"Jesucristo es el Señor". 



Evangelio según San Mateo 21,28-32. 
Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: 
"¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos y, dirigiéndose al primero, le dijo: 'Hijo, quiero que hoy vayas a trabajar a mi viña'. 
El respondió: 'No quiero'. Pero después se arrepintió y fue. 
Dirigiéndose al segundo, le dijo lo mismo y este le respondió: 'Voy, Señor', pero no fue. 
¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?". "El primero", le respondieron. Jesús les dijo: "Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios. 
En efecto, Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en cambio, los publicanos y las prostitutas creyeron en él. Pero ustedes, ni siquiera al ver este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él". 


 

 

 



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: campitos0 Enviado: 29/09/2014 10:56

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Comentario: Dr. Josef ARQUER (Berlin, Alemania)

¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?

Hoy, contemplamos al padre y dueño de la viña pidiendo a sus dos hijos: «Hijo, vete hoy a trabajar en la viña» (Mt 21,29). Uno dice “sí”, y no va. El otro dice “no”, y va. Ninguno de los dos mantiene la palabra dada.

Seguramente, el que dice “sí” y se queda en casa no pretende engañar a su padre. Será simplemente pereza, no sólo “pereza de hacer”, sino también de reflexionar. Su lema: “A mí, ¿qué me importa lo que dije ayer?”.

Al del “no”, sí que le importa lo que dijo ayer. Le remuerde aquel desaire con su padre. Del dolor arranca la valentía de rectificar. Corrige la palabra falsa con el hecho certero. “Errare, humanum est?”. Sí, pero más humano aún —y más concorde con la verdad interior grabada en nosotros— es rectificar. Aunque cuesta, porque significa humillarse, aplastar la soberbia y la vanidad. Alguna vez habremos vivido momentos así: corregir una decisión precipitada, un juicio temerario, una valoración injusta... Luego, un suspiro de alivio: —Gracias, Señor! 

«En verdad os digo que los publicanos y las rameras llegan antes que vosotros al Reino de Dios» (Mt 21,31). San Juan Crisóstomo resalta la maestría psicológica del Señor ante esos “sumos sacerdotes”: «No les echa en cara directamente: ‘¿Por qué no habéis creído a Juan?’, sino que antes bien les confronta —lo que resulta mucho más punzante— con los publicanos y prostitutas. Así les reprocha con la fuerza patente de los hechos la malicia de un comportamiento marcado por respetos humanos y vanagloria».

Metidos ya en la escena, quizá echemos de menos la presencia de un tercer hijo, dado a las medias tintas, en cuyo talante nos sería más fácil reconocernos y pedir perdón, avergonzados. Nos lo inventamos —con permiso del Señor— y le oímos contestar al padre, con voz apagada: ‘Puede que sí, puede que no…’. Y hay quien dice haber oído el final: ‘Lo más probable es que a lo mejor quién sabe…’.

 

 

 

 

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