LA AMISTAD QUIZÁS SEA ESO
Recuérdame que te recuerde, que recordando te acordarás, del corazón de este amigo, que nunca te va a olvidar.
Me considero uno de tus mejores amigos y creo que tú también lo eres, por lo mucho que ya has hecho, sonriendo y llorando por mi.
Pero no tengo el derecho a exigirte que confíes ciegamente en mi, ni a saberlo todo sobre ti, ni a robarte tu tiempo, ni a interferir en tus caminos, ni a chantajearte con mi bondad, ni a exigirte que llores primero en mi hombro, ni a exigir que corras primero hacia mi, ni a reclamar por las verdades que no dijiste, ni por las mentiras que proferiste, ni por los secretos que ocultaste.
El ser amigo tuyo no me da ningún derecho sobre tu conciencia. Al contrario, ser tu amigo supone solamente querer tu bien, porque te quiero. Sólo eso.
¿Qué es entonces lo que espero y lo que deseo? Lo que espero y deseo es que nunca te canses de mi amistad. Que nunca te canses de saber que alguien se preocupa por ti. Que si algún día necesitas que alguien te escuche, aquí están mis oídos. Que si algún día el dolor te aplana, tengas el coraje de acercarte a mi y decirme que me necesitas. Que entiendas que no te quiero para mi en exclusiva, sino con ternura de hermano y que si fuera preciso me alejaría de ti para no ser un impedimento en tu camino hacia la felicidad.
No, no necesito de ti ; pero como soy tu amigo, quiero necesitar de ti. Puedo vivir sin ti; pero tu amistad me hace crecer como persona.
Pero, ¿sabes lo que más me encanta de nuestra amistad? Creo que has permanecido libre a pesar de haberme escuchado tanto y que nunca me has esclavizado. Si todo esto no es amistad, entonces no soy tu amigo. Si todo esto no es amistad, entonces estamos en paz. Tú creciste en Dios por tu lado y yo crecí por el mío.
¡La amistad quizás sea eso!
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