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General: EVANGELIO DE HOY LUNES 24 DE NOVIEMBRE DEL 2014
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: campitos0  (Mensaje original) Enviado: 25/11/2014 22:01






Lunes de la trigésima cuarta semana del tiempo ordinario

Apocalipsis 14,1-3.4b-5. 
Yo, Juan, vi al Cordero que estaba de pie sobre el monte Sión, acompañado de ciento cuarenta y cuatro mil elegidos, que tenían escrito en la frente el nombre del Cordero y de su Padre. 
Oí entonces una voz que venía del cielo, semejante al estrépito de un torrente y al ruido de un fuerte trueno, y esa voz era como un concierto de arpas: 
los elegidos cantaban un canto nuevo delante del trono de Dios, y delante de los cuatro Seres Vivientes y de los Ancianos. Y nadie podía aprender este himno, sino los ciento cuarenta y cuatro mil que habían sido rescatados de la tierra. 
Ellos siguen al Cordero donde quiera que vaya. Han sido los primeros hombres rescatados para Dios y para el Cordero. 
En su boca nunca hubo mentira y son inmaculados. 



Salmo 24(23),1-2.3-4ab.5-6. 
Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella, 
el mundo y todos sus habitantes,
porque él la fundó sobre los mares, 
Él la afirmó sobre las corrientes del océano.

¿Quién podrá subir a la Montaña del Señor 
y permanecer en su recinto sagrado?
Él que tiene las manos limpias y puro el corazón;
el que no rinde culto a los ídolos

Él recibirá la bendición del Señor, 
la recompensa de Dios, su Salvador.
Así son los que buscan al Señor, 
los que buscan tu rostro, Dios de Jacob.





Evangelio según San Lucas 21,1-4. 
Levantando los ojos, Jesús vio a unos ricos que ponían sus ofrendas en el tesoro del Templo. 
Vio también a una viuda de condición muy humilde, que ponía dos pequeñas monedas de cobre, 
y dijo: "Les aseguro que esta pobre viuda ha dado más que nadie. 
Porque todos los demás dieron como ofrenda algo de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que tenía para vivir." 

 

 

 





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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: campitos0 Enviado: 25/11/2014 22:01

Comentario: Rev. D. àngel Eugeni PÉREZ i Sánchez (Barcelona, España)

Ha echado de lo que necesitaba, todo cuanto tenía para vivir

Hoy, como casi siempre, las cosas pequeñas pasan desapercibidas: limosnas pequeñas, sacrificios pequeños, oraciones pequeñas (jaculatorias); pero lo que aparece como pequeño y sin importancia muchas veces constituye la urdimbre y también el acabado de las obras maestras: tanto de las grandes obras de arte como de la obra máxima de la santidad personal.

Por el hecho de pasar desapercibidas esas cosas pequeñas, su rectitud de intención está garantizada: no buscamos con ellas el reconocimiento de los demás ni la gloria humana. Sólo Dios las descubrirá en nuestro corazón, como sólo Jesús se percató de la generosidad de la viuda. Es más que seguro que la pobre mujer no hizo anunciar su gesto con un toque de trompetas, y hasta es posible que pasara bastante vergüenza y se sintiera ridícula ante la mirada de los ricos, que echaban grandes donativos en el cepillo del templo y hacían alarde de ello. Sin embargo, su generosidad, que le llevó a sacar fuerzas de flaqueza en medio de su indigencia, mereció el elogio del Señor, que ve el corazón de las personas: «De verdad os digo que esta viuda pobre ha echado más que todos. Porque todos éstos han echado como donativo de lo que les sobraba, ésta en cambio ha echado de lo que necesitaba, todo cuanto tenía para vivir» (Lc 21,3-4).

La generosidad de la viuda pobre es una buena lección para nosotros, los discípulos de Cristo. Podemos dar muchas cosas, como los ricos «que echaban sus donativos en el arca del Tesoro» (Lc 21,1), pero nada de eso tendrá valor si solamente damos “de lo que nos sobra”, sin amor y sin espíritu de generosidad, sin ofrecernos a nosotros mismos. Dice san Agustín: «Ellos ponían sus miradas en las grandes ofrendas de los ricos, alabándolos por ello. Aunque luego vieron a la viuda, ¿cuántos vieron aquellas dos monedas?... Ella echó todo lo que poseía. Mucho tenía, pues tenía a Dios en su corazón. Es más tener a Dios en el alma que oro en el arca». Bien cierto: si somos generosos con Dios, Él lo será más con nosotros.


 
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