EL HIJO INGRATO
(CUENTO)
Un hombre y su esposa estaban sentados en el salón,
y tenían sobre la mesa un delicioso pollo asado para
comerlo juntos. En eso, el hombre vio que su padre
se acercaba, y rápidamente tomó el pollo y lo escondió,
para que el anciano no pudiera coger nada del pollo. El
viejito llegó, tomó una bebida y se marchó.
Entonces el hijo quiso poner de nuevo el pollo en la mesa.
Y cuando fue a cogerlo, lo que había era un enorme sapo
que se lanzó a su cara y se quedó allí pegado y nunca
se le despegó.
Si alguien intentaba quitárselo, lo miraba con ojos
maliciosos como si estuviera a punto de lanzarse a
su cara, así que nadie se atrevía a tocarlo.
Y el ingrato hijo quedó obligado a alimentar al sapo
todos los días, porque si no el sapo se alimentaba de
su cara. Así, por su ingratitud, el hombre no volvió a
tener descanso en su vida.
ENSEÑANZA:
Hay que ser generosos y agradecidos con los padres.
AUTORES:
Hermanos Grimm
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