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General: EVANGELIO DE HOY SÁBADO 10 DE ENERO DEL 2015
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: campitos0  (Mensaje original) Enviado: 11/01/2015 11:54




Sábado de tiempo de Navidad después de la Epifanía del Señor

Epístola I de San Juan 4,19-21.5,1-4. 
Hijos míos: 
Nosotros amamos porque Dios nos amó primero. 
El que dice: "Amo a Dios", y no ama a su hermano, es un mentiroso. ¿Cómo puede amar a Dios, a quien no ve, el que no ama a su hermano, a quien ve? 
Este es el mandamiento que hemos recibido de él: el que ama a Dios debe amar también a su hermano. 
El que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y el que ama al Padre ama también al que ha nacido de él, 
La señal de que amamos a los hijos de Dios es que amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. 
El amor a Dios consiste en cumplir sus mandamientos, y sus mandamientos no son una carga, 
porque el que ha nacido de Dios, vence al mundo. Y la victoria que triunfa sobre el mundo es nuestra fe. 



Salmo 72(71),1-2.14.15acd.17. 
Concede, Señor, tu justicia al rey 
y tu rectitud al descendiente de reyes,
para que gobierne a tu pueblo con justicia 
y a tus pobres con rectitud.

Los rescatará de la opresión y la violencia, 
y la sangre de ellos será preciosa ante sus ojos.
Por eso, que viva largamente
que oren por él sin cesar
y lo bendigan todo el día.

Que perdure su nombre para siempre 
y su linaje permanezca como el sol; 
que él sea la bendición de todos los pueblos 
y todas las naciones lo proclamen feliz.





Evangelio según San Lucas 4,14-22a. 
Jesús volvió a Galilea con el poder el Espíritu y su fama se extendió en toda la región. 
Enseñaba en las sinagogas y todos lo alababan. 
Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. 
Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: 
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. El me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos 
y proclamar un año de gracia del Señor. 
Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él. 
Entonces comenzó a decirles: "Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír". 
Todos daban testimonio a favor de él y estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca. 


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: campitos0 Enviado: 11/01/2015 11:54

Comentario: Rev. D. Melcior QUEROL i Solà (Ribes de Freser, Girona, España)

Después de despedirse de ellos, se fue al monte a orar

Hoy, contemplamos cómo Jesús, después de despedir a los Apóstoles y a la gente, se retira solo a rezar. Toda su vida es un diálogo constante con el Padre, y, con todo, se va a la montaña a rezar. ¿Y nosotros? ¿Cómo rezamos? Frecuentemente llevamos un ritmo de vida atareado, que acaba siendo un obstáculo para el cultivo de la vida espiritual y no nos damos cuenta de que tan necesario es “alimentar” el alma como alimentar el cuerpo. El problema es que, con frecuencia, Dios ocupa un lugar poco relevante en nuestro orden de prioridades. En este caso es muy difícil rezar de verdad. Tampoco se puede decir que se tenga un espíritu de oración cuando solamente imploramos ayuda en los momentos difíciles.

Encontrar tiempo y espacio para la oración pide un requisito previo: el deseo de encuentro con Dios con la conciencia clara de que nada ni nadie lo puede suplantar. Si no hay sed de comunicación con Dios, fácilmente convertimos la oración en un monólogo, porque la utilizamos para intentar solucionar los problemas que nos incomodan. También es fácil que, en los ratos de oración, nos distraigamos porque nuestro corazón y nuestra mente están invadidos constantemente por pensamientos y sentimientos de todo tipo. La oración no es charlatanería, sino una sencilla y sublime cita con el Amor; es relación con Dios: comunicación silenciosa del “yo necesitado” con el “Tú rico y trascendente”. El gusto de la oración es saberse criatura amada ante el Creador.

Oración y vida cristiana van unidas, son inseparables. En este sentido, Orígenes nos dice que «reza sin parar aquel que une la oración a las obras y las obras a la oración. Sólo así podemos considerar realizable el principio de rezar sin parar». Sí, es necesario rezar sin parar porque las obras que realizamos son fruto de la contemplación; y hechas para su gloria. Hay que actuar siempre desde el diálogo continuo que Jesús nos ofrece, en el sosiego del espíritu. Desde esta cierta pasividad contemplativa veremos que la oración es el respirar del amor. Si no respiramos morimos, si no rezamos expiramos espiritualmente.


 
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