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De: campitos0 (Mensaje original) |
Enviado: 03/02/2015 08:31 |
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Luis Brisson, Beato
Sacerdote y Fundador, 2 de febrero
Por: . | Fuente: www.frasales.edu.ec
Sacerdote y Fundador de los Oblatos y de las Oblatas de San Francisco de SalesMartirologio Romano: En Aube, Francia, Beato Luis Brisson, sacerdote fundador de los Oblatos y de las oblatas de San Francisco de Sales († 1908)
Fecha de beatificación: 22 de septiembre de 2012, durante el pontificado de S.S. Benedicto XVINació en Plancy (Francia) el 23 de junio de 1817. Fue hijo único, con una sólida educación cristiana, precursora de la gran misión a la que Dios le destinaba. A sus cortos 5 años se presentó en la fábrica de su pueblo para exhortar a los obreros a asistir a la Misión que se daba en la Parroquia, al que ellos impresionados por su palabra, acudieron. A los 11 años recibió su Primera Comunión.
Terminada la educación primaria en la casa parroquial entró en el Seminario Menor de Troyes, donde se distinguió por su ardiente piedad e inteligencia. Culminó sus estudios en el Seminario Mayor del que más tarde fue un profesor muy apreciado.
El 19 de Diciembre de 1840, se ordenó como sacerdote y poco después fue nombrado Capellán de la Visitación de Troyes, desempeñando dichas funciones en forma eficiente por más de cuarenta años. Su vida se basa en la espiritualidad de San Francisco de Sales, así como también sus métodos en lo concerniente a la orientación espiritual en general y de la educación de la juventud en particular.
Su porte era noble y digno, su paciencia inalterable, una fina expresión de paz y bondad irradiaba de su mirada penetrante. Con razón León XIII lo llamó el hombre de la paz.
Francia a mediados del siglo XIX se encuentra en plena expansión industrial. Mucha gente, especialmente jóvenes, llegan del campo a la ciudad, buscando días mejores, pero al mismo tiempo que ofrecen su mano de obra, las jovencitas en particular se hallan expuestas a la inmortalidad de las fábricas. Todo este entorno se convierte en una inquietud que taladra el Corazón del Padre Brisson. Esto evidenció la real necesidad de fundar una casa que acogiera a estas jovencitas, un lugar que fortifique su espíritu cristiano, y a la vez sirva de apoyo para mejorar sus condiciones de vida y sano esparcimiento.
Es en el mismo año de 1858 cuando inició las primeras obras sociales en Francia: Las Obras Obreras, para lo cual contó con el apoyo de Madre Chappuis. La administración inicialmente se encargó a otras personas, pero debido a que esa no era la dirección adecuada aparecieron inconvenientes, entonces es preciso contar con mujeres que realmente se entreguen al proyecto con todo su amor, y esto se lograría a través de la fundación de una congregación religiosa según el espíritu de San Francisco de Sales, esta propuesta no entusiasmó al Padre Brisson, muchas fueron las pruebas que pidió a Dios para conocer su voluntad. Estas se hicieron manifiestas inmediatamente y no pudo seguir resistiendo ya que sucedió un hecho trascendental: la aparición de Nuestro Señor al joven sacerdote en el locutorio del Monasterio de la Visitación de Troyes, con la imposición de obedecer. Rendida su voluntad y dando cumplimiento a los designios de la Providencia, hace a Dios la ofrenda de su incondicional colaboración fundando dos congregaciones: Los Padres Oblatos y las hermanas Oblatas de San Francisco de Sales.
Es a través de la joven Léonie Aviat, que la misión toma fuerza, pues ella se convertiría en la cofundadora junto al Padre Brisson de la Congregación de Oblatas en 1866 y bajo su responsabilidad estará la realización de las actividades que lleven a un pleno desarrollo las obras sociales iniciadas con las Obras Obreras, siendo esta una innovación revolucionaria en la manera de brindar ayuda al pueblo, a las obreras; atrae críticas mordaces y burlas grotescas, sin embargo el proyecto se afianza.
Por los años1868 1869, a petición de su Obispo, reorganizó la única escuela particular de Troyes, venida a menos por asuntos pecuniarios. Construyó el Colegios San Bernardo que llegó a ser la cuna de los Oblatos de San Francisco de Sales.
La persecución religiosa en Francia (1903 1904) es una de las más duras pruebas que deben pasar las congregaciones religiosas. Fuerte e inquebrantable en su fe, lejos de dejarse abatir, El Padre Brisson intensificó su vida de oración y su confianza en Dios. Por su avanzada edad no sale exiliado al exterior, pero se ve obligado a recluirse en Plancy, su pueblo natal en su casa paterna junto al hogar y a los talleres construidos bajo su dirección para albergar a las obreras que venían desde lejos en pos de amparo y de trabajo.
El 2 de Febrero de 1908 falleció, sin embargo su carisma, enseñanzas y ejemplo sobreviven con pujante vitalidad.
Sus instrucciones, conferencias y coloquios diarios, recogidos piadosamente por sus hijas e hijos espirituales constituyen el tesoro de la Congregación y forman su código impregnado de la Doctrina del Salvador.
El Padre Luis Brisson, un perfecto discípulo de San Francisco de Sales, es considerado un Misionero por excelencia, pues su obra no solo se desarrolló en su lugar de origen, sino que no conoce fronteras, fue su deseo beneficiar a más personas con el espíritu salesiano, así apoyó la fundación de Casas de las Oblatas en otros países de Europa, África y América.
El milagro de la beatificación
En la fría mañana del 18 de junio de 1953, en la estación del ferrocarril de Alausí, se encontraba alegrando el día la Hermana Margarita Teresa, en compañía de la Sra. Italia Catani, comentándole afligida por el accidente acaecido el día anterior (17 de junio), que había tenido su sobrino Carlitos Catani de ocho años de edad.
Una rueda de tractor le había aplastado el pie derecho, dejándole tres dedos destrozados e imposibilitándolo para caminar correctamente.
La Sra. Italia, angustiada pidió a la Madre Oblata, ore por su sobrino, ya que los doctores optaban por la intervención quirúrgica amputarle los dedos. Iluminada por la luz divina, Sor Margarita Teresa se le ocurrió realizar una Novena al Padre Luis Brisson, haciéndola partícipe a la Sra. Italia. La Hermana Margarita fue a visitar y conocer a Carlitos, encontrándolo postrado y muy adolorido en la cama. Conversó con los papás del niño, para comenzar con la Novena y aceptar, se le coloque en el pie de Carlitos la reliquia del Siervo de Dios. Los padres aceptaron con fe y devoción, ante la bondad de la oblata, de querer ver a su hijo sano.
Comenzaron el novenario con los familiares, amigos, vecinos, elevando fervientes oraciones y con toda la divinidad de un corazón profundo, se escuchaba con una dulce voz, a la Hermana Margarita clamar:
Dios mío, por la promesa que habéis en dar, a los que pedirán con fe y confianza. Os suplicamos concedernos el milagro, que prosperimos por la intercesión del Padre Luis Brisson.
Le encomendó a la mamá, que siga orando y le deje la reliquia del Buen Padre, en el pie y que no debería haber ningún otra, para cuando esté hecho el milagro, no haya confusión. Mientras en la Comunidad de Oblatas San Francisco de Sales, seguían con la misión de rezar por la salud de Carlitos Catani.
Terminado el novenario, al tercer día, el niño le dijo a la mamá, que ya no sufría más. La Hermana Margarita, regresó de su viaje a los 15 días, cuál fue su sorpresa y se llenó de gozo, ver a Carlitos salir de la escuela, alegre y caminando. Sor Margarita le preguntó, que si estaba bien y le contestó, que sí, se encontraba mejor. Preguntándole también, qué le había dicho el médico, diciéndole:
-Ya estoy bueno y no tengo que viajar a Quito, sino a Riobamba, para una radiografía.
La Hermana sigue preguntando:
- ¿Cuándo vas a Riobamba?
A lo que Carlitos contesta:
- Después de los exámenes, porque mi mamá no quiere que falte a clases.
Sor Margarita le dice a Carlitos, que desea ver sus dedos del pie derecho, invitándolo para el día siguiente que vaya con su mamá a la Comunidad de las Oblatas.
Carlitos va a la comunidad y la Hermana le quitó el zapato y la media, para poder constatar que los huesos de los tres dedos del pie, estén correctos. Le tocó sus deditos, preguntándole que si le dolía, a lo que el niño, contestó, que no.
Hay que seguir orando, para que las falanges de los dedos, crecieran, mencionó la buena Madre.
Interesada la Hermana Margarita por el bienestar de Carlitos, lo visitaba en la escuela, viéndolo jugar como un cabrito inquieto con sus compañeros, le preguntaba si le dolía sus dedos, recibiendo una respuesta negativa.
El doctor Miguel Albán, a pedido de Sor Margarita, emitió un certificado muy detallado del accidente de Carlitos, antes y después de todo lo que había ocurrido. La Hermana le preguntó al doctor Albán, si en el proceso de haber recuperado la dureza de los huesos de los dedos del pie de Carlitos, hay algo extraordinario en la curación. Respondiendo el doctor, que sí, el niño se sanó sin terapia física alguna, ni instrumento ortopédico
La Madre Margarita Teresa viajó a Europa y regresó al Ecuador, a recoger y dar testimonio de fe, de lo que había acontecido.
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Fiesta de la Candelaria
Fiesta de la Presentación del Señor, 2 de febrero
Fuente: Archidiócesis de Madrid
Fiesta de la Presentación del Señor, llamada Hypapante por los griegos: Cuarenta días después de Navidad, Jesús fue conducido al Templo por María y José, y lo que podía aparecer como cumplimiento de la ley mosaica era realmente su encuentro con el pueblo creyente y gozoso, manifestándose como luz para alumbrar a las naciones y gloria de su pueblo Israel.
Para cumplir la ley, María fue al Templo de Jerusalén, a los cuarenta días del nacimiento de Jesús
Esta fiesta ya se celebraba en Jerusalén en el siglo IV.
La festividad de hoy, de la que tenemos el primer testimonio en el siglo IV en Jerusalén, se llamaba hasta la última reforma del calendario, fiesta de la Purificación de la Virgen María, en recuerdo del episodio de la Sagrada Familia, que nos narra San Lucas en el capitulo 2 de su Evangelio. Para cumplir la ley, María fue al Templo de Jerusalén, a los cuarenta días del nacimiento de Jesús, para ofrecer su primogénito y cumplir el rito legal de su purificación. La reforma litúrgica de 1960 y 1969 restituyó a la celebración el título de “presentación del Señor” que tenía al principio: la oferta de Jesús al Padre, en el Templo de Jerusalén, es un preludio de su oferta sacrifical sobre la cruz.
Este acto de obediencia a un rito legal, al que no estaban obligados ni Jesús ni María, constituye una lección de humildad, como coronación de la meditación anual sobre el gran misterio navideño, en el que el Hijo de Dios y su divina Madre se nos presentan en el cuadro conmovedor y doloroso del pesebre, esto es, en la extrema pobreza de los pobres, de los perseguidos, de los desterrados.
El encuentro del Señor con Simeón y Ana en el Templo acentúa el aspecto sacrifical de la celebración y la comunión personal de María con el sacrificio de Cristo, pues cuarenta días después de su divina maternidad la profecía de Simeón le hace vislumbrar las perspectivas de su sufrimiento: “Una espada te atravesará el alma”: María, gracias a su íntima unión con la persona de Cristo, queda asociada al sacrificio del Hijo. No maravilla, por tanto, que a la fiesta de hoy se le haya dada en otro tiempo mucha importancia, tanto que el emperador Justiniano decretó el 2 de febrero día festivo en todo el imperio de Oriente.
Roma adoptó la festividad a mediados del siglo VII, y el Papa Sergio I (687-701) instituyó la más antigua de las procesiones penitenciales romanas, que salía de la iglesia de San Adriano y terminaba en Santa María Mayor. El rito de la bendición de los cirios, del que ya se tiene testimonio en el siglo X, se inspire en las palabras de Simeón: “Mis ojos han visto tu salvación, que has preparado ante la faz de todos los pueblos, luz para iluminar a las naciones”. Y de este rito significativo viene también el nombre popular de esta fiesta: la así llamada fiesta de la “candelaria”.
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