LO INMEDIATO Y LA NOCHE (1)
La abundancia de luz nos regala lo inmediato. Es nuestro este árbol,
este pájaro, esta flor. Nuestra mirada se aquerencia en lo que está cerca,
en lo que nos rodea. Nos quedamos quietos en medio de nuestra jaula de
cosas, y todo viene hasta nosotros traído por esa luz que abunda.
Los colores, las formas, el movimiento: todo llega hasta nosotros, como
llega el alimento hasta el enjaulado que termina por creerse el centro de
lo que existe.
La jaula de la luz abundante puede anular en nosotros la capacidad de volar.
Y el que es incapaz de volar, termina por reducir la realidad a su pequeña
realidad. Todas estas cosas que él cree poseer, y que en realidad, lo poseen
a él, pueden terminar por convertirse para él en lo único que existe; o en lo
único que vale la pena pensar que existe.
Terminará así por olvidar que en su misma tierra existen desiertos y ríos,
montañas con nieve y selvas con pájaros en libertad. Terminará por no
importarle que existan océanos y hombres que los navegan. Aunque sepa
que existen otros mundos más allá de su propio planeta, esos mundos no
les interesan para nada, y piensa que nada tiene que aportarle a su vida
de jaula en su pequeña geografía satisfecha.
MAMERTO MENAPACE
|