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General: EVANGELIO DEL MARTES 7 DE JULIO DEL 2015
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: campitos0  (Mensaje original) Enviado: 07/07/2015 13:13
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 Martes de la decimocuarta semana del tiempo ordinario

Libro de Génesis 32,22-32. 
Y aquella noche Jacob permaneció en el campamento, mientras sus regalos iban delante de él. 
Aquella noche, Jacob se levantó, tomó a sus dos mujeres, a sus dos sirvientas y a sus once hijos, y cruzó el vado de Iaboc. 
Después que los hizo cruzar el torrente, pasó también todas sus posesiones. 
Entonces se quedó solo, y un hombre luchó con él hasta rayar el alba. 
Al ver que no podía dominar a Jacob, lo golpeó en la articulación del fémur, y el fémur de Jacob se dislocó mientras luchaban. 
Luego dijo: "Déjame partir, porque ya está amaneciendo: .Pero Jacob replicó: "No te soltaré si antes no me bendices". 
El otro le preguntó: "¿Cómo te llamas?", "Jacob", respondió. 
El añadió: "En adelante no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido". 
Jacob le rogó: "Por favor, dime tu nombre". Pero él respondió: "¿Cómo te atreves a preguntar mi nombre?". Y allí mismo lo bendijo. 
Jacob llamó a aquel lugar con el nombre de Peniel, porque dijo: "He visto a Dios cara a cara, y he salido con vida". 
Mientras atravesaba Peniel, el sol comenzó a brillar, y Jacob iba rengueando del muslo. 



Salmo 17(16),1.2-3.6-7.8b.15. 
Escucha, Señor, mi justa demanda, 
atiende a mi clamor; 
presta oído a mi plegaria, 
porque en mis labios no hay falsedad.
Tú me harás justicia, 
porque tus ojos ven lo que es recto:

si examinas mi corazón 
y me visitas por las noches, 
si me pruebas al fuego, 
no encontrarás malicia en mí. 
Mi boca no se excedió
Yo te invoco, Dios mío, porque tú me respondes: 

inclina tu oído hacia mí y escucha mis palabras.
Muestra las maravillas de tu gracia, 
tú que salvas de los agresores 
a los que buscan refugio a tu derecha.
Escóndeme a la sombra de tus alas.
Pero yo, por tu justicia, contemplaré tu rostro, 

y al despertar, me saciaré de tu presencia.



Evangelio según San Mateo 9,32-38. 
En cuanto se fueron los ciegos, le presentaron a un mudo que estaba endemoniado. 
El demonio fue expulsado y el mudo comenzó a hablar. La multitud, admirada, comentaba: "Jamás se vio nada igual en Israel". 
Pero los fariseos decían: "El expulsa a los demonios por obra del Príncipe de los demonios". 
Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias. 
Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. 
Entonces dijo a sus discípulos: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. 
Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha." 



 

 

 

silvia6.png picture by silvygilbert

 



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: campitos0 Enviado: 07/07/2015 13:13

Comentario: Rev. D. Joan SOLà i Triadú (Girona, España)

«Rogad (...) al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies»

Hoy, el Evangelio nos habla de la curación de un endemoniado mudo que provoca diferentes reacciones en los fariseos y en la multitud. Mientras que los fariseos, ante la evidencia de un prodigio innegable, lo atribuyen a poderes diabólicos —«Por el Príncipe de los demonios expulsa a los demonios» (Mt 9,34)—, la multitud se maravilla: «Jamás se vio cosa igual en Israel» (Mt 9,33). San Juan Crisóstomo, comentando este pasaje, dice: «Lo que en verdad molestaba a los fariseos era que consideraran a Jesús como superior a todos, no sólo a los que entonces existían, sino a todos los que habían existido anteriormente».

A Jesús no le preocupaba la animadversión de los fariseos, Él continuaba fiel a su misión. Es más, Jesús, ante la evidencia de que los guías de Israel, en vez de cuidar y apacentar el rebaño, lo que hacían era descarriarlo, se apiadó de aquellas multitudes cansadas y abatidas, como ovejas sin pastor. Que las multitudes desean y agradecen una buena guía quedó comprobado en las visitas pastorales del Papa Juan Pablo II a tantos países del mundo. ¡Cuántas multitudes reunidas a su alrededor! ¡Cómo escuchaban su palabra, sobre todo los jóvenes! Y eso que el Papa no rebajaba el Evangelio, sino que lo predicaba con todas sus exigencias.

Todos nosotros, «si fuéramos consecuentes con nuestra fe, —dice san Josemaría Escrivá— al mirar a nuestro alrededor y contemplar el espectáculo de la historia y del mundo, no podríamos menos de sentir que se elevan en nuestro corazón los mismos sentimientos que animaron al de Jesucristo», lo cual nos conduciría a una generosa tarea apostólica. Pero es evidente la desproporción que existe entre las multitudes que esperan la predicación de la Buena Nueva del Reino y la escasez de obreros. La solución nos la da Jesús al final del Evangelio: rogad al Dueño de la mies que envíe obreros a sus campos (cf. Mt 9,38).


 
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