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General: SANTORAL DEL MIÉRCOLES 15 DE JULIO DEL 2015
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: campitos0  (Mensaje original) Enviado: 15/07/2015 23:08
Santoral 

Buenaventura, Santo
Obispo y Doctor de la Iglesia, 15 de julio ...


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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: campitos0 Enviado: 15/07/2015 23:09
Buenaventura, Santo

Obispo y Doctor de la Iglesia, 15 de julio 


Fuente: ACIprensa.com 



Cardenal, Obispo de Albano
General de los Frailes Menores Franciscanos
Doctor de la Iglesia

Martirologio Romano: Memoria de la inhumación de san Buenaventura, obispo de Albano y doctor de la Iglesia, celebérrimo por su doctrina, por la santidad de su vida y por las preclaras obras que realizó en favor de la Iglesia. Como ministro general rigió con gran prudencia la Orden de los Hermanos Menores, siendo siempre fiel al espíritu de san Francisco y en sus numerosos escritos unió suma erudición y piedad ardiente. Cuando estaba prestando un gran servicio al II Concilio Ecuménico de Lyon, mereció pasar a la visión beatífica de Dios (1274).

Breve Biografía

Por lo que se refiere a sus primeros años, lo único que sabemos acerca de este ilustre hijo de san Francisco de Asís es que nació en Bagnorea, cerca de Viterbo, en Italia, probablemente en 1217, fue bautizado con el nombre de Giovanni (Juan) Fidanza y que sus padres fueron Juan Fidanza y María Ritella. Después de tomar el hábito en la orden seráfica, estudió en la Universidad de París, bajo la dirección del maestro inglés Alejandro de Hales. De 1248 a 1257, enseñó en esta universidad teología y Sagrada Escritura. A su genio penetrante unía un juicio muy equilibrado, que le permitía ir al fondo de las cuestiones y dejar de lado lo superfluo para discernir todo lo esencial y poner al descubierto los sofismas de las opiniones erróneas. El santo se distinguió en filosofía y teología escolásticas.


El santo no veía en sí más que faltas e imperfecciones y, por humildad, se abstenía algunas veces de recibir la comunión, por más que su alma ansiaba acercarse a la fuente de gracia. Pero un milagro de Dios permitió a San Buenaventura superar tales escrúpulos.

Durante los años que pasó en París, compuso una de sus obras más conocidas, el "Comentario sobre las Sentencias de Pedro Lombardo", que constituye una verdadera suma de teología escolástica. Guillermo de Saint Amour hizo en la obra titulada "Los peligros de los últimos tiempos" un ataque directo a San Buenaventura. Ataque que el santo contestó con un tratado sobre la pobreza evangélica, titulado "Sobre la pobreza de Cristo". En 1257, San Buenaventura y Santo Tomás de Aquino recibieron juntos el título de doctores. San Buenaventura escribió un tratado "Sobre la vida de perfección", destinado a la Beata Isabel, hermana de San Luis de Francia y a las Clarisas Pobres del convento de Longchamps. Otras de sus principales obras son el "Soliloquio" y el tratado "Sobre el triple camino".

En 1257, Buenaventura fue elegido superior general de los frailes Menores. No había cumplido aún los 36 años y la orden estaba desgarrada por la división entre los que predicaban una severidad inflexible y los que pedían que se mitigase la regla original. El joven superior general escribió una carta a todos los provinciales para exigirles la perfecta observancia de la regla y la reforma de los relajados. El primero de los cinco capítulos generales que presidió San Buenaventura, se reunió en Narbona en 1260. Ahí presentó una serie de declaraciones de las reglas que fueron adoptadas y ejercieron gran influencia sobre la vida de la orden. San Buenaventura empezó a escribir la vida de San Francisco de Asís.

El santo gobernó la orden de San Francisco durante 17 años, y por eso se le llama el segundo fundador. En 1265, el Papa Clemente IV trató de nombrar a San Buenaventura arzobispo de York, a la muerte de Godofredo de Ludham , pero el santo consiguió disuadir de ello al Pontífice. Sin embargo, al año siguiente, el Beato Gregorio X le nombró cardenal obispo de Albano, ordenándole aceptar el cargo por obediencia. Se le encomendó la preparación de los temas que se iban a tratar en el Concilio ecuménico de Lyon, acerca de la unión de los griegos ortodoxos.

San Buenaventura se caracterizaba por la sencillez, la humildad y la caridad. Mereció el título de "Doctor Seráfico" por las virtudes angélicas que realzaban su saber. Fue canonizado en 1482 y declarado Doctor de la Iglesia en 1588.





Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: campitos0 Enviado: 15/07/2015 23:15
Ana María Javouhey, Beata
Ana María Javouhey, Beata
Fundadora, 15 de julio


Por: . | Fuente: www.clairval.com 



Virgen y Fundadora
de la Congregación de San José de Cluny

Martirologio Romano: En París, capital de Francia, beata Ana María Javouhey, virgen, fundadora de la Congregación de las Hermanas de San José de Cluny, que se dedican al cuidado de enfermos y a la instrucción cristiana de las niñas, Congregación que la beata consiguió implantar también en tierras de misión (1851).
El 10 de diciembre de 1779, ve la luz en Jallenge, cerca de Dijon (Francia), una pequeña de nombre Ana María, quinta de una familia de diez hermanos. Ana María, a la que todos llaman Nanette, tiene siete años cuando la familia se instala en Chamblanc, en el mismo cantón. Se trata de una niña jovial, radiante y llena de vida, siempre proclive a las inventivas y a las réplicas. A la edad de diez años, y a pesar de las reticencias de su padre, que la considera demasiado traviesa, toma la primera comunión. «A partir de aquel día –confesará–, me consideré como consagrada a Dios y a sus obras».

En 1791, en plena Revolución Francesa, el párroco Rapin prefiere exiliarse antes que prestar juramento al cisma exigido al clero; es substituido por un sacerdote juramentado. Nanette, a espaldas de sus padres, asiste a veces a su misa. «Me consideraba más culta que los otros» – dirá más tarde. Una noche, un sacerdote no juramentado llama a la puerta: «Me han requerido para asistir a un enfermo y no conozco el camino». Nanette, intrépida, se ofrece a acompañarlo. De camino, el sacerdote le explica la necesidad de permanecer fieles a la Iglesia de Roma. A partir de ese momento, y en colaboración con su familia, organiza ceremonias clandestinas y esconde a sacerdotes acosados por los revolucionarios. En cuanto se apacigua la tormenta, Nanette recorre los pueblos y, a golpe de tambor, reúne a la juventud para enseñarles el catecismo. Ella misma dirá: « No hubiera querido apenar a mis padres, ni desobedecerles, pero no podía resistirme a Dios, ya que me concedía grandes facultades para enseñar a las pobres jóvenes y a los adultos ignorantes a conocerlo». Un día, recibe de Dios una misión muy precisa: «El Señor me hizo saber de manera extraordinaria, pero segura, que me llamaba al estado que he abrazado para instruir a los pobres y dar educación a los huérfanos –afirmará más tarde.


Los hijos que Dios te da


La actitud de Nanette, que piensa más en rezar y catequizar que en el trabajo de la granja, alarma y enfada a su padre; pero la joven consigue ganárselo para la causa y, el 11 de noviembre de 1798, durante la misa, se consagra oficialmente a Dios en presencia de la familia. En 1800, aconsejada por el padre Rapin, que ha regresado al pueblo, Nanette se dirige a Besançon, donde Jeanne-Antide Thouret acaba de fundar una pequeña comunidad de mujeres dedicadas a la caridad y a la educación de los niños. Sin embargo, la duda invade muy pronto su alma. «Señor, ¿que quieres de mí? –exclama una noche. Una voz interior muy lúcida le responde que Dios tiene grandes designios para ella. Unos días después, al despertar, cree ver a su alrededor muchos negros, unos completamente negros y otros de color más o menos oscuro. Simultáneamente, parece oír estas palabras: «Son los hijos que Dios te da. Soy santa Teresa; seré la protectora de tu orden». Así pues, decide regresar con sus padres.

Después de entregarse a la instrucción de los niños, primero en la localidad de Seurre y luego en Dole, Ana María se une a las monjas trapenses, en Suiza. Pero una voz le dice en el fondo de su corazón: «No has sido llamada a entrar en la Trapa, sino a fundar una congregación en pro de los negros». Los pocos meses que ha permanecido en el convento le han permitido recibir una formación sólida en la vida religiosa. Tras dos nuevas tentativas de escuelas en la región del Jura, Ana María regresa a casa desu padre para establecer su obra educativa. En abril de 1805, después de la coronación de Napoleón como emperador, el Papa Pío VII pasa por Chlon-sur-Saône (región de Champaña). Ana María y sus hermanas gozan del favor de una audiencia privada. La joven expone al Santo Padre sus proyectos: «Ánimo, hija mía –le responde el Vicario de Cristo–, Dios obrará a través de ti muchas cosas para gloria suya».

Aconsejada por su obispo, Ana María se establece en Chlon-sur-Saône. Sus cualidades de pedagoga le hacen comprender que hay que desarrollar las capacidades prácticas de las pequeñas. Enseña a las niñas a leer, escribir y contar, pero también a coser, tejer, planchar e hilar. Ana María tiene la idea de poner la capilla de su escuela bajo el patrocinio de san Bernardo o de santa Teresa. Pero el sacerdote, que se llama José, le sugiere invocar más bien la protección del esposo de la Virgen María. Así pues, se adopta el nombre de san José, pasando de la capilla a la pequeña comunidad de educadoras que ha fundado. El 12 de mayo de 1807, Ana María, sus tres hermanas y otras cinco jóvenes, reciben el hábito religioso y profesan sus votos de manos del obispo de Autun. Este último sugiere a la superiora que se establezca en la ciudad episcopal. La madre Ana María consigue que una parte del antiguo seminario mayor se ponga a su disposición. A finales de 1810, con motivo de la guerra en España, convoyes de enfermos y heridos llegan a Autun, por lo que las monjas se convierten en enfermeras. Un día del mes de enero de 1812, la madre Ana María descubre en un anuncio que está en venta el antiguo convento de los recoletos, en Cluny. Recurre entonces a su padre, que se deja convencer y adquiere la propiedad; allí se instalan las monjas, convirtiéndose en la «Congregación de San José de Cluny».

 A principios de 1851, la salud de la madre Ana María decae y, en el mes de mayo, con motivo de una visita a la casa de Senlis, debe permanecer en cama. El 8 de julio, se entera de la defunción del obispo de Autun. Unos días después, el 15, afirma al respecto: «Debemos considerar a monseñor como a uno de nuestros bienhechores. Dios se sirvió de él para enviarnos la tribulación, en un momento en que, a nuestro alrededor, sólo escuchábamos alabanzas. Resultaba necesario, porque, con el éxito que estaba alcanzando nuestra congregación, habríamos podido creernos importantes si no hubiéramos sufrido esas penalidades y contradicciones». Poco después de pronunciar esas palabras, entrega su alma a Dios. En aquel momento, su congregación contaba con unas 1.200 religiosas, dedicadas a buscar en todo la voluntad de Dios mediante la enseñanza, las obras hospitalarias y misioneras.

Pidamos a la beata Ana María Javouhey, beatificada por el Papa Pío XII el 15 de octubre de 1950, que nos conceda la liberación de la peor de las esclavitudes, la del pecado; en efecto, pues Jesús vino «a liberar a los hombres de la esclavitud más grave, la del pecado, que es el obstáculo en su vocación de hijos de Dios y causa de todas sus servidumbres humanas» (CEC, 549). Que nos haga partícipes de su espíritu de dedicación, de caridad y de simplicidad, para que podamos alcanzar la verdadera libertad de los hijos de Dios. 


 
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