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Da: campitos0 (Messaggio originale) |
Inviato: 09/08/2015 20:49 |
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Lecturas de hoy Sábado de la 18ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, sábado, 8 de agosto de 2015
Primera lectura
Lectura del libro del Deuteronomio (6,4-13):
Moisés habló al pueblo, diciendo: «Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria, se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado; las atarás a tu muñeca como un signo, serán en tu frente una señal; las escribirás en las jambas de tu casa y en tus portales. Cuando el Señor, tu Dios, te introduzca en la tierra que juró a tus padres –a Abrahán, Isaac y Jacob– que te había de dar, con ciudades grandes y ricas que tú no has construido, casas rebosantes de riquezas que tú no has llenado, pozos ya excavados que tú no has excavado, viñas y olivares que tú no has plantado, comerás hasta hartarte. Pero, cuidado: no olvides al Señor que te sacó de Egipto, de la esclavitud. Al Señor, tu Dios, temerás, a él sólo servirás, sólo en su nombre jurarás.»
Palabra de Dios
Salmo
Sal 17,2-3a.3bc-4.47.51ab
R/. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza
Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza; Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador. R/.
Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte. Invoco al Señor de mi alabanza y quedo libre de mis enemigos. R/.
Viva el Señor, bendita sea mi Roca, sea ensalzado mi Dios y Salvador: tú diste gran victoria a tu rey, tuviste misericordia de tu Ungido. R/.
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (17,14-20):
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un hombre, que le dijo de rodillas: «Señor, ten compasión de mi hijo, que tiene epilepsia y le dan ataques; muchas veces se cae en el fuego o en el agua. Se lo he traído a tus discípulos, y no han sido capaces de curarlo.» Jesús contestó: «¡Generación perversa e infiel! ¿Hasta cuándo tendré que estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo.» Jesús increpó al demonio, y salió; en aquel momento se curó el niño. Los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron aparte: «¿Y por qué no pudimos echarlo nosotros?» Les contestó: «Por vuestra poca fe. Os aseguro que si fuera vuestra fe como un grano de mostaza, le diríais a aquella montaña que viniera aquí, y vendría. Nada os sería imposible.»
Palabra del Señor
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Comentario: Rev. D. Fidel CATALÁN i Catalán (Terrassa, Barcelona, España)
«Si tenéis fe como un grano de mostaza (...) nada os será imposible»
Hoy, una vez más, Jesús da a entender que la medida de los milagros es la medida de nuestra fe: «Yo os aseguro: si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: “Desplázate de aquí allá”, y se desplazará» (Mt 17,20). De hecho, como hacen notar san Jerónimo y san Agustín, en la obra de nuestra santidad (algo que claramente supera a nuestras fuerzas) se realiza este “desplazarse el monte”. Por tanto, los milagros ahí están y, si no vemos más es porque no le permitimos hacerlos por nuestra poca fe.
Ante una situación desconcertante y a todas luces incomprensible, el ser humano reacciona de diversas maneras. La epilepsia era considerada como una enfermedad incurable y que sufrían las personas que se encontraban poseídas por algún espíritu maligno.
El padre de aquella criatura expresa su amor hacia el hijo buscando su curación integral, y acude a Jesús. Su acción es mostrada como un verdadero acto de fe. Él se arrodilla ante Jesús y lo impreca directamente con la convicción interior de que su petición será escuchada favorablemente. La manera de expresar la demanda muestra, a la vez, la aceptación de su condición y el reconocimiento de la misericordia de Aquél que puede compadecerse de los otros.
Aquel padre trae a colación el hecho de que los discípulos no han podido echar a aquel demonio. Este elemento introduce la instrucción de Jesús haciendo notar la poca fe de los discípulos. Seguirlo a Él, hacerse discípulo, colaborar en su misión pide una fe profunda y bien fundamentada, capaz de soportar adversidades, contratiempos, dificultades e incomprensiones. Una fe que es efectiva porque está sólidamente enraizada. En otros fragmentos evangélicos, Jesucristo mismo lamenta la falta de fe de sus seguidores. La expresión «nada os será imposible»
(Mt 17,20) expresa con toda la fuerza la importancia de la fe en el seguimiento del Maestro.
La Palabra de Dios pone delante de nosotros la reflexión sobre la cualidad de nuestra fe y la manera cómo la profundizamos, y nos recuerda aquella actitud del padre de familia que se acerca a Jesús y le ruega con la profundidad del amor de su corazón.
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