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General: Santoral de hoy Martes 3 de Noviembre del 2015
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De: campitos0 (Mensaje original) |
Enviado: 03/11/2015 23:13 |
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Martín de Porres, Santo
Religioso dominico, 3 de noviembre
Fuente: Archidiócesis de Madrid
Religioso dominico, peruano
El racismo, esa distinción que hacemos los hombres distinguiendo a nuestros semejantes por el color de la piel es algo tan sinsentido como distinguirlos por la estatura o por el volumen de la masa muscular. Y lo peor no es la distinción que está ahí sino que ésta lleve consigo una minusvaloración de las personas -necesariamente distintas- para el desempeño de oficios, trabajos, remuneraciones y estima en la sociedad. Un mulato hizo mayor bien que todos los blancos juntos a la sociedad limeña de la primera mitad del siglo XVII.
Fue hijo bastardo del ilustre hidalgo -hábito de Alcántara- don Juan de Porres, que estuvo breve tiempo en la ciudad de Lima. Bien se aprecia que los españoles allá no hicieron muchos feos a la población autóctona y confiemos que el Buen Dios haga rebaja al juzgar algunos aspectos morales cuando llegue el día del juicio, aunque en este caso sólo sea por haber sacado del mal mucho bien. Tuvo don Juan dos hijos, Martín y Juana, con la mulata Ana Vázquez. Martín nació mulato y con cuerpo de atleta el 9 de diciembre de 1579 y lo bautizaron, en la parroquia de San Sebastián, en la misma pila que Rosa de Lima.
La madre lo educó como pudo, más bien con estrecheces, porque los importantes trabajos de su padre le impedían atenderlo como debía. De hecho, reconoció a sus hijos sólo tardíamente; los llevó a Guayaquil, dejando a su madre acomodada en Lima, con buena familia, y les puso maestro particular.
Martín regresó a Lima, cuando a su padre lo nombraron gobernador de Panamá. Comenzó a familiarizarse con el bien retribuido oficio de barbero, que en aquella época era bastante más que sacar dientes, extraer muelas o hacer sangrías; también comprendía el oficio disponer de yerbas para hacer emplastos y poder curar dolores y neuralgias; además, era preciso un determinado uso del bisturí para abrir hinchazones y tumores. Martín supo hacerse un experto por pasar como ayudante de un excelente médico español. De ello comenzó a vivir y su trabajo le permitió ayudar de modo eficaz a los pobres que no podían pagarle. Por su barbería pasarán igual labriegos que soldados, irán a buscar alivio tanto caballeros como corregidores.
Pero lo que hace ejemplar a su vida no es sólo la repercusión social de un trabajo humanitario bien hecho. Más es el ejercicio heroico y continuado de la caridad que dimana del amor a Jesucristo, a Santa María. Como su persona y nombre imponía respeto, tuvo que intervenir en arreglos de matrimonios irregulares, en dirimir contiendas, fallar en pleitos y reconciliar familias. Con clarísimo criterio aconsejó en más de una ocasión al Virrey y al arzobispo en cuestiones delicadas.
Alguna vez, quienes espiaban sus costumbres por considerarlas extrañas, lo pudieron ver en éxtasis, elevado sobre el suelo, durante sus largas oraciones nocturnas ante el santo Cristo, despreciando la natural necesidad del sueño. Llamaba profundamente la atención su devoción permanente por la Eucaristía, donde está el verdadero Cristo, sin perdonarse la asistencia diaria a la Misa al rayar el alba.
Por el ejercicio de su trabajo y por su sensibilidad hacia la religión tuvo contacto con los monjes del convento dominico del Rosario donde pidió la admisión como donado, ocupando la ínfima escala entre los frailes. Allí vivían en extrema pobreza hasta el punto de tener que vender cuadros de algún valor artístico para sobrevivir. Pero a él no le asusta la pobreza, la ama. A pesar de tener en su celda un armario bien dotado de yerbas, vendas y el instrumental de su trabajo, sólo dispone de tablas y jergón como cama.
Llenó de pobres el convento, la casa de su hermana y el hospital. Todos le buscan porque les cura aplicando los remedios conocidos por su trabajo profesional; en otras ocasiones, se corren las voces de que la oración logró lo improbable y hay enfermos que consiguieron recuperar la salud sólo con el toque de su mano y de un modo instantáneo.
Revolvió la tranquila y ordenada vida de los buenos frailes, porque en alguna ocasión resolvió la necesidad de un pobre enfermo entrándolo en su misma celda y, al corregirlo alguno de los conventuales por motivos de clausura, se le ocurrió exponer en voz alta su pensamiento anteponiendo a la disciplina los motivos dimanantes de la caridad, porque "la caridad tiene siempre las puertas abiertas, y los enfermos no tienen clausura".
Pero entendió que no era prudente dejar las cosas a la improvisación de momento. La vista de golfos y desatendidos le come el alma por ver la figura del Maestro en cada uno de ellos. ¡Hay que hacer algo! Con la ayuda del arzobispo y del Virrey funda un Asilo donde poder atenderles, curarles y enseñarles la doctrina cristiana, como hizo con los indios dedicados a cultivar la tierra en Limatombo. También los dineros de don Mateo Pastor y Francisca Vélez sirvieron para abrir las Escuelas de Huérfanos de Santa Cruz, donde los niños recibían atención y conocían a Jesucristo.
No se sabe cómo, pero varias veces estuvo curando en distintos sitios y a diversos enfermos al mismo tiempo, con una bilocación sobrenatural.
El contemplativo Porres recibía disciplinas hasta derramar sangre haciéndose azotar por el indio inca por sus muchos pecados. Como otro pobre de Asís, se mostró también amigo de perros cojos abandonados que curaba, de mulos dispuestos para el matadero y hasta lo vieron reñir a los ratones que se comían los lienzos de la sacristía. Se ve que no puso límite en la creación al ejercicio de la caridad y la transportó al orden cósmico.
Murió el día previsto para su muerte que había conocido con anticipación. Fue el 3 de noviembre de 1639 y causada por una simple fiebre; pidiendo perdón a los religiosos reunidos por sus malos ejemplos, se marchó. El Virrey, Conde de Chinchón, Feliciano de la Vega -arzobispo- y más personajes limeños se mezclaron con los incontables mulatos y con los indios pobres que recortaban tantos trozos de su hábito que hubo de cambiarse varias veces.
Lo canonizó en papa Juan XXIII en 1962.
Desde luego, está claro que la santidad no entiende de colores de piel; sólo hace falta querer sin límite.
¿Qué nos enseña su vida?
La vida de San Martín nos enseña:
- A servir a los demás, a los necesitados. San Martín no se cansó de atender a los pobres y enfermos y lo hacía prontamente. Demos un buen servicio a los que nos rodean, en el momento que lo necesitan. Hagamos ese servicio por amor a Dios y viendo a Dios en las demás personas.
- A ser humildes. San Martín fue una persona que vivió esta virtud. Siempre se preocupó por los demás antes que por él mismo. Veía las necesidades de los demás y no las propias. Se ponía en el último lugar.
A llevar una vida de oración profunda. La oración debe ser el cimiento de nuestra vida. Para poder servir a los demás y ser humildes, necesitamos de la oración. Debemos tener una relación intima con Dios
- A ser sencillos. San Martín vivió la virtud de la sencillez. Vivió la vida de cara a Dios, sin complicaciones. Vivamos la vida con espíritu sencillo.
- A tratar con amabilidad a los que nos rodean. Los detalles y el trato amable y cariñoso es muy importante en nuestra vida. Los demás se lo merecen por ser hijos amados por Dios.
- A alcanzar la santidad en nuestra vidas. Por alcanzar esta santidad, luchemos...
- A llevar una vida de penitencia por amor a Dios. Ofrezcamos sacrificios a Dios.
- San Martín de Porres se distinguió por su humildad y espíritu de servicio, valores que en nuestra sociedad actual no se les considera importantes. Se les da mayor importancia a valores de tipo material que no alcanzan en el hombre la felicidad y paz de espíritu. La humildad y el espíritu de servicio producen en el hombre paz y felicidad.
Oración
Virgen María y San Martín de Porres, ayúdenme este día a ser más servicial con las personas que me rodean y así crecer en la verdadera santidad.
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Silvia de Roma, Santa Madre de San Gregorio Magno
Laica, 3 de noviembrePor: Catholic.net | Fuente: Catholic.net
Madre de San Gregorio Magno
Martirologio Romano: En Roma, conmemoración de santa Silvia, madre del papa san Gregorio I Magno, de la que el mismo Pontífice dejó escrito que había alcanzado la cima de la oración y de la penitencia, siendo óptimo ejemplo para los demás (s. VII).
Etimológicamente: Silvia = Aquella que viene de la selva o el bosque, es de origen latino.
Breve Biografía
Cómo todas las mujeres que estan esperando un hijo, Silvia estaba esperando el "gran evento", grande por el milagro de los hombres y grande por la gracia de Dios.
¿Qué es lo que sabemos acerca de Santa Silvia?. Que ella fue madre de Gregorio Magno, Papa y doctor de la Iglesia.
¿No somos nosotros una reflejo de nuestros padres y de su pensamiento? ¿Qué tan seguido he sentido el vibrar de un eco distante?, ¿o algunas llamadas de tiempos pasados?¿o sentido en la profundidad de mis huesos las pisadas de un ancestro Celta? ¿o el llanto de un jinete de Mongolia?, como si toda mi vida fuera hecha por fragmentos de vidas que vivieron miles de años atrás.
Un hombre es lo que trae al mundo ¿Racine? el autor de Andromaque o Silvia, la madre de San Gregorio.
¡Que emoción el sentir germinar los trabajos misteriosos del universo! Ayer apenas era una niña, pero ahora ya es una líder en la etapa de la vida.
Ayer, el amor joven y encantador, dulces simplezas, días sin cuidado, y de repente ”cruzando la línea” y entrando en otro mundo algo desconocido, como un pájaro en islas extrañas, como la sombra de una palmera en el desierto, todo un nuevo sentido de vida, un baile misterioso, un nuevo vino... una sensación en el vientre, un hijo en la carne. Sostener a un hijo como Dios sostiene a la humanidad.
En su vientre y en su mente, Silvia siente responsabilidad por su hijo. No solo su misión es dar a luz a un hijo, sino componer toda la vida de aquel hombre: su cuerpo y alma, ¿si la madre da a luz al cuerpo, no podrá también influenciar el alma?
Ella sueña con él mientras lo amamanta, le da forma con todos los deseos de su cuerpo y con las bellezas de su alma. Y así por nueve meses Silvia esperó y planeó con ilusión.
El bebé tiene que ser un niño, no cabe duda a cerca de eso le decía a toda su familia, ese era el hijo que ella sentía. Ella ya lo ha visto: una visión, un positivo, visión creativa.
¿Acaso el será un senador, como su padre Gordián? , ¿un cónsul,o el emperador?. ¿Será el Papa? o ¿un santo?. No hay límite para la imaginación de una mamá.
Todo esto pasó en Roma en el 540 d.C. Vigiluu fue Papa y Vetegis fue emperador pero ¿quien sabe algo de ellos?. Era un mundo todavía en transición. En un lado eran invasiones, en el otro eran herejías. El niño hizo sus estudios muy brillantemente.
El recibió una fina educación latina que le sirvió para gobernar hombres y defender dogmas. Ella por fin lo vio usando la toga tricolor de un pretor romano.
Pero, ¿qué importancia tiene la toga de un hombre comparada con la toga que usan los hombres de Dios?
De pronto Gregorio renunció a todas sus responsabilidades y bienestar y se convirtió en un monje. Las seis villas que tenía en Sicilia las convirtió en seis monasterios.
El tenía 35 años de edad,y Silvia sintió en su cuerpo que toda la estructura delicada de la historia estaba temblando.
Hubo una plaga y el Papa murió. Silvia decidió que el siguiente Papa tendría que ser Gregorio. El se negó en vano, escapó de Roma en una canasta de mimbre, se escondió en los bosques y pantanos de Pontine. Al final del curso fue encontrado -o descubierto- y con gran regocijo traído a la iglesia, en sept. 3 del 590, se consagró para Papa. Gregorio era Papa y Silvia había sido su profeta.
El estaba para hacer un pontificado heróico. Los Lombardos, que estaban devastando Italia, tenían que ser vigilados y el emperador en Constantinopla tenía que ser enfrentado.
Gregorio escribió muchos trabajos (principalmente los morales), reformó la Iglesia, trajo a los Visigodos Arios de regreso a la verdadera fe, y evangelizó Alemania.
El fue el que inventó la frase: Servidora de los servidores de Dios.
Su victoria mas característica fue la de extinguir la herejía de Eutyche), el patriarca de Constantinopla, que afirmó que la resurrección del cuerpo sería en una forma delicada, en una carne etérea.
Gregorio replicó de que resucitaremos en cuerpo y sangre, literalmente palpable como fue el cuerpo de Cristo para el apóstol Tomás.
“Yo debo de ser vestido con mi carne de nuevo” dice el libro de Job, y en la Última Cena Jesús dijo: “Este es mi cuerpo.” Uno de los aspectos mas movedores de la fe Católica es la dominación del cuerpo, semi-incorruptible y eterno.
Cuando Gregorio ya era Papa, Silvia ya había entrado al convento y su esposo ya se había convertido en sacerdote simultáneamente.
Arriba de su casa en Colina de Coelian en Roma construyeron una capilla en su honor. Murió en el 592 d.C.
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