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General: Santoral de hoy Lunes 23 de Noviembre del 2015
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: campitos0  (Mensaje original) Enviado: 23/11/2015 16:24
Santoral 

Clemente I, Santo
IV Papa, 23 de Noviembre ...


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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: campitos0 Enviado: 23/11/2015 16:25
Clemente I, Santo

IV Papa, 23 de Noviembre 


Fuente: Arquidiócesis de Madrid 



IV Papa de la Iglesia Católica
(entre los años 93 a 101)

La comunidad cristiana de Corinto, radicada en una de las ciudades más cosmopolitas, dio -mezclados con muchas alegrías-, algunos motivos de preocupación; ya en tiempos del apóstol Pablo que adoctrinó a los primeros hubo problemas con algunos cristianos que perdían su fuerza por la boca y se mostraron indisciplinados. Años después se repitió la historia de los carismáticos que no aceptaban someterse a la autoridad de los legítimos pastores. El papa Clemente tuvo que intervenir en esos episodios poco agradables, molestos y preocupantes; era preciso corregir la desunión y evitar el peligro cismático.

Clemente I, obispo de Roma durante diez años, mandó a aquellos fieles una espléndida carta que llevaron Claudio Efebo, Valerio y Fortunato. Está escrita en griego, que era entonces el idioma oficial, y transportaba a Corinto la paternal recomendación de practicar la caridad fraterna. No figura en el escrito el nombre de su autor, pero el análisis interno induce a pensar casi con certeza que el autor, al ser obispo y de Roma, debe ser el papa Clemente, el cuarto papa, tercer sucesor de Pedro, después de Lino y Cleto, por eso se le atribuye con toda probabilidad. De hecho, así lo entendieron Eusebio de Cesarea que califica la carta como "universalmente admitida, larga y admirable", Orígenes y el resto de los escritores eclesiásticos.

Clemente está incluido en el Canon de la Misa y aparece mencionado en los antiguos calendarios.

Algunas Actas legendarias -con toda probabilidad falsas- lo presentan emparentado con la familia imperial, como si fuera primo de Domiciano, o pariente de aquel Flavio Clemente al que mandó matar el emperador por el crimen de "ateísmo". Otros testimonios aducen su condición de liberto de la casa Flavia; unos afirman que procedía del paganismo, mientras que otros lo presentan con ascendencia judía. Hay quien lo quiere identificar con el homónimo mencionado por al Apóstol Pablo en la carta a los filipenses como colaborador suyo, y hasta afirma alguno más que fue convertido en Roma por la predicación de Pedro.

Sea como fuere, a través del escrito se ve la fina figura de un papa conocedor del Antiguo y Nuevo Testamento y bien experimentado en el espíritu de oración. Habla de forma arrebatada de la fe, origen de la disposición humilde de donde nace la aceptación de la autoridad; expone -con la seguridad que dan las disposiciones divinas y no las componendas humanas- la existencia de la autoridad jerárquica proveniente de la voluntad fundacional de Cristo, y llama a la comunidad universal de los creyentes "cuerpo de Cristo" y "rebaño"; no falta el recurso a la "tradición recibida" para llegar a la concordia de la fe y recuperar la paz.

Es admirable descubrir con nitidez la conciencia de su autoridad y de su obligación universal al intervenir en uno de los primeros conflictos, en virtud de su suprema autoridad. Con tono dignísimo y de gran solicitud paternal, Roma ordenó y fue obedecida.

La carta se considera tan autorizada por los destinatarios que sesenta años más tarde aún se leía a los fieles, en la asamblea dominical, según consta por testimonio de Dionisio de Corinto.

Párrafos de la carta de Clemente dan a entender que se escribió al finalizar una de las persecuciones, probablemente la de Domiciano, emperador al que el poder lo cambió inesperadamente de pacífico a cruel.

Clemente murió mártir al final del siglo I.

En torno a su muerte tampoco falta el relato imaginativo de las actas tardías (s. IV) configuradas con una frondosa literatura que intenta realzar la figura del santo. Suponen que el emperador Trajano le desterró al Quersoneso, en Crimea, condenándole a trabajos forzados en una cantera, por negarse a dar culto a los ídolos. La leyenda referirá abundancia de hechos prodigiosos como el haber sido arrojado al agua en el mar Negro con un ancla atada a su cuello; pero un ángel enviado por Dios hizo en el fondo del mar un magnífico sepulcro de mármol; cada aniversario de su muerte podían los fieles visitarlo a pie seco y cuando una madre olvidó en una ocasión allí a su hijo, lo encontró al año siguiente vivo.

El ancla que está presente en su iconografía más bien nos sugiere la firmeza de la fe y la seguridad de la unidad de las que fue Clemente eminente campeón con su enérgica defensa al mantener el principio de la autoridad primacial de la sede romana. En medio de las persecuciones, es el obispo de Roma la indiscutible voz suprema del magisterio.

Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: campitos0 Enviado: 23/11/2015 16:26
Enrichetta (María Ángela Doménica) Alfieri, Beata


Religiosa, 23 de noviembre 


Por: Isabel Orellana Vilches | Fuente: Zenit.org 



Religiosa

Martirologio Romano: En Milán, Italia, Beata Enrichetta Alfieri (en el siglo María Ángela Doménica), religiosa profesa de la Congregación de las Hermanas de la Caridad de Bensanzón. († 1951) 

Fecha de beatificación: 26 de junio de 2011, durante el pontificado de S.S. Benedicto XVI
Nació el 23 de febrero de 1891 en Borgo Vercelli. Y aunque le impusieron en bautismo tres nombres, María Ángela Doménica sus allegados la llamaban María. Parecía un vaticinio de la protección que iba a recibir de la Virgen. 

Encantadora durante su infancia, sensible a las enseñanzas de fe que recibía en su hogar y en la parroquia, al cumplir 17 años se sintió elegida por Cristo para seguirle. Aunque no sufrió oposición paterna, tuvo que aguardar un tiempo para ingresar en la vida religiosa, como su familia aconsejó. Muchas veces los padres no comprenden que la decisión de consagrarse a Cristo ya está tomada y que dilatar el tiempo de iniciar el camino solo conlleva sufrimiento para sus hijos, aunque en esa prueba éstos comiencen a mostrar a Dios el grado de su amor. De hecho, a finales de 1911 María ingresó en el convento de Vercelli con las Hermanas de la Caridad, fundadas por la Madre Thouret donde ya tenía varios familiares. Al profesar tomó el nombre de Enrichetta. 

Estudió magisterio y ejerció la docencia en Vercelli durante unos meses puesto que una espondilitis tuberculosa le impidió hacer vida normal. La pésima evolución de la enfermedad fue vertiginosa. Dos años más tarde ni siquiera podía desempeñar trabajos de apoyo en tareas administrativas. En 1920 los médicos no ocultaron el mal pronóstico. Su día a día comenzó a ser el lecho. Aprisionada en él por intensísimo dolor agradecía a Dios la posibilidad de unir sus padecimientos a Cristo Redentor. Comprendió que así como la vocación nos sitúa en el calvario, por la enfermedad estamos en la cruz con Cristo. De modo que el lecho debe considerarse como un altar en el que la persona que sufre se inmola y se deja sacrificar llevada de su amor, siempre y cuando cumpla el requisito de "sufrir santamente" haciéndolo con "dignidad, amor, dulzura y fortaleza".

Buscando salida para su penoso estado, la llevaron a Lourdes en 1922 y un año más tarde le administraron el sacramento de la Unción. El 25 de febrero de ese año, celebración de la novena aparición de la Virgen de Lourdes, al tomar un sorbo de agua de la gruta, con indecible esfuerzo y dolor, se sintió instada a levantarse en medio de una locución divina que provenía de María: "¡Levántate!". En ese momento, recobró la salud. 

Después fue asignada a la prisión de San Vittore en Milán. "La vocación no me hace santa, decía, pero me impone el deber de trabajar para conseguirlo". Su escuela había sido el sufrimiento. Así que, comprendió y supo acoger a tanto desecho humano que halló en el penal. Sufrir, orar (también junto a las reclusas), trabajar ejerciendo la caridad por amor a Cristo sin descanso, fue el día a día de esta apóstol que se ganó el respeto, confianza y cariño de los presos. Ellos la denominaron el "ángel" y la "Mamma" de San Vittore. 

En 1939 fue nombrada Superiora de la comunidad. Durante la Guerra Mundial la cárcel fue tomada por los nazis, y se jugó la vida defendiendo y rescatando de la muerte a los judíos y presos políticos, que iban a ser llevados a las cámaras de gas en los campos de exterminio. 

En 1944 las SS interceptaron un mensaje -escrito por Sor Enrichetta- en poder de una reclusa judía. Fue acusada y apresada. Gravitando sobre ella la condena a muerte, oraba en su celda en acto de gratitud. Con la intervención del arzobispo de Milán, a través de Mussolini, se condonó su pena, pero fue enviada a Bérgamo a un centro de enfermos mentales. De allí partió a Brescia, y escribió sus memorias por obediencia. 
En 1945 regresó a San Vittore conduciendo al camino de la conversión a muchos, como a la peligrosa convicta por asesinato múltiple, Rina (Caterina) Fort. 

En septiembre de 1950 sufrió una funesta caída en la calle, y no se recuperó. Murió el 23 de noviembre 1951. 


 
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