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General: SANTORAL DE HOY MARTES 15 DE DICIEMBRE DEL 2015
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: campitos0  (Mensaje original) Enviado: 15/12/2015 23:13
Santoral 

María de la Rosa, Santa
Fundadora, 15 de diciembre ...


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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: campitos0 Enviado: 15/12/2015 23:14
María de la Rosa, Santa

Fundadora, 15 de diciembre


Fuente: EWTN 



Nació en Brescia (Italia) en 1813. Quedó huérfana de madre cuando apenas tenía 11 años.

Cuando ella tenía 17 años, su padre le presentó un joven diciéndole que había decidido que él fuera su esposo. La muchacha se asustó y corrió donde el párroco, que era un santo varón de Dios, a comunicarle que se había propuesto permanecer siempre soltera y dedicarse totalmente a obras de caridad. El sacerdote fue donde el papá de la joven y le contó la determinación de su hija. El señor De la Rosa aceptó casi inmediatamente la decisión de María, y la apoyó más tarde en la realización de sus obras de caridad, aunque muchas veces le parecían exageradas o demasiado atrevidas.

El padre de María tenía unas fábricas de tejidos y la joven organizó a las obreras que allí trabajaban y con ellas fundó una asociación destinada a ayudarse unas a otras y a ejercitarse en obras de piedad y de caridad.

En la finca de sus padres fundó también con las campesinas de los alrededores una asociación religiosa que las enfervorizó muchísimo.

En su parroquia organizó retiros y misiones especiales para las mujeres, y el cambio y la transformación entre ellas fue tan admirable que al párroco le parecía que esas mujeres se habían transformado en otras. ¡Así de cambiadas estaban en lo espiritual!.

En 1836 llegó la peste del cólera a Brescia, y María con permiso de su padre (que se lo concedió con gran temor) se fue a los hospitales a atender a los millares de contagiados. Luego se asoció con una viuda que tenía mucha experiencia en esas labores de enfermería, y entre las dos dieron tales muestras de heroísmo en atender a los apestados, que la gente de la ciudad se quedó admirada.

Después de la peste, como habían quedado tantas niñas huérfanas, el municipio formó unos talleres artesanales y los confió a la dirección de María de la Rosa que apenas tenía 24 años, pero ya era estimada en toda la ciudad. Ella desempeñó ese cargo con gran eficacia durante dos años, pero luego viendo que en las obras oficiales se tropieza con muchas trabas que quitan la libertad de acción, dispuso organizar su propia obra y abrió por su cuenta un internado para las niñas huérfanas o muy pobres. Poco después abrió también un instituto para niñas sordomudas. Todo esto es admirable en una joven que todavía no cumplía los 30 años y que era de salud sumamente débil. Pero la gracia de Dios concede inmensa fortaleza.

La gente se admiraba al ver en esta joven apóstol unas cualidades excepcionales. Así por ejemplo un día en que unos caballos se desbocaron y amenazaban con enviar a un precipicio a los pasajeros de una carroza, ella se lanzó hacia el puesto del conductor y logró dominar los enloquecidos caballos y detenerlos. En ciertos casos muy difíciles se escuchaban de sus labios unas respuestas tan llenas de inteligencia que proporcionaban la solución a los problemas que parecían imposibles de arreglar. En los ratos libres se dedicaba a leer libros de religión y llegó a poseer tan fuertes conocimientos teológicos que los sacerdotes se admiraban al escucharla. Poseía una memoria feliz que le permitía recordar con pasmosa precisión los nombres de las personas que habían hablado con ella, y los problemas que le habían consultado; y esto le fue muy útil en su apostolado.

En 1840 fue fundada en Brescia por Monseñor Pinzoni una asociación piadosa de mujeres para atender a los enfermos de los hospitales. Como superiora fue nombrada María de la Rosa. Las socias se llamaban Doncellas de la Caridad.

Al principio sólo eran cuatro jóvenes, pero a los tres meses ya eran 32.

Muchas personas admiraban la obra que las Doncellas de la Caridad hacían en los hospitales, atendiendo a los más abandonados y repugnantes enfermos, pero otros se dedicaron a criticarlas y a tratar de echarlas de allí para que no lograran llevar el mensaje de la religión a los moribundos. La santa comentando esto, escribía: "Espero que no sea esta la última contradicción. Francamente me habría dado pena que no hubiéramos sido perseguidas".

Fueron luego llamadas a ayudar en el hospital militar pero los médicos y algunos militares empezaron a pedir que las echaran de allí porque con estas religiosas no podían tener los atrevimientos que tenían con las otras enfermeras. Pero las gentes pedían que se quedaran porque su caridad era admirable con todos los enfermos.

Un día unos soldados atrevidos quisieron entrar al sitio donde estaban las religiosas y las enfermeras a irrespetarlas. Santa María de la Rosa tomó un crucifijo en sus manos y acompañada por seis religiosas que llevaban cirios encendidos se les enfrentó prohibiéndoles en nombre de Dios penetrar en aquellas habitaciones. Los 12 soldados vacilaron un momento, se detuvieron y se alejaron rápidamente. El crucifijo fue guardado después con gran respeto como una reliquia, y muchos enfermos lo besaban con gran devoción.

En la comunidad se cambió su nombre de María de la Rosa por el de María del Crucificado. Y a sus religiosas les insistía frecuentemente en que no se dejaran llevar por el "activismo", que consiste en dedicarse todo el día a trabajar y atender a las gentes, sin consagrarle el tiempo suficiente a la oración, al silencio y a la meditación. En 1850 se fue a Roma y obtuvo que el Sumo Pontífice Pío Nono aprobara su consagración. La gente se admiraba de que hubiera logrado en tan poco tiempo lo que otras comunidades no consiguen sino en bastantes años. Pero ella era sumamente ágil en buscar soluciones.

Solía decir: "No puedo ir a acostarme con la conciencia tranquila los días en que he perdido la oportunidad, por pequeña que esta sea, de impedir algún mal o de hacer el bien". Esta era su especialidad: día y noche estaba pronta a acudir en auxilio de los enfermos, a asistir a algún pecador moribundo, a intervenir para poner paz entre los que peleaban, a consolar a quien sufría alguna pena.

Por eso Monseñor Pinzoni exclamaba: "La vida de esta mujer es un milagro que asombra a todos. Con una salud tan débil hace labores como de tres personas robustas".

Aunque apenas tenía 42 años, sus fuerzas ya estaban totalmente agotadas de tanto trabajar por pobres y enfermos. El viernes santo de 1855 recobró su salud como por milagro y pudo trabajar varios meses más.

Pero al final del año sufrió un ataque y el 15 de diciembre de ese año de 1855 pasó a la eternidad a recibir el premio de sus buenas obras.

Si Cristo prometió que quien obsequie aunque sea un vaso de agua a un discípulo suyo, no quedará sin recompensa, ¿qué tan grande será el premio que habrá recibido quien dedicó su vida entera a ayudar a los discípulos más pobres de Jesús?


Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: campitos0 Enviado: 15/12/2015 23:15
Marija Jula Ivanisevic y compañeras, Beatas


Vírgenes y Mártires, 15 de diciembre


Por: Carmen Elena Villa. | Fuente: Zenit.org 



Mártires de Drina

Martirologio Romano: En Gorazde, en el cantón de Podrinje Bosnio, hoy Bosnia y Herzegovina, beatas Marija Jula (en el siglo Kata Ivanisevic) y cuatro compañeras, vírgenes de la Congregación de la Divina Caridad y mártires, muertas por la fe, en la fidelidad a sus votos religiosos.(† 1941) 

Este grupo de mártires está integrado por: beatas Marija Bernadeta (Terezija Banja,) Marija Krizina (Jožefa Bojanc), Marija Antonija (Jožefa Fabjan) y Maria Berchmana (Karoline Anna Leidenix) 

Fecha de beatificación: 24 de septiembre de 2011, durante el pontificado de S.S. Benedicto XVI

Conocidas como las mártires de Drina, estas cinco religiosas pertenecientes a la orden de la Divina Caridad, fueron asesinadas por las milicias nacionalistas de Serbia durante la Segunda Guerra Mundial. 


Ellas son Jula Ivaniševi, croata, que era la superiora de la comunidad ubicada en Pale; Krizina Bojanc y Antonija Fabjan, provenientes de Eslovenia, la austríaca Berchmana Leidenix, la mayor del grupo con 76 años, y Bernadeta Banja, húngara, la más joven, con 29 años.

Vivían en una población llamada Pale, ubicada al suroeste de Sarajevo que hoy cuenta con 30.000 habitantes. Allí tenían una comunidad, llamada la Casa de María en la que se dedicaban al cuidado de los enfermos y a alimentar a los niños huérfanos de la Casa del Niño, un orfanato que pertenecía al Estado. También daban socorro y medicina a todos los pobres y mendigos que venían de la montaña de Romanija. 

En 1941, después de la rendición de Yugoslavia ante los nazis, el ejército de los chetniks, bajo la idea de la creación de un gran estado serbio, quería expulsar a todos los grupos minoritarios de su territorio, incluyendo los religiosos.

Muchos aconsejaron a estas hermanas huir a un lugar seguro. Pero ellas rechazaron la propuesta: "No les hemos hecho nada malo a esta gente", decían las hermanas. "Sólo hemos hecho el bien sin tener en cuenta su credo, nacionalidad. Debemos permanecer aquí con ellos, y apoyarlos en este momento difícil", insistieron. 

En la nevada mañana del 11 de diciembre de 1941 un grupo de chetniks (guerrilleros serbios) rodearon la Casa de María, atacando el convento donde vivían. Antonija recibió un disparo. Además de ella estaban presentes en ese momento Berchmana, Bernadeta y Krizina junto con el sacerdote católico Franc Ksaver Meško. El convento fue saqueado y quemado.

La hermana Jula, por su parte, se encontraba fuera haciendo algunas compras. Al regresar se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo, y a pesar del peligro que corría, decidió entrar para acompañar a sus hermanas. Los oficiales del ejército se sorprendieron al verla pues pensaron que escaparía.

Ellos, amenazándolas con revolver, las obligaron a dejar la casa sin ponerse ningún abrigo, pese al intenso frío que hacía afuera. Caminaron durante cuatro días y cuatro noches a Gorade a través de las montañas de Romanija. Todas excepto la hermana Berchmana, quien por su edad fue separada del grupo.

Llegaron el 15 de diciembre y los soldados intenaron obligarlas a renunciar a sus votos pero ellas se negaron a hacerlo. Ellos les dieron un tiempo para reconsiderar su decisión. Luego regresaron borrachos, quisieron abusar de ellas, les rasgaron sus ropas y comenzaron a golpearlas. Las hermanas se desataron de los brazos de los agresores diciendo “Jesús, sálvanos” y saltaron por las ventanas. Los chetniks corrieron frente a los cuarteles y vieron que estaban todavía vivas pero muy lastimadas. Comenzaron a acuchillarlas una a una hasta que murieron. Sus cuerpos fueron arrojados al río Drina.

Por su parte, la hermana Berchmana permaneció en Sjetlina cerca de diez días y luego le concedieron la libertad. Se fue en un carro a Gorade junto con otros aldeanos, supuestamente a ver a sus hermanas, pues no sabía que habían muerto; pero al ver que tenía un rosario en el cuello, la asesinaron el 23 de diciembre de 1941. 

"Este año, la alegría del nacimiento de Cristo se mezcla con la ansiedad por las noticias sobre nuestras hermanas desaparecidas", escribía la superiora general de las hermanas de la Divina Caridad, Lujza Reif, antes de conocerse la noticia del asesinato de las religiosas. 

El 13 de febrero de 1942 llegó un informe militar del puesto de mando de Vojna Krajina, que confirmó el asesinato.

"Las hermanas quedaron afectadas por un profundo dolor por sus mejores hermanas", dice la página oficial de su beatificación. "Pero al mismo tiempo, ellas dieron ejemplo de perseverancia y fidelidad. Por su muerte, la Iglesia católica se enriquece con cinco vírgenes mártires, y la Congregación de las hijas de la Divina Caridad se enriquece por cinco intercesoras en el cielo".

La noticia de la muerte de las cinco hermanas se difundió rápidamente en Sarajevo -pese a ser tiempo de guerra- la gente las recordaba y las invocaba como intercesoras a estas "mártires de Drina", como las llamaron.

Entre los católicos se dijo rápidamente que eran mártires de la fe, mártires de la propia vocación y de los votos religiosos.


 
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