Hay dos tendencias precisas del amor en el corazón humano. La primera es la de amar, la segunda es la de ser amado. Por una parte, desde su infancia, usted ha estado buscando a alguien a quien poder dar todo su amor, de quien poder hacer el amado de su corazón. Usted ha intentado esto con sus padres, hermanos, hermanas, esposo o esposa, hijos, hijas, amigos, y hasta con sus animales preferidos. Sin embargo, no ha encontrado usted a ninguno a quien dar todo su afecto. Todos se alejan de su cerco amoroso de un modo u otro. Nadie parece comprenderlo. Por otra parte, usted ha estado buscando a alguien que lo ame a usted con amor puro, que haga de usted el único ocupante de su corazón, pero en esta búsqueda también usted ha quedado tristemente desengañado. Usted no encuentra a nadie que lo ame como usted quiere ser amado. Aún sus amigos y parientes más íntimos no alcanzan a cumplir sus esperanzas. Hay siempre una distancia entre dos corazones que se encuentran, por cerca que estén. Raro es el bienamado, y raro en verdad es el amante.
Después de largas luchas, el hombre se convence por fin de que Dios sólo es el objeto supremo de su amor, y Dios sólo es su supremo amante, y que las dos tendencias predominantes de su corazón pueden encontrar satisfacción sólo en Él, que es el Amor, el Amante, y el Bienamado en Uno solo. Cuando tal sentimiento aumenta en el corazón del devoto, él exclama: “¡En este mundo, oh Señor! Al buscar las riquezas, he encontrado que Tú eres el Mayor Tesoro. En este mundo, ¡oh Señor! Al buscar a alguien a quien amar, he encontrado que Tú eres el Más digno de Ser Amado. A tus Pies Benditos está la culminación de todo conocimiento; a Tus Pies Benditos está la satisfacción de todos los deseos; a Tus Pies Benditos está la consumación de todo Amor. Por lo tanto ¡oh, Señor! Yo me entrego a Ti”.
Para recordar:
Ten un contacto con las gentes más nobles que encontrar puedas. Lee los mejores libros. Vive con los de espíritu más fuerte, pero aprende a vivir sólo y allí en esa hermosa soledad encontrarás a tu Gran Compañero “Dios”.
Anónimo