EL CONDE DE SAINT GERMAIN III
Asombraba a todo el mundo la memoria extraordinaria del Conde Saint Germain. Repetía páginas enteras después de una sola Ojeada. Hablaba sin acento alguno el alemán, el inglés, el italiano, el portugués, el español, el francés, el griego, el latín, el árabe, el chino, el hebreo, el caldeo, el sirio, el sánscrito, muchos dialectos orientales, y leía el cuneiforme babilónico y los jeroglíficos egipcios, todos con absoluta maestría.
El Conde era ambidextro. Podía escribir con ambas manos a la vez. Las dos mitades de su cerebro eran independientes, ya que con una mano podía escribir un soneto, y con la otra una carta de amor.
Aunque jamás hizo alarde de sus poderes ocultos, el Conde actuaba expontáneamente como un Mago Blanco, un Cabalista, un Hermetista, un Alquimista, un Iluminista, un Templario, un Gnóstico, un Francmason y un Rosacruz. Era clarividente, claroaudiente, viajaba astralmente, etéricamente, cósmicamente. A veces no se le veía en tres días. Entraba en un trance profundo sin despertar. Esto podía ocurrirle en casa ajena o en la suya propia. El historiador vienés, Franz Graeffer relata que un día, en medio de una conversación con el Conde, de pronto lo vio ponerse serio, rígido como una estatua, sus ojos usualmente tan expresivos, se hicieron incoloros y sin vida. Al rato se reanimó, se puso de pie y haciendo un gesto de despedida con la mano exclamó en alemán “Ich cheide” (me voy), “me verán una vez más, mañana. Se me necesita en Constantinopla, luego en Inglaterra. Por ahora tengo que ir a preparar dos inventos que verán en el próximo siglo. Un barco y un tren”.
Tenía el hábito desconcertante de entrar en la cámara del Rey sin recurrir a las puertas. Simplemente aparecía y desaparecía sin disimular su facultad.
En las reuniones amenizaba relatando detalles de sus conexiones con Cleopatra, con Jesucristo, con la Reina de Saba, con Santa Isabel, con las Cortes de los Valois, con Santa Ana, con la antigua Roma, con Rusia, Turquía, Austria, China, Japón, La India. Tan pronto imitaba a Francisco I como revelaba altos secretos de Luis XIV, y de todo hablaba con mayor aplomo del que desplegaría el propio Encargado de Negocios de cada personaje.
En una ocasión en que relataba un episodio muy remoto, se detuvo con un pequeño aire de confusión y le dijo a su valet de pie: “Fue así el asunto, ¿no, Roger?” y Roger respondió: “El Señor Conde olvida que yo sólo tengo cuatrocientos años con Él. Eso ha debido ocurrir en tiempos de mi predecesor”. Por lo cual preguntamos aquí: ¿en dónde coloca, a Roger, con respecto a la teoría del nacimiento en el Castillo de Rakoczi?
Por supuesto que todos estos prodigios son catalogados por la humanidad corriente en términos de “Magia”, Blanca o Negra, según sea buena o mala. Pero como todo tiene una explicación perfectamente natural, y los seres humanos heredamos el mismo derecho legado por el Padre, Divino Creador nuestro, será bueno que se aclare el misterio de cada uno de los anteriores enigmas.
Cuando el ser humano alcanza su última encarnación en la Tierra, se dice que es Candidato para la Ascensión. La Ascensión ocurre porque la persona se ha desprendido de todas las ataduras con el planeta Tierra y con sus familiares; y al lograr limpiarse de toda la energía negativa, va llenando sus células de luz. Llega el momento en que la Magna Presencia YO SOY lo atrae hacia Ella y lo extrae de la Tierra: se ha vencido la gravedad de la Tierra. En ese momento el individuo tiene la oportunidad de escoger la Gloria o continuar ayudando a sus hermanos humanos. Es el momento en que el subconsciente vacía su contenido y el ego recuerda todas sus encarnaciones pasadas, sin sufrir molestia alguna. Además recupera todas sus habilidades adquiridas y todos los idiomas que habló a todo lo largo de su corriente de vida. Puede disponer de sus “Tesoros en el Cielo”, o sea de todo lo que contiene su Cuerpo Causal. Pero si el ego prefiere ascender a Gloria, debe entregar todo lo acumulado para bien de la humanidad.
La “Memoria Extraordinaria” no es, pues, sino la facultad natural de mirar hacia atrás y leer como en un libro, o ver como una película, lo que venga en gana en el pasado, sin el velo de Maya.
El ser ambidextro no es otra cosa que el haber sido “zurdo” en otras vidas. Es una habilidad adquirida y por lo tanto el individuo puede escribir con ambas manos.
La facultad de aparecer y desaparecer sin recurrir a las puertas, es condición de los cuerpos astral y etérico. El saber proyectarlos fuera del cuerpo físico se puede lograr con estudio y práctica. En vida del cuerpo físico éste se deja dormido en un lecho mientras se “viaja”. Ayuda mucho el saber primeramente, que al sólo pensar en un lugar o en una persona, se está allí o con ella.
En cuanto a Roger, es tal vez la prueba más consistente de que ambos estaban ocupando cuerpos prestados en aquel siglo. Roger manifestaba ser pupilo, iniciado y servidor inseparable del Maestro.
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