Todos los días Nasrudin iba a pedir limosna a la feria,
y a la gente le encantaba hacerlo tonto con el siguiente truco:
le mostraban dos monedas,
una valiendo diez veces más que la otra.
Nasrudin siempre escogía la de menor valor.
La historia se hizo conocida por todo el condado.
Día tras día grupos de hombres y mujeres
le mostraban las dos monedas, y
Nasrudin siempre se quedaba con la de menor valor.
Hasta que apareció un señor generoso,
cansado de ver a Nasrudin
siendo ridiculizado de aquella manera.
Lo llamó a un rincón de la plaza y le dijo:
—Siempre que te ofrezcan dos monedas,
escoge la de mayor valor.
Así tendrás más dinero y no serás considerado
un idiota por los demás. —Usted parece tener razón —respondió
Nasrudin—. Pero si yo elijo la moneda mayor,
la gente va a dejar de ofrecerme dinero
para probar que soy más idiota que ellos.
Usted no se imagina la cantidad de dinero
que ya gané usando este truco.
No hay nada malo en hacerse pasar por tonto
si en realidad se está siendo inteligente.