El otro camino es el del corazón.
Una vez que amamos a Dios,
nos arrojamos en el mar de la Paz, la Luz y el Deleite.
Como una gota que cae en el poderoso océano,
sentimos que nos hemos convertido en el océano mismo.
Si empleamos la mente, esta dudará en seguida:
"Seré destruido en este océano inmenso".
Pero el corazón dirá: "No. Voy a lanzarme.
Si salto, no estaré perdido, sino que me volveré Infinito".
El corazón es un niño, y un niño tiene siempre fe en sus padres.
Si tenemos un Maestro, tendremos fe en él,
y también tendremos fe en Dios,
ya que Dios siempre estará haciendo
lo mejor para nosotros.
Esto es lo que sentimos cuando seguimos
el camino del corazón.
El camino del corazón es el más corto.
El corazón sabe como identificarse con lo más elevado,
con lo más lejano, con lo más profundo.
En el caso de la mente no ocurre así.
La mente intenta identificarse con un objeto,
con una persona, con algo limitado.
Pero esta identificación no es pura o completa.
Cuando la mente intenta identificarse mira el objeto
con un ojo de vacilación, cuando no de auténtica sospecha.
Pero cuando el corazón quiere identificarse con algo o con alguien,
utiliza el sentimiento de amor y unicidad.
Cuando el corazón quiere ver algo, lo ve sin reservas.
Cuando la mente quiere ver algo, intenta demorar y separar.
El corazón simplifica; la mente complica.
La mente, de manera inconsciente,
obtiene placer en cosas complicadas y confusas,
pero el corazón obtiene alegría de las cosas sencillas.
La mente humana, física, terrenal,
está ahora mismo a nuestra disposición.
Pero la mente superior, la mente intuitiva
o la supermente, no están a nuestra disposición en este momento.
En nuestra vida cotidiana utilizamos la mente física terrenal,
que está siempre contradiciéndose.
Por desgracia, apenas usamos el corazón,
que es todo amor, todo simpatía y atención,
todo pureza y armonía, todo unicidad.
el corazón expande.
y es dentro del corazón donde reside la vida espiritual
Todos los caminos conducen a la Meta,
pero hay uno en particular que nos llevará
allí más rápido que los otros.
No estoy hablando del corazón humano,
el corazón físico, que sólo es un órgano más,
ni del corazón emocional, que en realidad es el ser vital.
Estoy hablando del corazón puro, el corazón espiritual.
El corazón es como el comandante en jefe,
sabe como identificarse con otros corazones.
Una madre no tiene que demostrar el amor a su hijo
diciendo ‘te quiero, te quiero’,
porque la identificación de la madre con el hijo,
hace que este se sienta amado.
El corazón verdadero no necesita convencer;
tiene el poder de la unicidad."