No se puede prever porque sucede cuando menos lo esperas. Puede que en ese momento camines deprisa por la calle porque se te hace tarde para comprar la última barra de pan, o que te encuentres sentado en el parque leyendo un libro que te tiene entusiasmado, puede acontecer también que sea verano y estés sentado en la terraza de una cafetería, o que sea invierno y llueva y te duelan los huesos. Puede que estés triste o cansado, que tengas treinta años o que hayas llegado a los sesenta. Resulta imprevisible preverlo porque nunca sabes cuándo ni cómo ocurrirá. Ese día está transcurriendo aparentemente igual que siempre y piensas que tu vida sigue igual de común y cotidiana. Y de pronto se desata un cataclismo en tu interior y dejas de ser la persona que eras. Todo está claro, todo ocupa su lugar, todo coincide, y tú comprendes que eres el objeto y el sujeto de un milagro, te sientes limpio, feliz, salvado, lleno de gratitud por lo que sucede... Y es que el amor ha llegado trayendo a tu vida a una persona que a pesar de saber que eres alguien de lo más común y corriente consigue hacer que te sientas un ser humano muy especial.
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