El que se llena de pensamientos enérgicos muestra energía ante la vida. El que nutre pensamientos generosos será generoso. El que piensa con valor manifestará valor. Tanto el valor como el miedo, son nada más que actitudes mentales. Por eso se dice que somos los arquitectos de nuestra propia estructura. Lamente crea, tiene el poder creador, allí se manifiesta la Presencia Divina en nosotros como Inteligencia Creadora, de allí ese axioma metafísico que afirma: “Todo es Mente”.
Vivimos en un Universo Mental, creado por el Omnisciente. Todo lo que el hombre va descubriendo y trayendo a realización ya existe en potenciaen la Mente Divina. Ningún hombre “inventó” nunca nada, no hay sino Un solo inventor, Dios. Su omnisciencia (esto quiere decir “El que todo lo sabe”) pensó el Universo y al descargar esa energía, la energía, que es materia, tomó forma. El hombre, como hijo de Dios, hecho a su imagen y semejanza, también es creador con su mente; pero el hombre recibe las ideas por infusión divina, es decir, Dios le envíaun rayo de Luz cada vez que lo cree necesario y el hombre estimulado por la fuerza de ese rayo de Luz ejercita la función de pensar. Su mente recibe la idea, esa mente estimula el campo emocional, o sea, una vez recibida la idea, concebida, comprendida, nace en el campo emocional el deseo de traerla a realización, y así el campo o cuerpo emocional, estimula a su vez el campo volitivo, es decir, la voluntad se pone en pie y lleva al cuerpo físico a la acción, para traer a realización la idea, para plasmarla en algo tangible. Ningún hombre sacó nunca nada de fuera de sí, todo lo percibió desde adentro; con su mente recibió y ejecutó. Todo lo existente hecho por la mano del hombre, antes de ser hecho fue pensado, planeado. Pongamos como ejemplo una mesa. Esta mesa alguien la pensó, deseó tenerla o vela hecha, entonces la mentalizó, es decir, con su mente la vio, la puso en ejecución y la hizo, o la trajo a manifestación, que es como se dice en Metafísica. Ahora bien ¿la mente de este hombre sólo construyóla mesa? No. Antes de que él la pensara hubo millones de mentes pensando y construyendo mesas a través de todas las edades. Posiblemente la primera mesa construida por el hombre, la pensó y la hizo un troglodita, quien ponía su alimento sobre el suelo donde siempre se contaminaba con otras materias, paja, tierra, insectos muertos o vivos, etc., desagradables para su paladar. Un día vio que poniendo su alimento sobre una piedra lo preservaba mejory así empezó a recibir su mente la iluminación de cómo hacer una mesa. Quizás estuvo por mucho tiempo, o hubo varias generaciones que estuvieron por mucho tiempo colocando su alimento sobre una laja. Pero un día alguien pensó que era mejor elevar esa laja colocándola sobre otras piedras que le servirían de soporte. Resultaba más cómodo tener la comida más cerca de la boca y más alejada de las impurezas. He ahí como nació la primera mesa rústica.
Después, generación tras generación, el hombre siguió perfeccionando con su mente la idea mesa hasta llegar a construirla para todos los usos: para comer, para escribir, para cortar, para dibujar. Luego vinieron las mesas artísticas, verdaderas obras de arte y de ahí cómo la mente del hombre ayudada por el estímulo de la Divina Inteligencia es una Mente Creadora. El hombre con su mente colabora con el Divino Hacedor de todas las cosas, en el desarrollo de una humanidad cada vez más perfecta.
Como ya dije, la mente gobierna las células de nuestro cuerpo. Nada hay más obediente que la materia. Si una persona tiene una mente enfermiza, piensa que su organismo no marcha bien; si le estaba marchando bien, al recibir la orden o estímulo mental, el organismo obedientemente pondrá sus células a funcionar como su mente regidora está decretando que funcionen. Así, si al levantarte por la mañana, te has levantado en un estado mental negativo, y con tu mente afirmas: yo no estoy bien. Pues seguro es que no vas a sentirte bien, lo has pensado, lo has mentalizado y tu organismo obedece. En clases más adelantadas, te enseñaremos tratamientos mentales para recobrar la salud. “La fe mueve montañas”; todas las curaciones religiosas tienen como base la fe. Lourdes es un elocuente ejemplo. En todas las religiones y filosofías se producen los llamados “milagros”, porque cada uno en su religión pone fe en el intercesor que usa, pone su mente al servicio de la curación y se cura.
El hombre tiene una mente inquisitiva, él siempre anda buscando, tratando de descubrir algo, usa lo que se llama razonamiento y por medio de éste, bien dirigido, ha obtenido grandes cosas. Somos colaboradores con el Padre sintonizando nuestras mentes con el Amor, es decir, con el Bien. Inteligencia más Amor es igual a Sabiduría. La Sabiduría nunca se equivoca, jamás trabaja para el mal. Mente sola, es fría, analítica, usada sin Amor resulta un arma de doble filo, puede orientarse hacia el Bien o haciael Mal. Orientada, buscando el bien de todos nos ha dado confort, adelantos en medicina tendientes a obtener la curación y el alivio de la humanidad sufriente, música, etc. orientada hacia el mal nos ha puesto en la mano la bomba atómica.
Estando en posesión de este conocimiento nos queda el libre albedrío de orientar nuestros pensamientos en forma positiva o negativa. Lo que sembremos, eso cosecharemos. No es difícil la elección. La mente contribuye al éxito del individuo o a su fracaso la fe es también una actitud mental. La mente lo maneja todo.
Alergias nerviosas, dispepsias crónicas, alta tensión arterial, afecciones cardíacas o hepáticas, insomnio, infinidad de malestares, son producidos por pensamientos de temor, desmedida ambición, envidia, resentimiento, complejos, tristeza, es decir, la mente enfocada a todo lo que no produce alegría ni satisfacción. Esta es la cosecha de una mente negativa.
Por el contrario la mente positiva estimula al individuo abriéndole las puertas del éxito. El que tiene confianza en sí mismo llega donde se propone, si busca el camino inteligentemente actuando con fe y entusiasmo.
Te pondré el ejemplo de lo que es una mente negativa y otra positiva.
Una gran fábrica de calzado mandó dos agentes viajeros a cierto lugar de África con el objeto de abrir mercados a su producto. Cada quien fue por su lado, no tenían contacto. El primero en llegar, un fracasado consuetudinario, puso un telegrama a la fábrica diciendo: “Fracaso total. Viaje perdido. Aquí nadie usa zapatos”. El otro, una mente positiva, con madera de triunfador, envió a su vez el siguiente mensaje: “Excelente mercado, viaje será un éxito. Aquí nadie tiene zapatos”.
El primero consideró que allí la gente no usaba zapatos y seguirían sin usarlos por el resto de sus vidas. El otro entrevió una maravillosa oportunidad. Aquí nadie tiene zapatos, yo les voy a enseñar a usarlos. Hay una gran diferencia ¿verdad? Lógicamente, el primero tenía una mente perezosa, aceptaba las cosas tal como las hallaba y no se ocupaba de modificarlas. El toro era una mente alerta, una mente dispuesta a mejorar el mundo y a hacer su parte para lograrlo. Justo era que uno fuese un fracasado y otro un triunfador. ¿Cuál de los dos prefieres ser tú?
¿Quieres triunfar? Cambia tu tono mental, tiñe tus pensamientos de color rosa, hazte una persona agradable, cuya compañía todos desean. ¿Quieres curarte? Comienza también por variar el color de tu mente. Bota fuera todo lo que te esté molestando. Piensa amorosamente de todo el mundo. Mira todo con los ojos de Cristo. Cristo ignoraba el mal, él sólo veía el bien en toda persona o cosa. El hombre lleva en su mente dos terribles enemigos: el miedo y el odio. Para hacer una buena curación tienes que empezar por limpiar tu mente. Ten fe, comienza por perdonarte a ti mismo todo aquello de que te esté acusando tu conciencia. No hay cosa más destructiva que la autoacusación. La persona que vive llena de remordimientos, lógicamente, al acusarse a sí misma, trata de justificarse y por reacción natural busca a quien echar la culpa de su culpa. Entonces comienza ese soliloquio lleno de resentimiento que comienza: “Sí, es verdad que yo dije o hice aquello; pero fue porque fulanito me dijo o me hizo esto otro”. Y así crece el rencor, crece el remordimiento y la persona se va envolviendo en una maraña psicológica de la cual no sabe cómo salir.