En lugar de desperdiciar poder y energía,
temiendo que muera un hijo,
una madre o esposo
(y que es la manera más segura de verlo suceder)
hay que emplear esa energía en decir:
“PUES YO NO QUIERO QUE MUERA
NINGUNO DE LOS MÍOS HASTA
QUE TERMINE DE CUMPLIR SU MISIÓN”.
HÁGASE LA VOLUNTAD DE DIOS,
GRACIAS PADRE, QUE YA ME HAS OÍDO”.
Por Conny Méndez.