Tú piensas , y tus pensamientos se materializan como experiencia. Y
así te es desconocida como una regla, que estás tejiendo el diseño de
tu propio destino, aquí y ahora, por la forma en la cual te permites
pensar, día a día, todos los días.
Tu destino está en gran parte en tus propias manos. Nadie sino tú
mismo puede limitarte. Ni padres, ni esposas, ni esposos, ni
empleadores, ni vecinos, ni pobreza,ni ignorancia, ni cualquier poder ,
cualquiera que sea puede meterse en lo tuyo una vez que tú has
entendido como pensar.
Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida , ni los ángeles,
ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto,
ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor
de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro ( Romanos 8:38-39).