UN CUENTO DE HALLOWEENCuento de HOLL
Era de
noche. Por eso me perdí en el enmarañado cruce de calles de la ciudad.
Había luna llena, pero no podía verla, oculta como estaba tras los
elevados edificios.
Me
sentía solo y la noche estaba helada. Descubrí una pareja comiéndose a
besos bajo una farola. Ella se ruborizó al verme, como si su amor fuese
algo prohibido. El la abrazó y se la llevo riendo por una pequeña
calle, a un lugar más solitario.
Al final
de una estrecha calle, vislumbré una extraña luz, y me dirigí hacia
ella con la esperanza de encontrar cobijo y algo de “ calor humano “.
Era la noche de los difuntos y los pocos que se cruzaban en mi camino,
iban disfrazados de seres malévolos y horrendos. No había mucha
diferencia con el resto de las noches. La luz venía de un tétrico bar,
con paredes pintadas de negro y una enorme puerta custodiada por un
“amable” gorila. Tras comprobar que no llevaba las dichosas zapatillas
de deporte blancas, fui “invitado” a entrar. Calabazas, brujas, magos,
monstruos,... todos me recibieron, admirando mi no disfraz de persona.
Con aire distraído, pedí una copa. Como siempre, el alcohol me ayudaba
a aislarme, sumiéndome en su soporífero aliento.
El
espectáculo resultaba grotesco, aunque era lo de siempre: gente
tratando de apretarse en algún lugar para no sentirse sola. Una amable
calabaza me pisó un pie y entre risas y disculpas intentó llevarme a
bailar. Pero resultó ser tan pesada como su disfraz, así que la
abandoné en los brazos del posiblemente único querubín del bar.
Aburrido, recorrí los pocos metros que me faltaban para llegar al
fondo, sin esperanza alguna de encontrar aquella noche algo especial.
Entonces la ví.
Era
preciosa, enfundada en un largo vestido negro, que sólo dejaba al
descubierto su blanca tez y su largo cuello. Incluso sus manos estaban
cubiertas por unos finos guantes negros. Sus largos rizos rodeaban su
hermoso rostro, con unos labios encarnados que descubrían una
sensualidad nunca sospechada, pero sus ojos... Tenían un color extraño,
casi amarillos, dulces como la miel y yo no podía apartar la vista de
ellos.
Bailaba
sola y sonreía, tal vez adivinando que yo la observaba. Parecía ignorar
todo cuanto la rodeaba, sólo su baile la envolvía. Y esa extraña música
que emitía, me llevó hasta ella. Me acerqué sin pronunciar palabra y me
sonrió. Intenté besarla, pero suavemente se apartó, y me señaló su
negra capa sobre una silla. Se la puse sobre los hombros y me cogió la
mano. Me llevó de nuevo a la estrecha calle y el frío sacudió de nuevo
mi cuerpo.
Caminamos
durante más de una hora sin pronunciar palabra. Yo sólo la seguía, sin
importarme el rumbo o la dirección. Entonces se paró ante la puerta de
un gran parque. Sus ojos me invitaron a entrar y deslizándonos
silenciosamente entre árboles centenarios, llegamos hasta un enorme
estanque. Solo podía escuchar mi respiración entrecortada por el frío,
y el viento entre las ramas. Ella no emitía sonido alguno. Dudé incluso
que respirase.
Ante
nosotros, había un enorme monumento semicircular blanco. Nos metimos en
una vieja barca de madera y remé hasta él. Al llegar, se descalzó y
comenzó a bailar lentamente. Su manto emitía destellos rojizos bajo la
luna y sus dorados cabellos iluminaban aún más su hermoso rostro.
Yo la
contemplaba, admirándola, deseándola y al mismo tiempo intentando
vencer aquella timidez que me impedía tocarla o hablarla. Creo que más
bien estaba asustado. Temía rozarla y que se desvaneciese, de la misma
manera que había aparecido ante mí.
Quedaban
pocos minutos para el amanecer, y ella seguía danzando. Entonces, se
acercó y rodeándome con su manto, me besó. Después desapareció para
siempre.
Así es
como supe cómo son los besos de la soledad, que viste de negro en las
noches de luna llena, con un manto que emite destellos rojizos. Son los
trozos de mi corazón, que quedaron prendidos en los pliegues de su
manto cuando desapareció. Aún sigo buscándola en las frías noches. Fue
el beso más frío y helado que he recibido nunca, pero se lo llevó todo
con él. _________________________
"Sólo se ve bien con el corazón; Pues lo esencial es invisible para los ojos" Saint- Exúpery.( Del Libro el Principito ).
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