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P/MEDITAR Y REFLEXIONAR: TU TARTAMUDEAS TAMBIEN¿¿¿¿¿¿¿¿
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: amigable pero  (Mensaje original) Enviado: 17/11/2009 00:08
 

                       

 

 

TU TAMBIEN TARTAMUDEAS¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿

 

Quiero compartir una historia de unos niños que estudiaban en un colegio y estaban a punto, con una maestra especial, de tener el concierto del año.

Los niños estaban entusiasmados ensayando y decorando la escuela para el próximo concierto. La maestra estaba con ellos (fajada, como decimos nosotros, haciendo seguimiento a todo el montaje). Al levantar la vista desde su escritorio de maestra, vio a Luisa, parada, esperando para expresar una urgente solicitud.

Luisa expresó: Todos los años yo tengo que ha-a-a-a-a-acer cosas callada. Los, los, los, los, demás niños siempre están en una ob-b-b-b-bra o en otra cosa. Hablando. Este, eeste, eeste, año, yo también q-q-q-uiero decir un p-p-p-poema.

Al mirar esos ojos ansiosos, no hubo excusa posible. El anhelo de Luisa me obligó a hacerle la promesa de que en un día o dos le tendría algo especial, una “declamación”. Una promesa que me fue en verdad difícil sostener.

Ninguno de mis libros de consulta tenía una selección adecuada. Desesperada, me quedé casi toda la noche escribiendo un poema, cuidando que esas letras que traban la lengua no aparecieran. No era gran literatura, pero estaba hecho a la medida para amoldarse al problema de lenguaje de Luisa.

Después de sólo unas cuantas lecturas breves, Luisa había memorizado todos los versos y estaba preparada para decirlos con rapidez. De algún modo teníamos que controlar ese ímpetu sin ensombrecer su entusiasmo. Día tras día, Luisa y yo trabajamos con ahínco repitiendo la declamación; ella adaptaba meticulosamente sus tiempos a mi boca en silencio. Aceptó la monótona labor, esperando ansiosa su primer papel hablado.

Llegó el gran día. La noche del concierto, los niños se encontraban vueltos locos de emoción y alegría. Entonces todo comenzó…

Nervioso, el maestro de ceremonias se me acercó, agitando su programa impreso.

Éste, con mucha preocupación, decía: ¡Hay un error! Usted anotó Luisa en una declamación. Esa niña no puede ni decir su nombre sin tartamudear; como no había tiempo para explicaciones, hice a un lado su objeción con: Sabemos lo que estamos haciendo.

El espectáculo se desarrollaba bien. Al presentarse número tras número, los padres y amigos respondían con alentadores aplausos.

Cuando llegó el momento de la cuestionable declamación, el maestro de ceremonias de nuevo me discutió, insistiendo que Luisa avergonzaría a todos. Perdiendo la paciencia, le dije con brusquedad:

- Luisa hará su parte. Usted haga la suya. Sólo presente su número.

Me escurrí por las cortinas y me senté en el suelo a los pies de la audiencia. El maestro de ceremonias pareció turbado cuando anunció:

- La siguiente declamación será por… mm… Luisa Sol, a un suspiro inicial del auditorio le siguió un tenso silencio.

La cortina se abrió para mostrar a Luisa, radiante y confiada.

Aquellas horas de ensayo se posesionaron del momento. Con perfecto control, la pequeña y encantadora niña fue sincronizando sus palabras con mi boca en silencio allá abajo de las luces del escenario. Articulaba cada sílaba con claridad controlada, y no hubo un balbuceo o tartamudeo. Con los ojos radiantes, hizo su reverencia triunfal.

La cortina se cerró. Un imponente silencio dominó a la audiencia. Gradualmente el silencio dio paso a risas ahogadas, y luego a un entusiasta aplauso.

Completamente emocionada, corrí de nuevo al escenario. Mi pequeña heroína me echó los brazos encima y, radiante de alegría, tartamudeó, “¡Lo l-l-l-l-logramos!”

Esta historia, tomada de la vida real, involucra a una heroína tartamuda. Pero sin saberlo a veces estamos rodeados de tartamudos. Si, si, pero tartamudos de otro tipo. Aclaremos.

El tartamudeo es un trastorno del habla en el cual el flujo normal se interrumpe mediante repeticiones frecuentes o la prolongación de sonidos, sílabas o palabras o por la incapacidad de un individuo para comenzar una palabra. Las interrupciones podrían estar acompañadas de guiños rápidos de los ojos, temblores de los labios y/o de la mandíbula o muecas de la cara u otra parte superior del cuerpo que una persona que tartamudea usa en un intento por hablar.

De los tartamudos a los que quiero hacer referencia, y allí podemos estar todos en varias etapas de nuestras vidas, son aquellos que… tienen repeticiones frecuentes de abandonar la constancia de mantener la energía en hacer las cosas con la intensidad que acostumbran.

Esos tartamudos que… prolongan cerrar situaciones negativas de sus vidas, nunca aclaran sus inconformidades con nadie y todos los días dejan para nunca, comenzar ese cambio que tanto anhelan en la vida.

Esos tartamudos que… no vuelven a comenzar, a pesar del cansancio, aunque el triunfo los abandone, aunque el error los lastime, aunque la traición los hiera, aunque ignoren esfuerzos, aunque la ingratitud sea la paga, aunque todo parezca nada.

Esos tartamudos que… le ven un pero a todo, son inconformes profesionales, cuestionan sin tener una mejor propuesta, hacen lo imposible por colocar obstáculos al progreso ajeno y creen que el mundo sólo se ve a través del cristal de ellos.

Y finalmente, esos tartamudos que… terminan su día sin alimentar sus sueños, abandonando sus posibilidades y evitando ser protagonistas de su propia historia, viviendo en un silencio espantoso.

Aprende a dominar tu tartamudez, esta historia lo confirma, despierta, entusiásmate y protagoniza los capítulos que faltan desarrollar en tu vida.

 


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