UNA HERMOSA HISDesperté una mañana con 6 bebes hambrientos y solo 0.75 centavos en mi bolsa. Su papa se había ido. Los niños tenían de tres meses a 7 años.
Lo que si hacia era dejarme 15.00 dólares por semana para comprar el mandado. Ahora que había decidido marcharse, ya no habría Bañe a mis hijos, les puse la mejor ropa hecha en casa que tenían y los subí al viejo chevy año 51 y me fui en busca de trabajo.
mis 6 hijos y yo fuimos a todas las fábricas, tiendas y restaurantes que había en nuestro pequeño pueblo. No tuvimos suerte. Yo tenía que tener un empleo. Aun así, no hubo suerte. El ultimo lugar al que fuimos, a unas cuantas millas del pueblo, fue un paradero llamado La Gran Rueda.
Una señora: Granny era la dueña y se asomo por la ventana y vio todos esos niños en el carro. Ella necesitaba a alguien que trabajara de las 11 de la noche a las 7 de la mañana, pagaba 0.65 centavos la hora y yo podría empezar esa noche.
Llame a la niñera convenciéndola de ir a dormir a mi casa por 1.00 dólar la noche.
Ella ir a mi casa en pijama y dormir en el sofá. Esto le pareció un buen trato y acepto. Esa noche cuando los pequeños y yo nos arrodillamos para orar, dimos gracias a Dios. por haberle conseguido trabajo a mama. Cuando regrese a casa en la mañana, desperté a la niñera. Al pasar de las semanas, las cuentas de calefacción aumentaban el pesar de los gastos que con tan poco ingreso teníamos que soportar.
Las llantas del viejo chevy, tomaban la apariencia de ser globos mal inflados. Yo debía llenar de aire las llantas antes de ir al trabajo y al regresar a casa. Una triste mañana, al ir al carro en el estacionamiento, encontré en mi carro cuatro llantas nuevas esperándome ahí. ¿Habrían venido los Ángeles del cielo a vivir a Indiana? Para pagar al mecánico limpie sus sucias oficinas.
Estaba ya trabajando seis noches por semana en lugar de 5 y aun así no era suficiente. Se acercaba la navidad y no habría dinero para comprar juguetes para los niños.
Encontré un bote de pintura roja y empecé a pintar algunos viejos juguetes y los escondí en el sótano para que hubiera juguetes en la mañana de navidad. La ropa de los niños también estaba muy acabada. La noche antes de navidad entraron los clientes de siempre al restauran a tomar su café.
Ellos eran troqueros y traileros y policías de camino. Había algunos músicos que habían tocado mas temprano aun ahí jugando en las
maquinitas. Los de siempre estaban ahí sentados platicando hasta la madrugada. Cuando se llego la hora de ir a casa a las 7 de la mañana yo corrí al carro para tratar de llegar antes de que se despertaran los niños y pero note que había una sombra, algo era seguro, había algo ahí
Mientras manejaba por las calles vacías hacia mi casa, vi salir el sol del día de navidad más inolvidable e increíble de mi vida. Lloraba de incredulidad y gratitud. Nunca olvidare la alegría en las caritas de mis pequeños en esa mañana.
Si, si hubo Ángeles en aquella mañana en haceran clientes de Lueda. ERA EL PODER DE