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De: Marti2 (Mensaje original) |
Enviado: 17/11/2009 08:03 |
Amiguis, las invito a ir poniendo lo que deseen sobre
Navidad aquí, así vamos juntando.
Imágenes, textos, lo que mas les guste
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De: Marti2 |
Enviado: 17/11/2009 08:06 |
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De: Marti2 |
Enviado: 17/11/2009 08:08 |
25 de Diciembre y las fiestas paganas El día de Navidad es el 25 de diciembre, cuando se conmemora el Nacimiento de Jesucristo en Belén según los evangelios de San Mateo y San Lucas. Después de la Pascua de Resurrección es la fiesta más importante del año eclesiástico.
Como los evangelios no mencionan fechas, no es seguro que Jesús naciera ese día. De hecho, el día de Navidad no fue oficialmente reconocido hasta el año 345, cuando por influencia de San Juan Crisóstomo y San Gregorio Nacianzeno se proclamó el 25 de diciembre como fecha de la Natividad.
De esta manera seguía la política de la Iglesia primitiva de absorber en lugar de reprimir los ritos paganos existentes, que desde los primeros tiempos habían celebrado el solsticio de invierno y la llegada de la primavera.
La fiesta pagana más estrechamente asociada con la nueva Navidad era el Saturnal romano, el 19 de diciembre, en honor de Saturno, dios de la agricultura, que se celebraba durante siete días de bulliciosas diversiones y banquetes.
Al mismo tiempo, se celebraba en el Norte de Europa una fiesta de invierno similar, conocida como Yule, en la que se quemaban grandes troncos adornados con ramas y cintas en honor de los dioses para conseguir que el Sol brillara con más fuerza.
Edad Media, nacimientos y villancicos Una vez incorporados estos elementos, la Iglesia añadió posteriormente en la Edad Media el nacimiento y los villancicos a sus costumbres. En esta época, los banquetes eran el punto culminante de las celebraciones. Todo esto tuvo un abrupto final en Gran Bretaña cuando, en 1552, los puritanos prohibieron la Navidad. Aunque la Navidad volvió a Inglaterra en 1660 con Carlos II, los rituales desaparecieron hasta la época victoriana.
Siglo XIX, árbol y postales de Navidad La Navidad, tal como la conocemos hoy, es una creación del siglo XIX. El árbol de navidad, originario de zonas germanas, se extendió por otras áreas de Europa y América. Los villancicos fueron recuperados y se compusieron muchos nuevos (la costumbre de cantar villancicos, aunque de antiguos orígenes, procede fundamentalmente del siglo XIX). Las tarjetas de navidad no empezaron a utilizarse hasta la década de 1870, aunque la primera de ellas se imprimió en Londres en 1846.
Santa Claus y el Espíritu de Navidad La familiar imagen de Santa Claus, con el trineo, los renos y las bolsas con juguetes, es una invención estadounidense de estos años, aunque la leyenda de Papá Noel sea antigua y compleja, y proceda en parte de San Nicolás y una jovial figura medieval, el espíritu de navidad. En Rusia lleva tradicionalmente un cochinillo rosa bajo el brazo.
Navidad hoy día Actualmente, la Navidad es tiempo de gran actividad comercial e intercambio de regalos, reuniones y comidas familiares. En Occidente se celebra la Misa del gallo en iglesias y catedrales. En los países de América Latina, de arraigada tradición católica, se celebra especialmente la Nochebuena (24 de diciembre) con una cena familiar para la que se elaboran una diversidad de platos, postres y bebidas tradicionales.
También se acostumbra asistir a la Misa del gallo y celebrar con cohetes y fuegos artificiales.
Agradecemos la colaboración de Juan M. Ballesteros, de Campanillas en Málaga, España en la recopilación de la información y elaboración del material arriba presentado.
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De: Marti2 |
Enviado: 17/11/2009 08:10 |
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De: GILDA08 |
Enviado: 17/11/2009 20:56 |
Gracias Marti, muy buena idea...
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La escena que representa el nacimiento de Cristo se fue completando con el paso del tiempo. A principios del siglo IV se representaba a Cristo en un pesebre y había solamente una vaca y un asno. A fines del siglo IV se agregó una estrella. La Virgen María, recién a partir del año 431, con el Concilio de Efeso, apareció en el centro de la imagen. Fue San Francisco de Asís quien popularizó la costumbre de armar un pesebre. En su viaje a Belén, en el año 1220, quedó asombrado por la manera en que se celebraba allí la Navidad. Entonces, cuando regresó a Italia, le pidió autorización al Papa Honorio III para representar el nacimiento de Jesús con un pesebre viviente. A partir de ese momento, la tradición se extendió por Europa y luego por el resto del mundo. | |
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De: Marti2 |
Enviado: 19/11/2009 01:49 |
Nochebuena - Amado Nervo
Pastores y pastoras, abierto está el edén. ¿No oís voces sonoras? Jesús nació en Belén.
La luz del cielo baja, el Cristo nació ya, y en un nido de paja cual pajarillo está.
El niño está friolento. ¡Oh noble buey, arropa con tu aliento al Niño Rey!
Los cantos y los vuelos invaden la extensión, y están de fiesta cielos y tierra... y corazón.
Resuenan voces puras que cantan en tropel: Hosanna en las alturas al Justo de Israel!
¡Pastores, en bandada venid, venid, a ver la anunciada Flor de David!...
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De: Marti2 |
Enviado: 19/11/2009 01:52 |
A la Virgen de Navidad - Pedro María Casaldáliga
La olvidada campana de la estrella toca la hora del Amor, y el viento dispersa en las tinieblas el lamento de los cautivos y la Paz lo sella.
Porque eres Madre, siendo aún Doncella, y el río de tu leche es ya sustento; porque duerme el Señor bajo tu aliento, heno de tu campiña en la gamella:
En la Noche del Tiempo renacido, incapaz de decir tu dulce nombre la Palabra del Padre hecha vagido;
capullo de las fajas y del sueño, tembloroso y mortal capullo de hombre ¡nuestro hermano mayor y el más pequeño!
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De: GILDA08 |
Enviado: 19/11/2009 17:52 |
De las imàgenes navideñas, los pesebres son de los preferidos.
La escena que representa el nacimiento de Cristo se fue completando con el paso del tiempo. A principios del siglo IV se representaba a Cristo en un pesebre y había solamente una vaca y un asno. A fines del siglo IV se agregó una estrella. La Virgen María, recién a partir del año 431, con el Concilio de Efeso, apareció en el centro de la imagen. Fue San Francisco de Asís quien popularizó la costumbre de armar un pesebre. En su viaje a Belén, en el año 1220, quedó asombrado por la manera en que se celebraba allí la Navidad. Entonces, cuando regresó a Italia, le pidió autorización al Papa Honorio III para representar el nacimiento de Jesús con un pesebre viviente. A partir de ese momento, la tradición se extendió por Europa y luego por el resto del mundo.
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De: Marti2 |
Enviado: 24/11/2009 03:59 |
no tan divinísimos??????
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De: Marti2 |
Enviado: 25/11/2009 07:06 |
Cuento de Navidad
La Vendedora de Fósforos
¡Qué frío tan atroz! Caía la nieve, y la noche se venía encima. Era el día de Nochebuena. En medio del frío y de la oscuridad, una pobre niña pasó por la calle con la cabeza y los pies desnudos.
Tenía, en verdad, zapatos cuando salió de su casa; pero no le habían servido mucho tiempo. Eran unas zapatillas enormes que su madre ya había usado: tan grandes, que la niña las perdió al apresurarse a atravesar la calle para que no la pisasen los carruajes que iban en direcciones opuestas.
La niña caminaba, pues, con los piececitos desnudos, que estaban rojos y azules del frío; llevaba en el delantal, que era muy viejo, algunas docenas de cajas de fósforos y tenía en la mano una de ellas como muestra. Era muy mal día: ningún comprador se había presentado, y, por consiguiente, la niña no había ganado ni un céntimo. Tenía mucha hambre, mucho frío y muy mísero aspecto. ¡Pobre niña! Los copos de nieve se posaban en sus largos cabellos rubios, que le caían en preciosos bucles sobre el cuello; pero no pensaba en sus cabellos. Veía bullir las luces a través de las ventanas; el olor de los asados se percibía por todas partes. Era el día de Nochebuena, y en esta festividad pensaba la infeliz niña.
Se sentó en una plazoleta, y se acurrucó en un rincón entre dos casas. El frío se apoderaba de ella y entumecía sus miembros; pero no se atrevía a presentarse en su casa; volvía con todos los fósforos y sin una sola moneda. Su madrastra la maltrataría, y, además, en su casa hacía también mucho frío. Vivían bajo el tejado y el viento soplaba allí con furia, aunque las mayores aberturas habían sido tapadas con paja y trapos viejos. Sus manitas estaban casi yertas de frío. ¡Ah! ¡Cuánto placer le causaría calentarse con una cerillita! ¡Si se atreviera a sacar una sola de la caja, a frotarla en la pared y a calentarse los dedos! Sacó una. ¡Rich! ¡Cómo alumbraba y cómo ardía! Despedía una llama clara y caliente como la de una velita cuando la rodeó con su mano. ¡Qué luz tan hermosa! Creía la niña que estaba sentada en una gran chimenea de hierro, adornada con bolas y cubierta con una capa de latón reluciente. ¡Ardía el fuego allí de un modo tan hermoso! ¡Calentaba tan bien!
Pero todo acaba en el mundo. La niña extendió sus piececillos para calentarlos también; más la llama se apagó: ya no le quedaba a la niña en la mano más que un pedacito de cerilla. Frotó otra, que ardió y brilló como la primera; y allí donde la luz cayó sobre la pared, se hizo tan transparente como una gasa. La niña creyó ver una habitación en que la mesa estaba cubierta por un blanco mantel resplandeciente con finas porcelanas, y sobre el cual un pavo asado y relleno de trufas exhalaba un perfume delicioso. ¡Oh sorpresa! ¡Oh felicidad! De pronto tuvo la ilusión de que el ave saltaba de su plato sobre el pavimento con el tenedor y el cuchillo clavados en la pechuga, y rodaba hasta llegar a sus piececitos. Pero la segunda cerilla se apagó, y no vio ante sí más que la pared impenetrable y fría.
Encendió un nuevo fósforo. Creyó entonces verse sentada cerca de un magnífico pesebre: era más rico y mayor que todos los que había visto en aquellos días en el escaparate de los más ricos comercios. Mil luces ardían en los arbolillos; los pastores y zagalas parecían moverse y sonreír a la niña. Esta, embelesada, levantó entonces las dos manos, y el fósforo se apagó. Todas las luces del nacimiento se elevaron, y comprendió entonces que no eran más que estrellas. Una de ellas pasó trazando una línea de fuego en el cielo.
-Esto quiere decir que alguien ha muerto- pensó la niña; porque su abuelita, que era la única que había sido buena para ella, pero que ya no existía, le había dicho muchas veces: "Cuando cae una estrella, es que un alma sube hasta el trono de Dios".
Todavía frotó la niña otro fósforo en la pared, y creyó ver una gran luz, en medio de la cual estaba su abuela en pie y con un aspecto sublime y radiante.
-¡Abuelita!- gritó la niña-. ¡Llévame contigo! ¡Cuando se apague el fósforo, sé muy bien que ya no te veré más! ¡Desaparecerás como la chimenea de hierro, como el ave asada y como el hermoso nacimiento!
Después se atrevió a frotar el resto de la caja, porque quería conservar la ilusión de que veía a su abuelita, y los fósforos esparcieron una claridad vivísima. Nunca la abuela le había parecido tan grande ni tan hermosa. Cogió a la niña bajo el brazo, y las dos se elevaron en medio de la luz hasta un sitio tan elevado, que allí no hacía frío, ni se sentía hambre, ni tristeza: hasta el trono de Dios.
Cuando llegó el nuevo día seguía sentada la niña entre las dos casas, con las mejillas rojas y la sonrisa en los labios. ¡Muerta, muerta de frío en la Nochebuena! El sol iluminó a aquel tierno ser acurrucado allí con las cajas de cerillas, de las cuales una había ardido por completo.
-¡Ha querido calentarse la pobrecita!- dijo alguien.
Pero nadie pudo saber las hermosas cosas que había visto, ni en medio de qué resplandor había entrado con su anciana abuela en el reino de los cielos.
- HANS CHRISTIAN ANDERSEN -
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De: GILDA08 |
Enviado: 27/11/2009 03:43 |
Què triste cuento. Desgraciadamente refleja la realidad del mundo en que viven y mueren diariamente millones de niños alrededor del mundo. Hay muchos que son salvados por personas y agrupaciones que se dedican a ayudarlos. Pensèmos en eso esta Navidad y colaborèmos con lo que podàmos.
Saludos,
Gilda
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De: Marti2 |
Enviado: 27/11/2009 07:30 |
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De: Marti2 |
Enviado: 29/11/2009 06:28 |
Una estrella de luz
Fabián, siempre esperaba con gran entusiasmo que llegara el fin de semana. Los viernes, apenas salía del trabajo, iba hasta su casa, preparaba la mochila con las cosas necesarias para acampar y algunos alimentos, medicamentos y ropa que había juntado entre los amigos. Tomaba el colectivo hasta el Tigre, y llegaba con el tiempo justo para subir a la última lancha que lo llevaba hasta el camping. Sábado y domingo se dedicaba a recorrer la zona en un pequeño bote para conversar con las familias y compartir con ellas las cosas que había llevado. Al mismo tiempo, aprovechaba para hacer una lista de necesidades para tratar de resolverlas durante la semana. Ayudaba a los chicos en las tareas -porque muchos de los papás no sabían leer ni escribir- y los alentaba para que no dejaran de estudiar, aunque sabía lo difícil que era para ellos ir todos los días en lancha hasta la escuela.
Feliciano, el administrador del camping ya lo conocía y lo esperaba con un plato de sopa caliente los días de invierno, y una ensalada con algún fiambre cuando hacía calor. Fabián compartía la sencilla comida con él, y después armaba su carpa en el lugar más alejado, cerca del río. Amaba las noches despejadas, para tirarse boca arriba sobre el pasto y contemplar las estrellas. Se pasaba horas enteras contándolas, poniéndoles nombres e imaginando dibujos en el cielo.
Cierta noche estaba así tirado, disfrutando de un cielo maravilloso en el que podía distinguir hasta la estrella menos brillante (esas que no se pueden ver en la ciudad), sin nubes, con la temperatura ideal -ni frío ni calor- cuando, de pronto, le pareció que una estrella se movía. Él había oído muchas veces de estrellas fugaces y, en un primer momento, no se extrañó.
Pero, al seguir mirando descubrió que la estrella parecía dudar. Se movía para un lado y después para el otro. Como si fuera una persona que no sabe si cruzar una calle o no. Se mantuvo en ese juego durante unos minutos. Fabián se fue incorporando de a poco hasta quedar de pie, sin poder quitar la vista de esa estrella tan extraña. Quizá no sea una estrella, pensó. ¿Será un OVNI?
Después de unos instantes, la estrella, que realmente parecía dudar, se decidió y se precipitó hacia la tierra. Fabián se dio una gran susto, porque creyó que se le iba a caer encima, y se agachó. Le pareció que había caído muy cerca, detrás de unos árboles.
«No puede ser; las estrella no caen así, debe tratarse de otra cosa; esto es imposible, seguramente es una ilusión óptica por estar fijando tanto tiempo la vista...»
Fabián trataba de convencerse de que no había pasado nada y ni siquiera miraba hacia los árboles donde supuestamente había visto caer la luz. Sin embargo, su curiosidad fue más grande. «Si no fue nada, ¿qué pierdo con ir a ver?», se justificó.
Se dirigió, entonces, hacia ese lugar tratando de no hacer ruido.
Llegó hasta donde había varios árboles caídos que formaban un claro. Entonces, la vio.
No podía creerlo. Se frotaba los ojos, porque creía que estaba soñando; o hipnotizado; o sugestionado... Sentada en un tronco, con la cabeza apoyada en un brazo y una pierna doblada sobre la otra, se encontraba una estrella. Tenía una expresión de gran tristeza y a Fabián le pareció ver una pequeña lágrima que le caía por la mejilla.
Tuvo miedo, pero el temor fue desapareciendo al contemplarla tan desamparada y triste. Se acercó despacito y le dijo:
-Disculpe, no entiendo qué está pasando, pero me da mucha pena verla así. ¿Quién..., o qué es usted? ¿La puedo ayudar en algo?
La estrella levantó los hombros como diciendo que ya nada le importaba y giró hacia el otro lado.
-De verdad señora, no me gusta dejarla acá sola y tan triste; quizás pueda hacer algo para ayudarla (Fabián apenas se daba cuenta de lo asombroso de la situación. No todos los días se conversa con una estrella; pero no le quedaba más remedio que hacerlo).
Después de un rato, la estrella le dijo:
-Te agradezco, pero lo dudo. No creo que nadie pueda ayudarme. ¡Estoy tan cansada! Pero es muy largo de contar. Casi dos mil años de vida no se cuentan en un minuto.
Fabián se sentó en un tronco, a una distancia prudencial y dijo.
-No importa, no tengo nada que hacer. Tengo tiempo para charlar con usted.
La estrella comenzó a hablar lentamente y, en su voz, se percibía una gran tristeza.
-Hace dos mil años me encomendaron una tarea. La más importante, me dijeron. No importa que seas chiquita, ni que no tengas mucho brillo. En el momento oportuno, el brillo te llegará de afuera y llamarás la atención de todos los hombres. Era mi oportunidad. Ya no sería una estrella más; ya no pasaría inadvertida; los hombres me pondrían un nombre y figuraría en los catálogos. Fue así que acepté, y con mi luz señalé el camino a unos sabios hasta el pesebre donde había nacido un pequeño niño.
Desde ese momento, todos los años hago el mismo camino, para que nadie se olvide de ese gran acontecimiento que, según me contaron, cambió la historia de los hombres. Pero, con el paso del tiempo, me di cuenta de que ya no vale la pena; que los hombres no miran hacia el cielo; han perdido sus sueños; se matan en las guerras...
Interrumpió su conversación durante unos segundos y, con la mirada perdida, pareció estar buscando una palabra para completar la frase, un adjetivo para la palabra guerras.
-En guerras. Esta palabra es tan tremenda en sí misma, que no necesita nada que la acompañe. Si dijera en terribles o crueles guerras, alguien podría llegar a pensar que hay guerras que no son terribles o crueles. ¡Se matan entre hermanos! Vi torturas y desapariciones. También vi a mucha gente morirse de hambre, al mismo tiempo que otros despreciaban el plato que le ponían delante. Mujeres golpeadas, sometidas y esclavizadas. Chicos sin escuela y otros que la desaprovechan. Vi gente enriquecerse en forma desmedida y despiadada, mientras otros carecían de lo indispensable. Excluídos en un mundo globalizado; enfermos que podrían curarse; locos abandonados por sus familiares; personas viviendo sin techo; niños mendigando o robando o matando... Niños de la calle asesinados. Violencia engendrada por las desigualdades y por la injusticia.
Los que deberían servir porque tienen el poder, se preocupan por unos pocos.
Yo, que vi nacer al niño de Belén, que escuché lo que predicaba, que lo vi compartir la comida, echar a los mercaderes del templo, lavarle los pies a sus discípulos, creo que ya no tengo nada más que hacer. Los hombres se han olvidado de todo lo que él dijo. Ya no tienen arreglo. Ya no miran el cielo, ¿para qué voy a seguir recorriendo ese camino?
Fabián se había quedado mudo y paralizado. No sabía qué decir ni qué pensar. Todas las ideas se le mezclaban. La estrella parecía tener razón pero, sin embargo, Fabián se revelaba contra esta idea. ¿Ya no hay esperanzas? ¿Ya está todo perdido? No sabía que decir y comenzó a balbucear palabras incoherentes:
-Bueno, no todo es así, puede ser que... Yo creo que podríamos…
La estrella lo interrumpió.
-Está bien, no hace falta que intentes convencerme, yo ya decidí qué hacer. ¿Por qué no me contás qué hacés vos en este lugar tan apartado y alejado?
Fabián la invitó para que fuera hasta su carpa y le convidó un mate. Él se recostó en el pasto y la estrella a su lado. Así, comenzó a contarle a qué se dedicaba y qué hacía los fines de semana en esa isla.
-¡Qué suerte que te encontré!, dijo la estrella cuando Fabián terminó de hablar. Aunque este año no brille para todos, vos tuviste la oportunidad de tenerme bien cerca tuyo. Sos el único que merece verme...
Fabián que había entrado en confianza la interrumpió brúscamente y le dijo:
-Creo que está equivocada. En primer lugar, no soy el único que merece verla; y por otra parte, es cierto que el mundo parece encaminarse hacia la destrucción y que no hay nada que pueda detener lo que está pasando, pero, justamente por eso, creo que tiene que brillar más que antes. Hay muchas personas que sólo miran hacia abajo, que necesitan una luz fuerte para descubrir que pasan cosas más allá de sus narices. ¡Cómo se va a dar por vencida justo ahora que es cuando más la necesitamos!
Muchos hombres no van a reconocer su luz y ni siquiera se van a enterar de que usted hace un recorrido para llamarles la atención, para recordarles un gran acontecimiento, para anunciar que para Dios, los hombres somos importantes, porque él se hizo uno de nosotros. Pero quizás, alguno puede llegar a levantar la vista y verla ¡Aunque más no sea por casualidad! ¿Y a los otros? ¿Quién va a renovarles la esperanza?
Fabián dijo esta última frase gritando. La estrella permaneció callada. En la oscuridad, Fabián no pudo distinguir que esbozaba una sonrisa.
De golpe, sintió algo húmedo en su rostro. Era «Pirata», el perro del administrador del camping que le estaba lamiendo la cara.
-¡Eh, Fabián! ¿Cómo estás? ¿Te pasó algo?, preguntó Feliciano. Me asusté, porque vi una luz y te oí gritar como si estuvieras discutiendo con alguien. Pensé que te había pasado algo, pero seguramente te quedaste dormido. Metete dentro de la carpa que te vas a resfriar con el rocío.
Fabián le hizo caso, entró en la carpa, pero tardó en dormirse, porque aunque estaba seguro de que todo había sido un sueño, sentía una extraña sensación.
Pasaron los días y llegó el tiempo de Navidad. Poco antes, Fabián organizó una fiesta con la gente de la isla y unos amigos de la ciudad .
Feliciano prestó el camping y armaron una gran mesa para la fiesta que comenzó bien temprano por la mañana y duró hasta la tardecita. Comieron lo que cada uno había llevado, bailaron y cantaron. Antes de irse, Fabián regaló a cada familia una pequeña estrella de madera para que la colocaran sobre el pesebre.
El 24 a la noche, justito cuando daban las doce, todas las familias de la zona, vieron una gran luz que provenía del pesebre donde estaba la imagen del pequeño bebé.
Esa luz, para sorpresa de todos, venía de la pequeña estrella de madera. En el cielo, también brilló una estrella, aunque ya no señalaba el camino hacia el lugar donde hace dos mil años había estado el niño. En cambio, iluminaba a todos los que, como Fabián, hacen nacer a Dios en medio de los hombres y los conducen hacia él.
Y, para sorpresa de muchos, esa nochebuena, estuvo muy iluminada.
(María Inés Casalá, publicado en la revista Humanizar
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De: GILDA08 |
Enviado: 20/12/2009 15:15 |
Gracias Martì,
Me encantò este ùltimo cuento de la estrella... està bellìsimo...!
"Esa luz, para sorpresa de todos, venía de la pequeña estrella de madera. En el cielo, también brilló una estrella, aunque ya no señalaba el camino hacia el lugar donde hace dos mil años había estado el niño. En cambio, iluminaba a todos los que, como Fabián, hacen nacer a Dios en medio de los hombres y los conducen hacia él."
FELIZ NAVIDAD, Y MIREMOS HACIA ARRIBA BUSCANDO ESA BELLA ESTRELLA... !!!
Gilda |
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