Sonidos del
corazón
Un rey envió a su hijo a
estudiar donde un gran maestro con el objetivo de prepararlo para ser una gran
persona y un buen gobernante al heredar la corona del reino.
Cuando el príncipe
llegó ante el maestro, éste lo envió al bosque. Tendría que regresar después de
un año para describir todos los sonidos que escuchara allí.
Transcurrido este
tiempo, cuando el joven volvió, el maestro le pidió que hiciera un relato de
todo lo que había conseguido oír.
El príncipe le dijo:
"Maestro, pude escuchar el
canto de los pájaros, el ruido de las hojas, el regocijo de los grillos, el
ritmico croar de las ranas, la brisa rozando el pasto, el zumbido de las abejas,
el rumor del viento cortando los cielos... "
Al terminar su
narración, el maestro pidió al muchacho que regresara al bosque, para oír todo
aquello que fuera posible.
A pesar de estar intrigado,
el príncipe obedeció la orden del maestro, pensando: "No entiendo, ya distinguí
todos los sonidos del bosque... "
Por días y noches
permaneció solo oyendo, oyendo, oyendo... pero no conseguía distinguir nada
nuevo, además de lo que ya había dicho al maestro.
No obstante, cierta mañana,
comenzó a distinguir sonidos vagos, diferentes a todos los que escuchara
antes.
Y mientras más atención
prestaba, más claro se volvían los sonidos.
Una sensación de
encantamiento se apoderó del chico.
Pensó:
"Esos deben ser los sonidos
que el maestro quería que yo escuchara... "
Y sin prisa, permaneció
allí oyendo y oyendo, pacientemente. Quería tener la seguridad de que estaba en
el camino correcto.
Cuando regreso al
monasterio, el maestro le preguntó que más había logrado oír.
Paciente y respetuosamente
el príncipe le dijo:
"Maestro, cuando presté
atención pude oír el inaudible sonido de las flores abriéndose, el sonido del
sol naciendo y calentando la tierra y el del pasto bebiendo el rocío de la
noche... "
Luego el maestro dijo al
muchacho:
Solamente cuando se aprende
a oír con el corazón es posible percibir de las personas, sus sentimientos
mudos, sus miedos no confesados y sus quejas silenciosas. Asímismo, podrás
inspirar confianza a tu alrededor, entender lo que está equivocado y atender las
necesidades reales de cada uno.
No así, cuando se escuchan
solamente las palabras pronunciadas por la boca, sin que atiendas lo que está en
el interior del ser que las emite y sin oír sus sentimientos, deseos y opiniones
reales.
Es necesario, entonces
escuchar el lado inaudible de las cosas, el lado no medido, pero que tiene su
valor, pues es el lado más importante del ser humano. |